Alberto Fernández: "Cuando veo un atisbo de similitud entre lo que viví y lo que pasa con Axel, pongo el grito en el cielo”

Sereno, sólido y cargado de definiciones, Alberto Fernández habló sobre el futuro inmediato del peronismo. En una charla de contenido netamente político, el ex presidente recorre el trajín de sus cuatro años, con las dificultades para equilibrar el Frente de Todos, las históricas renuncias y la foto de Olivos. Analiza el presente, la gestión de Javier Milei y la interna del justicialismo. Fiel a su estilo, sin rodeos ni vueltas, habla con nombres y apellidos. Habla de quienes deben tomar el bastón de mariscal.

ENTREVISTAS 18 de diciembre de 2025Andrés MiquelAndrés Miquel
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Fotografía: Marcos Gómez

En el departamento donde vive desde 2008 y a la espera de que lleguen unos juguetes para Francisco, su hijo menor, Alberto Fernández recibe a POLITICAR. Alrededor de una mesa que exhibe el bastón presidencial que recibió en diciembre de 2019, analiza el mundo de hoy y, en consecuencia, la actualidad de la Argentina gobernada por Javier Milei, el hombre que lo sucedió. 

El gobierno del Frente de Todos, la administración de la pandemia, la foto de Olivos, la prisión de Cristina Fernández de Kirchner, el desdoblamiento de Axel Kicillof, los presidenciables, el albertismo, el rol de Sergio Massa, el futuro del peronismo, el suyo y un tendal de temas son abordados y contestados en más de una hora de conversación.

Junto a él se recuesta Lennon, quien extraña a Dylan tanto como Fernández. No reniega de ninguna pregunta. Se expresa tranquilo, secundado por sus guitarras en un costado de la sala, sentado de frente a una repisa con fotos de sus hijos y otras tantas con Néstor Kirchner. La propuesta es una charla de análisis político, dejando de lado cuestiones judiciales. No por falta de importancia, sino por circunscribir ambas causas a una respuesta que Fernández repite: “La verdad saldrá a la luz”. 

Así, recuerda los primeros días tras el arribo del Covid-19 y obrar sobre una crisis mundial. Pone en valor su gestión y le quita relevancia a quienes catalogan a su gobierno como uno de los peores de la historia. Ahora bien…

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—Si digo Frente de Todos, ¿cuál es la primera definición que se le viene a la mente?

El Frente de Todos se llamaba Frente de Todos porque queríamos que todos fueran parte, tanto los que éramos peronistas y los que no lo son. Cristina aportaba 30 puntos y yo tenía que ir a buscar 15 puntos más. Esos 15 puntos se consiguieron con mucha gente que no era peronista o, al menos, no era kirchnerista. Yo me reivindico como kirchnerista. Soy peronista, pero como hay un peronismo menemista, hay otro duhaldista. Bueno, yo soy peronista kirchnerista. Cuando ganamos, resulta que una parte del frente me pidió que me cierre. Y ahí empezaron los problemas.

 “Yo me reivindico como kirchnerista. Soy peronista, pero como hay un peronismo menemista, hay otro duhaldista. Bueno, yo soy peronista kirchnerista”

—¿Qué problemas?

En el sentido de la convivencia política. Para muchos, hablar con Horacio Rodríguez Larreta era algo traumático. La verdad que yo sentía que él, no su fuerza, quería terminar con la grieta tanto como yo. Lo mismo lo sentía en Axel Kicillof. 

—La percepción es que hubo dificultades para conciliar un criterio para gobernar. 

No hubo tantas dificultades. En lo central estábamos totalmente de acuerdo. Me llama la atención la desmemoria de muchos. El otro día me preguntaban por qué no hice nada con la Justicia. Yo mandé una ley para reformar la Justicia Federal que tuvo aprobación en el Senado y la dejaron morir en Diputados. Yo le pedí el juicio político a la Corte Suprema. El otro que lo hizo fue Perón. Los que no se movieron para que salga el juicio político fueron algunos diputados, no todos. 

