
El resultado de las últimas elecciones nacionales en Argentina ha dejado una cicatriz ineludible en la historia reciente del espacio peronista: cinco derrotas en las últimas seis contiendas nacionales. Este dato no es solo una estadística; es el síntoma de una desconexión profunda entre uno de los principales actores de la política argentina del siglo XX y la sociedad del siglo XXI. La pregunta ya no es si el peronismo necesita un cambio, sino por qué ese cambio, tan obvio desde afuera, parece tan difícil de gestar desde adentro.
























