Los intendentes frente a la boleta atómica

La aprobación del sistema de boleta única a nivel nacional desvela al gobernador Kicillof y también a los jefes comunales, que se encuentran con un panorama complicado e incierto. ¿Cómo hacer campaña sin arrastre? ¿A quién poner de candidato? ¿Conviene desdoblar? Un cambio que cambia todo. O casi todo.

POLÍTICA 22 de noviembre de 2024
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Los intendentes frente a la boleta atómica

Un fantasma recorre la provincia de Buenos Aires: el fantasma de las elecciones legislativas de 2025. La aprobación del sistema de boleta única a nivel nacional sacudió el entramado de presupuestos que cada dos años se ponen en juego al aproximarse el momento de la liza electoral. La boleta única lo cambia casi todo. Y en la provincia, donde es muy probable que el nuevo sistema conviva con el viejo, esta coexistencia promete generar un panorama extremadamente complejo que dejará un tendal de heridos.

El cambio de sistema significa principalmente el fin del “arrastre”, un concepto que, si se lo considera por un momento, está abierto a interpretaciones fatídicas, pero que en términos electorales se ajustaba muy bien a la verticalidad de los partidos políticos: las candidaturas de nivel superior “traccionaban” los votos hacia abajo, de modo que el aspirante a presidente le facilitaba las cosas al aspirante a gobernador, éste al candidato a intendente, y en el medio se beneficiaban los postulantes a cargos legislativos. En el caso de las elecciones intermedias, como la del año próximo, los candidatos a diputados o senadores nacionales compartían sus votos con los aspirantes a legisladores provinciales y éstos, con los que buscaban ser concejales en los municipios.

Ahora ese arrastre no se dará, o quedará muy reducido, porque los votantes no tendrán que elegir una boleta completa o decidir por dónde cortarla sino que marcarán en el papel a los candidatos que quieren elegir en cada nivel, en un menú a la carta; y, para más inri, la boleta nacional (única) será una papeleta separada de la provincial (la tradicional papeleta partidaria con todos los candidatos encolumnados), por lo que habrá incluso una barrera física al derrame de votos. Será más difícil que “salten” mecánicamente de un papel al otro.

Por eso, la convivencia de ambos sistemas no sólo plantea problemas logísticos (como la duplicación de urnas y las complejidades de votar dos veces con dos mecanismos diferentes), sino que obliga a repensar la lógica de la definición de candidatos y también, de las campañas.

Ante este terremoto, los intendentes atraviesan las distintas etapas del duelo, desde la negación (“no estamos pensando en candidaturas”, dice uno) hasta la aceptación (“ya estamos en el barco y hay que navegar”, dice otro), pasando por la ira (“yo armo en mi distrito y que los demás se arreglen como puedan”, dice un tercero).

La verdad es que en este momento todos están pensando en candidaturas. Porque si se acaba el arrastre desde los cargos nacionales hacia los provinciales, ahora cobran importancia los candidatos que encabecen las listas para la Legislatura. Hasta ahora estos postulantes quedaban a la sombra de quienes estaban por encima, o más literalmente a su izquierda, en la larga tira de papel que se metía en el sobre; en 2025 la tira será más corta y el lugar más prominente será el del primer candidato a diputado o senador provincial, según la sección electoral de que se trate.

Surge con fuerza, entonces, la pregunta de a quién poner en ese lugar. Y la respuesta más inmediata es que, si se trata de ubicar ahí a una figura con peso propio, lo más natural es que sea un intendente. Queda abierta así una competencia que, especialmente en el conurbano, puede ser encarnizada.

Y también está, como decíamos más arriba, el tema de la campaña. Más precisamente, de cómo hacer campaña bajo las nuevas condiciones. Predomina la idea de que será muy complicado explicarle a la gente cómo votar y transmitir la importancia de elegir a uno u otro candidato en cada boleta. Y se prevé que crecerá el voto en blanco en la provincia, especialmente si las votaciones en ambos niveles se dan el mismo día y hay que hacer cola dos veces. Pero nada está claro y habrá que esperar al día de los comicios para ver qué ocurre.

“La verdad es que no sabemos cómo va a ser. Estamos en un experimento”, dijo a POLITICAR un jefe comunal del interior.

Lo cierto es que las estrategias que venían funcionando hasta ahora, y que la creatividad de los actores y observadores políticos había bautizado con nombres variopintos (“boleta larga”, “boleta corta”, “boleta en V”, “boleta en Y”, “colectora”, “candidatura testimonial”), quedan en entredicho, cuando no directamente eliminadas por ley.

Ante este panorama, el gobernador Axel Kicillof mantuvo hace diez días un encuentro privado con 42 intendentes peronistas del conurbano y del interior provincial. La pregunta era cómo enfrentar al fantasma. Se barajaron varias opciones, pero nada quedó sellado.

Por ahora, el gobernador se mantiene firme en su decisión de que en la provincia se siga empleando el sistema tradicional de boleta múltiple partidaria, aunque fuerzas externas (y quizás internas) empujen hacia otro lado. La oposición en la Legislatura busca aprobar una ley de boleta única, también, para la provincia, y muchos intendentes radicales, vecinalistas y proístas se manifiestan de acuerdo con la idea. Puede ser también que desde las filas de Sergio Massa (que se mueve en la sombra por lo menos tan bien como en la luz) se tienda a cambiar el sistema.

La otra discusión es si los comicios en terruño bonaerense se darán en simultáneo o si se desdoblará la votación de modo que se voten los cargos nacionales, con boleta única, un día determinado, y otro día se elijan los cargos provinciales y municipales. Eso implicaría ir a las urnas hasta cuatro veces, dos para las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) y dos para las elecciones definitivas. Un diputado massista, Rubén Eslaiman, presentó un proyecto para que se eliminen las primarias y así, la alternativa del desdoblamiento implicaría ir a sufragar “sólo” dos veces.

El desdoblamiento no recoge una adhesión unánime entre los intendentes. Algunos piensan que facilitaría mucho la campaña, ya que se podrían concentrar en los cargos locales en un momento determinado, habiendo sacado del medio la campaña nacional. Otros, basados en su experiencia con la “boleta corta”, creen que es mala idea. “Nosotros, cuando fuimos separados, perdimos, y cuando fuimos juntos, ganamos”, recordó un alcalde oficialista.

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