“Yo le pedí el juicio político a la Corte Suprema. El otro que lo hizo fue Perón”

—¿Habla con los compañeros del Frente de Todos que tildan aquel gobierno como “pésimo”? 

Son necios. No les atribuyó mayor importancia. Están hablando desde la necedad. Con algunos hablé y otros no. Para mí no hay nada peor que hablar con un necio o un dogmático. Y, lamentablemente, en el peronismo hay sectores necios y dogmáticos. 

—¿Son los más o los menos?

Creo que son la minoría, porque el peronismo es mucho más importante que cualquiera de nosotros. 

—¿Por qué no aceptó las renuncias de los ministros tras perder las elecciones de 2021?

Algún día contaré todo eso. Lo que sí puedo garantizar es que ese día preservé la institucionalidad. Creo que este no es el momento del peronismo para pasarse cuentas. Tengo un montón de cuentas para pasar, pero no tengo ningún interés en cobrarlas. Hoy tenemos un problema más importante, mucho más grande que el propio Milei y es esta lógica que se instaló en la sociedad que desde el individualismo se puede sobrevivir. A nosotros el Papa Francisco nos impulsó a decir una y mil veces que nadie se salva solo y hoy nos dicen que te salvas solo y la gente dice hay que hay que salvarse solo. Esa es la verdadera pelea que tenemos que dar. Por eso, cuando hablo no es porque quiero ser candidato o volver a nada, hablo para llamar a la reflexión colectiva. 

“No es el momento del peronismo para pasarse cuentas. Tengo un montón de cuentas para pasar, pero no tengo ningún interés en cobrarlas”

—¿Qué debe incluir esa reflexión?

Yo hablo desde el lugar del que ya pasó. Llamando a la reflexión colectiva, revisemos. Hay cosas que ocurrieron que no pueden volver a ocurrir. Siendo gobierno hubo un sostenido ataque de quienes eran parte del gobierno. Eso no se soporta más. No puede volver a repetirse. Cuando veo un atisbo de similitud entre lo que viví y lo que pasa con Axel, pongo el grito en el cielo. 

“Siendo gobierno hubo un sostenido ataque de quienes eran parte del gobierno. Eso no se soporta más”

—¿Por qué pasa?

Los peronistas tenemos una regla que dice primero la Patria, segundo el movimiento y tercero los hombres. Lo que pasa ahora es que muchos ponen primero a los hombres por delante del movimiento y la Patria. Como yo soy solo un hombre, no quiero discutir entre hombres y personas.

—¿Volvió a hablar con CFK?

No.

—¿Con Kicillof?

Hablé un par de veces. No cotidianamente. 

—¿Qué le pareció el desdoblamiento de las elecciones en la provincia?

Axel desdobló y ganó, ¿no es cierto? Cuando vino el tiempo de la derrota, ¿perdió Axel o todo el peronismo? Perdieron todos. Listo, fin de la discusión. No discutamos eso porque es una discusión insensata. Axel garantizó ganar en la provincia, que no es poco. En todo caso, Axel vislumbró lo que podía pasar y pasó. Me animo a decir que Axel leyó la situación mejor que nadie y tuvo mucho coraje en hacer lo que hizo. 

“Axel desdobló y ganó, ¿no es cierto? Cuando vino el tiempo de la derrota, ¿perdió Axel o todo el peronismo? Perdieron todos”

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 —¿Existió o existe el albertismo?

Lo detesto. Soy peronista y quiero el peronismo.

—¿Cómo toma que digan que ahora los albertistas acompañan a Kicillof?

Esas son cosas de interpretación de la prensa. No me preocupan. Lo importante es preservar al peronismo. El otro día comí con Jorge Capitanich y estábamos de acuerdo con eso. Volver al peronismo. Esto que digo corre por cuenta propia y no quiero involucrar a nadie. El peronismo nació porque tuvo una figura única e irrepetible que se llamó Juan Domingo Perón. Única e irrepetible. En vida tuvo una enorme capacidad de construcción y conducción política. Ahora, muerto Perón, somos todos bastante pares. 

