Tras un nuevo fracaso en la Legislatura, el gobernador bonaerense lanzó un mensaje a sus presuntos aliados: la Provincia debe tener presupuesto antes de fin de año. La fecha ¿definitiva? ahora es el 27. ¿Por qué cuesta tanto llegar a un consenso? El presupuesto fantasma y los cambios a veinte manos. El papel de la interna peronista y la tropa propia que aparece como más dura que la oposición.
La foto que habla (y el gobernador que calla)
La “cumbre” del PJ en Moreno dejó una instantánea que refleja las tensiones internas del partido más importante del país. Una foto que quiso ser de unidad, pero que certifica los problemas que acucian al peronismo de cara a 2025, frente a un Milei a quien no se le está oponiendo un programa que pueda competir con su plan de desguace.
POLÍTICA 11 de diciembre de 2024“Si pudiera contarlo con palabras, no necesitaría andar cargando una cámara”
Dijo alguna vez Lewis Hine, que además de sociólogo fue fotógrafo, o mejor dicho, que utilizó la fotografía como instrumento sociológico. Tenía razón Hines: hay cosas que no se pueden contar con palabras. O al menos se complica contarlas en menos de mil.
Por eso, la foto de la última reunión del Consejo Provincial del Partido Justicialista (PJ), en la reserva municipal Los Robles, en Moreno, es una herramienta interpretativa que permite tomarle el pulso al estado de cosas en el peronismo, algo que no sólo les importa a los peronistas.
La foto en cuestión es “mala” en términos estéticos, con una abundancia de suelo por debajo y de árboles por encima y el sujeto (seis personas) demasiado perdido en el medio. También está un poco torcida. Como documento, sin embargo, es interesante. Muestra a las cuatro figuras más importantes del peronismo en este momento y a otras dos que dan distintos tipos de balance. A la izquierda de todo, sobre el ángulo, está Máximo Kirchner, con expresión atenta y un ojo cerrado en lo que parece un guiño; en el otro extremo, Verónica Magario, que sonríe a la cámara y aporta el toque más fuerte de color con su saco fucsia. Los anteojos que lleva puestos también tienen un tinte rosado, como para reafirmar que la vicegobernadora bonaerense completa el cupo femenino.
Son, efectivamente, tres hombres y tres mujeres. Dos mujeres están en el centro de la imagen. Se trata de la anfitriona, Mariel Fernández (intendenta de Moreno), que también sonríe, con una felicidad inocultable; y de la titular del PJ nacional, ex presidenta y ex vicepresidenta de la Nación y, diríamos, madre espiritual del movimiento, Cristina Fernández de Kirchner. Cristina ríe y en su caso da la impresión de que alguien acaba de contar un buen chiste.
Los dos hombres restantes se ubican entre los personajes ya mencionados. Entre Máximo y su madre está Sergio Massa, que el año pasado fue candidato presidencial del peronismo sin estar afiliado al PJ, y que fungió como virtual presidente de la Nación durante el último año del gobierno del Frente de Todos. Entre Mariel y Magario está Axel Kicillof. El gobernador bonaerense no sonríe. Tiene el ceño fruncido como si le molestara el sol, aunque su rostro está en la sombra. Está un poco echado hacia atrás (¿preferiría irse?) y tanto su expresión como su postura denotan incomodidad. Tiene la palma de una mano apoyada sobre la mesa y con la otra mano empuña un mate. Massa también sostiene un mate; de hecho, está sorbiendo la bombilla.
Porque hay más de un mate en esta escena. De hecho, hay cuatro mates, con sus respectivos termos. En el caso de Massa son negros, como corresponde, quizás, a su costumbre de moverse en la oscuridad para luego emerger y cosechar; el de Mariel Fernández también es negro pero tiene impresas varias palabras entre las que se destaca el verbo Reír. Los de Kicillof y Magario son idénticos, plateados, los termos del pueblo. Estando sentados uno junto al otro, llama la atención que no compartan termo y mate. Hoy el peronismo es un partido sin pasamanos. Cada uno con lo suyo. Se ha hablado de esta foto como de la ansiada “foto de unidad” del peronismo, pero parece revelar más bien lo contrario.
Hay que hacer una distinción: mientras en la mitad derecha de la foto (el territorio) vemos a tres personas con tres juegos de mate, en la mitad izquierda (la cúpula) sólo Massa tiene el suyo. Da la impresión de que lo comparte con Cristina y Máximo. Hay otra foto del mismo día que los muestra a los tres riendo animadamente, con el mate en el centro. Esa foto parece, también, reflejar algo.
Massa y Cristina (y por lo tanto, Máximo) están de acuerdo en que en la provincia de Buenos Aires, el territorio electoral más importante del país, convendría que las elecciones fueran simultáneas con las nacionales; Kicillof, por ahora, calla al respecto. Quizás su incomodidad tenga que ver, en parte, con eso. Dicen que el gobernador preferiría desdoblar las elecciones para tener una clara victoria en la provincia. Un peronista con cargo ejecutivo que suele vocear sus críticas por el estado de cosas dijo a POLITICAR que Axel debería desdoblar los comicios, no porque le convenga en términos electorales, sino para mostrar independencia respecto de la ex presidenta.
