Libertad vs Estatismo llega a los dibujos animados Argentinos: Paka Paka y los Tuttle Twins

Es el segundo gobierno gobierno argentino de distinta corriente de pensamiento, que apuesta a disputar sentidos desde la infancia. ¿Es legítimo usar fondos públicos para formar a los más chicos bajo una mirada ideológica del mundo?

POLÍTICA 31 de mayo de 2025 Rubén Zavi
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Paka Paka y los Tuttle Twins: Estamos ante un nuevo tipo de intervención estatal en la comunicación política

La incorporación de Tuttle Twins a la programación de Paka Paka no es casual ni ingenua. Tampoco es una simple apuesta por renovar contenidos. Es, en realidad, una decisión profundamente política que forma parte de una estrategia de comunicación gubernamental pensada y ejecutada desde la lógica de la batalla cultural. Y hay que decirlo claro: lo hace desde el Estado, con recursos públicos, y hacia un público particularmente sensible como es el infantil.

Detrás de la serie están Connor Boyack —un activista libertario norteamericano— y Angel Studios, una productora con una línea editorial muy marcada que ya ha distribuido contenidos como The Chosen y Sound of Freedom. La serie, basada en libros homónimos, tiene una estructura narrativa donde los mellizos Tuttle viajan en el tiempo para aprender sobre “libertad individual”, “mercado libre” y “valores occidentales”. En ese recorrido, figuras como Adam Smith, Ludwig von Mises o Friedrich Hayek aparecen como referentes, mientras que Marx es presentado como antagonista.

No se trata de un dibujo más. Se trata de framing. Una estructura discursiva que define lo que está bien, lo que está mal y, sobre todo, quiénes son los buenos y los malos en la historia. La técnica no es nueva: se llama encuadre ideológico, y funciona como un dispositivo de sentido. Lo que entra en el marco tiene legitimidad. Lo que queda fuera, no.

Y es que el gobierno nacional no sólo quiere gobernar la economía. Quiere gobernar los sentidos. Lo viene haciendo con una narrativa provocadora, disruptiva, muchas veces performática. Lo que ahora vemos es una extensión de esa narrativa hacia un público nuevo: las infancias. Y eso abre un debate que no puede ser esquivado.

Comunicación política infantil: ¿formación o adoctrinamiento?

Paka Paka es un canal estatal. Eso implica una responsabilidad enorme: es un espacio de comunicación pública que debería estar al servicio de la ciudadanía, no de un proyecto ideológico particular. Por eso, cuando el Estado elige transmitir una serie como Tuttle Twins, no sólo está seleccionando un contenido. Está tomando posición discursiva. Y lo hace desde un formato que combina storytelling, animación, emociones y metáforas. Es decir, una maquinaria eficaz para la persuasión política no declarada.

El público infantil no tiene aún desarrollada la competencia crítica para decodificar estos mensajes con autonomía. Por eso, hablar de “libertad” o “estatismo” en ese contexto no es una invitación al debate: es un intento de instalación de agenda en etapas prediscursivas. Se siembran marcos de interpretación que después serán difíciles de desmontar.

¿No es esto lo que muchos sectores del actual oficialismo denunciaban años atrás cuando cuestionaban a Zamba y su mirada sobre la historia argentina? La diferencia es que ahora, la maquinaria comunicacional se ha alineado con sus valores. Y lo que antes era “adoctrinamiento” ahora pasa a llamarse “libertad”.

El marketing ideológico infantil: ¿puede el Estado hacer esto?

En comunicación política hablamos de discurso hegemónico cuando un relato logra instalarse como “el sentido común”, desplazando alternativas. Hoy, el gobierno está jugando esa carta desde el corazón del sistema de medios públicos.

El problema no es que existan productos como Tuttle Twins —de hecho, en una sociedad plural pueden y deben existir contenidos diversos—, sino que ese mensaje sea financiado y amplificado desde el Estado para intervenir en la formación ideológica de niños y niñas. La legitimidad discursiva del Estado implica que sus mensajes tienen más peso, más alcance, más credibilidad. Eso no es menor.

Lo que se está haciendo no es pluralismo. Es colonización simbólica desde una narrativa de mercado, libertad individual y antiestatismo. ¿Está mal debatir esos conceptos? Claro que no. Lo preocupante es que el escenario elegido sea uno donde no hay contradiscurso, donde no hay contracara. Solo mensaje. Solo bajada.

La disputa por el sentido en tiempos de normalidad líquida

Como desarrollé en mi artículo La batalla cultural en tiempos de normalidad líquida, el gobierno de Javier Milei no apuesta solo a la macroeconomía. Quiere moldear los códigos culturales. Intervenir en el lenguaje, resignificar símbolos, marcar territorio discursivo. Es una política comunicacional coherente con la idea de que “todo es cultura” y, por lo tanto, todo es disputable.

En ese marco, Tuttle Twins no es una serie infantil. Es una pieza más del engranaje. Una herramienta de posicionamiento ideológico temprano que busca, como todo contenido de este tipo, construir futuros votantes, futuros consumidores, futuros ciudadanos alineados a una visión del mundo.

Lo que está en juego

No es exagerado decir que estamos ante un nuevo tipo de intervención estatal en la comunicación política. Una que ya no se expresa en cadenas nacionales o conferencias de prensa, sino en dibujos animados, memes virales y libros escolares. Una que busca anclar ideas no en el adulto racional, sino en el niño que aún está aprendiendo a nombrar el mundo.

Y cuando el Estado decide hablarles así a los más chicos, más que nunca, hay que preguntarse: ¿qué está diciendo, por qué lo dice, y para quién?

Porque cuando la ideología se disfraza de aventura, y la política se cuela en la merienda, ya no estamos solo discutiendo una serie. Estamos discutiendo el tipo de sociedad que estamos construyendo.

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