—¿Entonces?

La lógica del verticalismo sólo era posible con Perón vivo. Gente como Perón nace una vez por siglo, si es que nace. Y muerto Perón, no tenemos que buscar un Perón de reemplazo. Perón, que fue mucho más inteligente que nosotros, cuando vislumbró su muerte, nos dijo que la organización vence al tiempo. Con eso nos dijo, va llegar mi tiempo, organícense. Y nosotros nunca nos organizamos adecuadamente. Desde que murió Perón nunca nos dimos un debate real sobre lo que es el peronismo. Entonces el peronismo puede ser conservador con Lúder, neoliberal con Menem, conservador popular con Duhalde, progresista con Néstor y camporista con Cristina. Y alguno dirá, social demócrata con Alberto, qué se yo. ¿Qué somos?

“Lo que pasa ahora es que muchos ponen primero a los hombres por delante del movimiento y la Patria”

—¿Cómo puede encontrar el peronismo un reordenamiento?

Democratizándose.

—¿Por qué no se da ese camino?

Voy a usar términos que no me gustan usar, pero hoy se discute quien es dueño de la lapicera. Yo quiero que alguien sea el dueño de la voluntad de la gente. Que alguien sea capaz de someterse a la elección popular para que él o ella sea quien conduzca en esta etapa al peronismo. Todos se acuerdan de la frase de Axel que deben sonar nuevas canciones. Y está muy bien. Ahora, yo dije lo mismo el 17 de noviembre de 2021 en Plaza de Mayo cuando la CGT llegó a la plaza. Tenemos que hacer una gran PASO para terminar con la discusión de cómo se arman las listas, de quienes entran y quiénes quedan afuera. 

“Hoy se discute quién es el dueño de la lapicera. Yo quiero que alguien sea el dueño de la voluntad de la gente”

—¿Eso no atenta contra la unidad?

No debe atentar. Si atenta contra la unidad tenemos un serio problema de cómo entendemos al peronismo. El peronismo es una fuerza que nació de la democracia. Nunca fuimos gobierno como consecuencia de un golpe. No sé por qué tenemos tanto miedo de que la gente vote. 

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—¿Hubiese querido participar de una PASO en 2023?

Yo no pedía PASO para mí. Yo decidí no ser candidato porque era un elemento de discordia para algunos que querían volver a romper, tal como lo habían hecho antes. Querían romper nuevamente. Para mí los más importante es la unidad. Por eso le asignó a Massa mucha, pero mucha importancia en lo que hizo en la elección de septiembre en la provincia de Buenos Aires. El garantizó la unidad. Axel hizo muy bien en reconocerlo. La unidad es una condición necesaria para poder ganar, no es una condición suficiente. Quedó demostrada en octubre. Además de eso, tenés que hacer algo más que decirle a la gente que fuiste, no que sos ni serás, que fuiste espléndido y que vas a parar a Milei. La gente dice, bueno, paramos el tren, pero a dónde vamos. 

“Le asignó a Massa mucha, pero mucha importancia en lo que hizo en la elección de septiembre en la provincia de Buenos Aires. El garantizó la unidad”.

—¿Hay un paralelismo en su trabajo hacia la unidad del 2019 con la de Massa este año que puede arrojar el mismo resultado sobre la candidatura de 2027?

Creo que Sergio es, de esa generación, el que más conoce el funcionamiento del Estado. Es un tipo absolutamente preparado. Después, muchas cosas pueden pasar en dos años. Ahora, decir que Massa está descartado es un error garrafal. Massa es una opción porque, si bien es cierto que perdió la elección con Milei, muchos que votaron a Milei deben decir por qué no lo voté a Massa. Pero no es el único. Está Capitanich, Axel sin dudas, y cada uno tiene su impronta. 