El tema de realizar elecciones concurrentes (es decir, que se vote todo el mismo día, con boleta única de papel para los cargos nacionales y boleta tradicional para los provinciales y municipales) o desdobladas (hacer que los bonaerenses vayan a las urnas dos veces, en días distintos) es uno de los temas que se debaten en el seno del peronismo y que figuró en las charlas del encuentro en Los Robles. Los otros dos temas son la suspensión o eliminación de las elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO), para lo que ya hay un proyecto del massismo en la Legislatura bonaerense, y la posibilidad de una reforma legal que vuelva a hacer posible que los intendentes se postulen a la reelección en forma indefinida.
Nótese que se trata de tres cuestiones que tienen que ver pura y exclusivamente con lo electoral, con cómo llegar a la competencia por cargos. Ninguna de ellas roza siquiera lo programático, ninguna tiene que ver con modelos de gobierno, planes económicos o reformas en seguridad, salud, educación, sistema judicial, etcétera.
Con Javier Milei en el gobierno ya hace un año, el peronismo de cuatro mates no se ocupa mucho de esas cosas. El peronismo de cuatro mates parece estar poniendo toda su energía en una interna desgastante y poco popular entre la militancia. En Moreno hubo un cruce airado entre un intendente de La Cámpora y dos ministros del gabinete de Kicillof que le reprocharon (con insulto de por medio) que hubiera salido a “hablar mal de Axel”. Desde el entorno del gobernador les reprochan al camporismo que se dedique a “limar” al gobernador en lugar de fortalecerlo. La revista Barcelona sintetizó la situación en un título genial: “Máximo Kirchner, sobre el primer año de Milei en el Gobierno: ‘Axel es un pelotudo’”.
El malestar del gobernador en la foto de unidad tiene que ver con esto. Ocupa en la tríada justicialista el lugar que ocupaba Alberto Fernández hasta que se lo llevaron puesto la crisis, la inoperancia y después, las tremendas revelaciones sobre su vida privada. Y teme que los otros dos lo diluyan de la misma manera. Cristina, por lo pronto, no parece estar dispuesta a dejarlo crecer demasiado. Ya lo dijo Pepe Mujica en términos poco elogiosos para ella.
Irónicamente, tal vez, el tercero en discordia en la tríada es hoy el único que tiene un cargo ejecutivo (o, en realidad, de cualquier tipo) y quizás por eso mismo es el único que avanza en propuestas concretas de gobierno que salgan de las complicaciones del día a día. Pero estas propuestas generalmente tienen un carácter, digamos, reflexivo. Lo dijo ayer su ministro de Infraestructura, Gabriel Katopodis: “Milei es el espejo”. Y sí, Milei es el espejo en que se mira Axel Kicillof y por eso procura por todos los medios demostrar que él podría hacerlo mejor. La última propuesta fue que la Nación le transfiera la empresa Aerolíneas Argentinas en vez de privatizarla, para poder hacerse cargo. Antes había hecho reclamos similares con el Canal Magdalena y con una autopista que quedó inconclusa. Y ayer, también, puso en marcha el organismo provincial que hará lo mismo que hacía la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi), entidad que Milei desintegró sin miramientos.
Esta actitud de Kicillof le ha valido críticas de la oposición y ya lo acerca peligrosamente a un meme. Cuando Pablo Moyano abandonó ofuscado la CGT, alguien en Twitter vaticinó que el gobernador anunciaría la creación de la “CGT bonaerense”, con Moyano a la cabeza. El lunes, la senadora radical Nerina Neumann, que viene fustigando al mandatario por la crisis del Instituto de Obra Médico Asistencial (IOMA), sugirió que se difundiera la mentira de que Milei quiere privatizarlo para que Kicillof finalmente le preste atención.
Cristina Fernández de Kirchner también avanza en algo parecido a propuestas, pero desde otro lugar. La expresidenta pergeña documentos en los que traza diagnósticos certeros sobre los problemas que aquejan al país y sugiere líneas de acción en términos generales. Ojo con el dólar, atención al contacto con la gente, algo hay que hacer con los planes sociales, pongan la lupa en la energía, advierte.
Falta algo en el medio. Entre las líneas de trazo grueso de Cristina y “la diaria” de Kicillof, el peronismo no encuentra un programa para oponerse al desguace de Milei. La consigna del “Estado presente”, que siguen repitiendo los líderes del movimiento y es retomada por segundas, terceras, cuartas y quintas líneas, no parece estar calando en este momento en la sociedad.
De cara a las elecciones legislativas del año que viene habrá más discusiones y todo se terminará acomodando de alguna manera, seguramente con Cristina como cabeza de la lista nacional. Pero el peronismo corre el riesgo cierto de llegar a 2025 e incluso a 2027 cómo llegó a 2019: con una estrategia electoral consensuada pero sin verdadera unidad, a pesar de las imágenes que puedan tomar los fotógrafos.
La foto de Los Robles recuerda un poco, también, a la Última Cena del genio de da Vinci, aunque no tiene nada de su dinamismo. Cabe preguntarse si el fotógrafo capturó en ese instante algo último, algún final para el peronismo de hoy.
Más allá de la media sanción a un proyecto del gobierno de Kicillof, no se avanzó en el tratamiento de las leyes clave (con el presupuesto e impuestos en primer lugar) y la oposición promete seguir resistiendo. Sin consenso y con el reloj corriendo, la mirada está puesta en la sesión del próximo jueves, a la que el oficialismo busca llegar con acuerdos para anudar lo fundamental. El radicalismo sufrió daños colaterales.
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