
El escenario internacional está ingresando en un ciclo de alto riesgo, pues las cuatro principales realidades asociadas a la estabilidad relativa del mundo se encuentran en una situación comprometida, descontrolada o de creciente tensión.
El escenario internacional está ingresando en un ciclo de alto riesgo, pues las cuatro principales realidades asociadas a la estabilidad relativa del mundo se encuentran en una situación comprometida, descontrolada o de creciente tensión.
Los hechos que tienen lugar en torno a Estados Unidos, Rusia y la guerra (reuniones entre Washington y Moscú, reacción de Kiev, confusión en Europa, etc.) no sólo produjeron un impacto en la política internacional, sino que, de súbito, crearon un despeje de la niebla suspendida hace ya tres años sobre la guerra y las intenciones de sus participantes, los directos y los indirectos.
Días pasados, desde este mismo medio, expusimos brevemente las razones geopolíticas que han llevado a que Donald Trump propusiera la integración territorial de Groenlandia en los Estados Unidos.
Las declaraciones de Donald Trump, con relación a la posible adquisición —e incluso uso de la fuerza— de Groenlandia para los Estados Unidos, llamaron la atención y pusieron en alerta a varios de sus aliados y socios europeos, desde luego principalmente a los daneses.
“Catástrofe humana”, dicen unos. “Viva la libertad, carajo”, exclaman otros. No se puede entender cómo todavía en nuestro país se forman “Boca-River”, mirando un partido de hockey.
Con la incorporación de los nuevos Miembros, esta prestigiosa Alianza Panamericana, se convierte en la Organización Masónica Escocista, más grande y con mayor influencia de la región.
Eurasia sigue siendo el principal tablero de juego para dirimir la lucha por la supremacía mundial. Esto queda cada vez más en evidencia cuando se observan las luchas, frías o calientes, que se están llevando a cabo en su territorio.