“Decir que Massa está descartado es un error garrafal”

—¿Máximo Kirchner?

No lo veo en ese rol. 

—¿Cuál piensa que es el suyo en este trayecto al 2027?

Me encantaría ver germinar otro peronismo. Sería el que riegue todos los días la tierra del peronismo para que germinen nuevos dirigentes. Eso es lo que quiero. Porque existen.

“Me encantaría ver germinar otro peronismo”

—¿Cuáles?

Hay un montón. Ya hablé de Axel y de Capitanich. En la provincia de Buenos Aires tenés a Gabriel Katopodis, a Jorge Ferraresi, a Francisco Echarren de Castelli que me parece un chico formidable. En el interior del país tenés a los hermanos Soria, María Emilia, una dirigente extraordinaria, y Martín, su hermano, que fue ministro en mi gobierno. Mirá, justamente en este punto, dicen que mi gobierno fue el peor, pero llevaron de primer candidato a quien fue mi ministro de Defensa (Jorge Taiana), llevaron de segundo candidato en Santa Fe a mi Jefe de Gabinete (Agustín Rossi), como segunda candidata de CABA a quien fue mi ministra de Trabajo (Raquel ‘Kelly’ Olmos), y ganó Rio Negro mi ministro de Justica (Martín Soria). Reflexionen, porque algo no están analizando bien. 

—¿Qué características debe germinar el peronismo en este contexto de extremos?

El primer punto es volver a comunicarnos con la sociedad. Algo no estamos sabiendo hacer, y me incluyo. Algo no nos permite llegar a la gente. Lo segundo, es terminar con el internismo. Eso cansa a la gente porque la ve como batallas palaciegas. Y la mejor forma de construir un nuevo lenguaje para llegar a la sociedad es con una nueva dirigencia. No es un tema etario o generacional, es que suban al escalón del debate nacional gente que está encerrada en el debate municipal o provincial. Axel es un actor, Capitanich es un actor, Sergio Uñac es un actor, Ricardo Quintela lo es. 

—¿Cuál es el impacto de la prisión de Cristina Fernández de Kirchner en este escenario?

La prisión que está viviendo, en virtud de la causa por la que la condenaron, es absolutamente inmerecida e insostenible. No solo cualquier peronista, sino cualquier hombre de bien, debe poner el grito en el cielo. Lo mismo debe suceder por el sólo hecho de que exista la posibilidad de que pongan preso a Guillermo Moreno, alguien que no goza de mi simpatía. Estoy en un lugar muy distinto a él en el peronismo, pero mandar preso a una persona por poner unos globos de Clarín Miente, es un delirio. Lo que todos tenemos que hacer es advertir ante la sociedad como está nuestro sistema judicial y federal. Cuando ves la Corte condenando a CFK en 60 días y absolviendo del espionaje interno del ARA San Juan a Macri, cuando duerme la causa de los parques eólicos, la del Correo o la de los peajes. O las causas de LIBRA y de la Andis. Bueno, ahí se ve cómo funciona.

“La prisión que está viviendo Cristina, en virtud de la causa por la que la condenaron, es absolutamente inmerecida e insostenible”

—¿Qué lectura hace sobre la posibilidad de que algunos gobernadores fracturen el bloque de legisladores peronistas?

Eso sería un error. Entiendo que los gobernadores deben gobernar, pero deben pensar en el país. Además, este proyecto económico de Milei está atado con alambres. Tenemos un país que consume el 70 por ciento de lo que produce. Si el país no produce, la economía se va a caer, si no consume, se va a caer. Y esto de que van a llegar inversiones, me hace acordar a los brotes verdes de Macri, bueno, basta de mentiras. 

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—Hablando de fracturas, a usted le pedían que rompa con Cristina en su gobierno.

No hay que romper con CFK. No hay que romper con nadie. Tenemos que generar una convivencia democrática en la diversidad dentro del peronismo. Punto. Y cada uno tiene que entender el rol que le toca en las condiciones en las que estamos. Si todos tienen mi misma lectura, todos deberíamos trabajar para que una dirigencia de recambio nazca y no trabajar como tapones para que eso no suceda. Yo no me arrepiento de no romper con alguien. Cuando escucho que fui desleal a Cristina, me pregunto cuándo. Hasta el día de hoy no lo entiendo. ¿Estar en desacuerdo con CFK es un acto de traición? La palabra ruptura hay que desterrarla y los que se animen a romper van a pagar las consecuencias mañana. Tenemos que estar muy unidos porque nadie sobra. Cada uno vale y no tengo ninguna duda de que algunos valen más que otros. No le estoy quitando ningún valor a lo que Cristina representa. Lo que estoy diciendo es que, si antes con Cristina no alcanzaba, ahora alcanza menos. 

“No hay que romper con CFK. Lo que estoy diciendo es que, si antes con Cristina no alcanzaba, ahora alcanza menos”

—¿No repensó la decisión del acuerdo con el fondo que le critica gran parte del peronismo?

Nadie trajo otra propuesta. Primero, estoy muy convencido de que el acuerdo fue muy ventajoso para Argentina. Lo dijo todo el mundo. Los sectores más izquierdistas del mundo nos dijeron que era ventajoso. Firmamos el acuerdo y no bajó la inversión en educación, en salud, en cultura, en ciencia y tecnología, y no bajó en obra pública. 

—Pero se disparó la inflación.

No. La inflación se disparó porque hubo una sequía que nos sacó 5 mil millones de dólares de los ingresos. Esa es la causa, no el acuerdo. La industria argentina creció tres años seguidos. Entonces, ¿por qué no creció el PBI? Por la sequía. Ahora, si no estaba, hubiéramos tenido 3 años seguidos de crecimiento del PBI como no ocurría desde 2010. Por eso, cuando se analiza el gobierno, hay que analizarlo en el contexto. 

—¿Cuál?

Recibimos un país en default, llegó una pandemia, la guerra de Ucrania que disparó los precios de los alimentos y la energía, y la sequía. Todas sucesivas. Con todo esto hicimos 7.300 obras públicas. Somos el gobierno que en 4 años hizo más obras, de las cuales empezamos y terminamos 3.800. Hicimos 167 intervenciones arquitectónicas en universidades. Yo hice y fundé el edificio de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego y la sede de la facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad Nacional de Misiones. Hicimos 144 mil viviendas. Dejamos 95 mil, de las cuales 45 mil estaban al 80 por ciento de ejecución. Dejamos la tasa de desempleo más baja desde el retorno de la democracia. Nosotros ingresamos a los BRICS. Tuvimos una política internacional de absoluta autonomía. Fui a la Casa Blanca, al Kremlin y al Palacio de Gobierno de chino, y en todos lados dije lo mismo. Defendí la democracia y los DHH en todos lados. Además, saqué a la SIDE de la Justicia y le saqué todos los fondos reservados para ponerla a trabajar en lo que me interesaba que era el contexto internacional. Logré que hagan unos reportes espléndidos sobre las crisis mundiales que me servían muchísimo para trabajar. No hubo ninguna denuncia de violencia institucional durante mi mandato. No hubo una sola denuncia de censura mediática. Dijeron lo que querían y hasta la que quería tomar lavandina tomaba lavandina. Explicame, ¿por qué analizan el gobierno como lo analizan?

—¿Por qué?

Todo empezó cuando este presidente dijo la barrabasada de que Argentina iba camino a tener 17 mil puntos de inflación. Una estupidez magnífica. Que la inflación era un problema, claro que lo era. Eso no te lo voy a negar. Y que nos fue muy difícil. Pero hicimos la obra más importante en la historia de la democracia que es el gasoducto Néstor Kirchner. Nos permitió ahorrar 5 mil millones de dólares que benefició al señor este que ahora los usa para que la timba se lo lleve al exterior. Plata que dejamos de gastar porque el gas de Vaca Muerta empezó a repartirse dentro de la Argentina. 

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—¿Alcanza con el mensaje acerca de que este gobierno está atado con alambres?

La sociedad se expresó y hay que respetarla. Eso nos obliga a repensar qué hacemos mal para que no nos voten porque desde Néstor Kirchner hasta aquí en todos los gobiernos perdimos las intermedias. También digo que quienes ganaron las intermedias fueron Macri y Milei. Macri las ganó y a los tres meses le explotó el gobierno, por lo que no son garantía de éxito. Lo que sí, las sociedades no pueden convivir con la locura. Pueden enloquecerse, pero no pueden convivir con la locura.

“Desde Néstor Kirchner hasta aquí en todos los gobiernos perdimos las intermedias”

—Días atrás dijo que el peronismo es tan grande como el anti peronismo, ¿lo reafirma?

Es así. Hay muchos dirigentes del peronismo que siguen creyendo que somos la primera fuerza, pero somos la primera minoría. Y eso si dividís a las otras fuerzas, sino estás peor. Si el peronismo pierde el sentido de secta y se convierte en lo que originalmente fue, donde convivían conservadores con socialistas, puede avanzar. Las ideologías no murieron, en todo caso están desdibujados los criterios partidarios. Pero las ideologías determinan valores. Yo, por ser peronista, al valor solidaridad le asignó un rol trascendente. Lo mismo que privilegiar a quienes peor están. Ahora, ¿eso es patrimonio del peronismo? No. Es patrimonio de un montón de gente que quiere que dejemos de pelearnos, de que dejemos de ser una secta y que dejemos una verticalidad absoluta. Néstor lo entendió. 

—¿Fue el Perón de este tiempo?

No fue Perón, pero fue un extraordinario dirigente político y, en todo caso, el más fiel a la lógica de Perón. Néstor, si gobernaba en una provincia gobernaba un peronista, teníamos prohibido hacer una agrupación contra el gobernador. Y está bien. Yo hice lo mismo y por eso quería que no haya albertismo. ¿Para qué otro ismo? Somos peronistas, dilucidemos qué es el peronismo. Ahora, cuando la gente lo decida, saludo uno y saludo dos a quien le toque conducir por esta etapa. 

—¿Está en riesgo el peronismo?

No, pero si lo seguimos empujando a la cornisa se va a caer. Ahora, el peronismo no está en riesgo porque a diferencia del radicalismo o los partidos narcisistas como el PRO, somos un partido esencialmente argentino. Cuando afuera me piden que explique el peronismo digo que es un partido hecho a medida de los argentinos, como un traje hecho por un sastre. Por eso tiene la virulencia que tiene, propia de la sociedad argentina. Nunca fuimos parte de la internacional socialista o la internacional liberal, siempre buscamos otro camino. 

El cierre de la entrevista expone el principio de la charla. Una conversación sobre el mundo actual, las características de sus jóvenes, las ideas libertarias, los valores que priman, el sistema de convivencia social y el futuro cercano. Fernández repasa y analiza desde su lugar en el peronismo. También como ex presidente. También, como el presidente que transitó la pandemia.

—¿Cómo define el momento de la pandemia?

Fue un momento muy traumático. Acá y en todo el mundo. Acá se decía que era la cuarentena más larga del mundo. Acá no hubo cuarentena, donde todos están encerrados. Hubo personal esencial y muchas actividades que continuaron. Lo que hubo son restricciones a la circulación. Vos podías estar pasando el día de aislamiento con familiares, incluso. Acá se dijeron un montón de cosas delirantes, como también en el resto del mundo. Fue el momento donde surgieron los terraplanistas o los estúpidos que decían que la vacuna rusa venía con un chip y se imaginaban cucharitas. Convirtieron un tema sanitario en un tema político. 

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—¿Cómo vivió esa condición?

Lo viví igual que en el mundo. El análisis de la pandemia es un análisis tendencioso de la Argentina, como pasó en cada país. Cada uno lo miró a su modo para traer agua a su molino. En Argentina, la derecha usó la pandemia para hablar de la eficacia del Estado. Ahí me quiero detener en un dato. En Argentina se contagiaron 11 millones de personas. Fallecieron 130 mil personas. Es decir, a 10.870.000 les salvó la vida la salud pública. Cuando ves los datos finales, Argentina fue el primer país que empezó a vacunar en Latinoamérica. Yo, personalmente, me ocupé de ir a buscar vacunas a todo el mundo. 

 “En Argentina se contagiaron 11 millones de personas. Fallecieron 130 mil personas. Es decir, a 10.870.000 les salvó la vida la salud pública”

—Las vacunas también fueron cuestionadas. 

Embromaron con la vacuna rusa y, con el correr del tiempo, resulta que es la más eficiente comprobada. Decían que era una vacuna del comunismo y la hizo el Instituto Gamaleya que tiene 28 premios Nobel en su plantilla de trabajadores. Decían que yo tenía un acuerdo con los rusos y los chinos y por eso no le compraba vacuna a Estados Unidos, pero la mayor cantidad de vacunas producidas en Argentina fueron de Pfizer. Lo que sí, no le acepté a Pfizer el contrato que quería imponer, sacándose las responsabilidades sobre los efectos y pidiendo garantías que afectaban la soberanía del Estado.

—¿La foto del cumpleaños en Olivos dinamitó la legitimidad sobre la administración durante la pandemia?

Si. La respuesta es sí. 

—¿Cómo lo transitó?

Lo viví traumáticamente. En los hechos, yo vivía en un lugar repleto de gente. Olivos estaba repleto porque todo el gobierno funcionaba ahí. Justamente llegué a la residencia después de estar en una reunión donde había más gente que en esa cena. Había llegado, entré a mi habitación y me avisaron que había una cena. Llegué y me encontré con la situación hecha. Claramente no lo organicé, algo que ya explicaron las empleadas de Olivos. Ahora, aun así, tengo una responsabilidad. Claramente la tengo. Debí haberme dado cuenta. En ese momento debí decir: Todos afuera, se van de acá. Y no lo registré. Ante el hecho consumado, me adherí a lo que la Justicia dijera, y la Justicia me condenó a pagar una suma de dinero. Y lo pagué como hicieron otros 45 mil casos que hubo como el mío.

“ En ese momento debí decir: Todos afuera, se van de acá. Y no lo registre”

—¿Se arrepiente de cómo se administró la situación de la pandemia?

Yo seguí los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud. Tuve un grupo de especialistas, médicos, psicólogos, a los que siempre les voy a estar agradecidos y me ayudaron. Les consultaba a ellos porque sabían de pandemias y epidemias, algo que yo no. Pero hay que tener en cuenta un dato que todos pasan por alto, y es que yo tomaba decisiones, pero después cada gobierno provincial respondía como le daba la gana. Yo recomendaba que no hubiera clases y después cada gobierno provincial hacía lo que quería. Esto de que Alberto cerró las escuelas no es así. Alberto propuso que no hubiera clases porque la OMS decía que si los menores se contagiaban el riesgo de mortalidad era muy bajo, pero como transmisor, podían llevar el virus a sus casas donde viven con sus familias, padres o abuelos. La verdad es que la decisión de abrir los colegios quedó en manos de cada uno. De hecho, en CABA abrieron las escuelas y la tasa de contagio creció. Pero bueno, es muy difícil, hoy se habla con el diario del lunes.

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—¿Conversó la estrategia con otros dirigentes mundiales?

Los primeros días de febrero estuve con ella y con otros siete jefes de Estado. Ninguno me habló del virus excepto Ángela Merkel, una dirigente excepcional. Me preguntó si estaba siguiendo lo que estaba sucediendo en China. Le dije que sí, que aparentemente era una enfermedad que afecta las vías respiratorias y que todo indica que ocurre en época de invierno, así que nos estamos preparando pensando para ese momento. Y me dijo que no, que el problema es más grande, que sería un problema humanitario y económico. Y me quedé. Entonces, cuando llegó el primer caso en marzo de 2020, llamé a los dirigentes europeos donde ya había llegado el virus y hacía más de un mes lo estaban combatiendo. Todos me decían que no tenían ni idea de qué hacer. Hasta que hablé con Merkel. La llamé y recordó la charla, pero me dijo que no imaginaba que iba a ser tan grave. Le pregunté cómo estaban ellos y me dijo que el sistema de salud pública venía respondiendo y que estaban todos aislados. Le cuento que tuve el primer caso y le pregunté qué me recomendaba. Me respondió que solo podía recomendarme volver a la medicina de la edad media. Le pregunté qué significa y me contestó que, en la edad media, frente a la peste, todos quedaban encerrados en su casa.

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ANÉCDOTA 1: El aporte de Gallardo

Fernández recuerda que, al principio de la pandemia, aún no estaba firme la dimensión del fenómeno. Durante los primeros días, tras conocerse los primeros casos en el país, River Plate decidió no salir a jugar un partido de la Copa de la Superliga frente a Atlético Tucumán. “Me volví loco”, dice Fernández. “Pensé en la gente encerrada, sin poder salir y encima sin fútbol”, relata el ex presidente. Entonces, cuenta, llamó al técnico riverplatense, Marcelo Gallardo y le consultó sobre cuál era el problema de jugar el partido si se trataba de 22 personas al aire libre con un riesgo de contagio ínfimo. “Gallardo no sólo es un gran entrenador, también es una persona formidable que me escuchó y respondió con mucho respeto”, señala. Resume los planteos del técnico riverplatense en tres puntos. El primero fue que, al finalizar el partido al aire libre, todos los jugadores vuelven a los vestuarios. Como segundo, es que en ese ambiente se convive con humedad y todos juntos higienizándose. Y un tercero: “Me dijo, Presidente, usted piensa que todos los jugadores de River son millonarios y no es así. Muchos salen de jugar o entrenar y vuelven a sus casas humildes donde viven con sus padres o sus abuelos. Yo no los puedo exponer a eso”. El ex mandatario asegura que le dio la razón a Gallardo y le pidió disculpas. “Me di cuenta que dije una burrada”, dice hoy. “Si un entrenador de fútbol me hace este planteo, ¿cómo debía decidir yo sobre las escuelas donde los pibes están encerrados en un aula?”, se pregunta.  

ANÉCDOTA 2: Alimentar el alma y la mente

El vínculo de Alberto Fernández con el universo cultural es más que conocido. Particularmente, con la música. Toca la guitarra y es admirador, entre otros, de Lito Nebbia. Durante la entrevista, cuenta que, tras la partida de Dylan, su perro, le llegó un mensaje de un niño por redes sociales. Entre los mensajes, le envió un “temita grabado por él, de música brasilera, que me gusta mucho”. Ahí, dice, le planteó que Brasil hizo una “revolución” con su música a partir de la inversión en cultura de manera sostenida que potenció su difusión y la identificación social con producción cultural. Advierte que, en Argentina, también hubo momentos de explosión cultural, como los tangos de Discépolo y Homero Manzi, el folklore de “Gustavo ‘Cuchi’ Leguizamón y Mercedes Sosa, o el rock de Lito Nebbia, Charly García y Luis Spinetta. “En algún momento no hubo más”, afirma. Se pregunta por qué nuestro país no logró esa continuidad. Sostiene que la cultura es tan importante para un país como el plan de asistencia social de un Estado. “Además de alimentar el estómago hay que alimentar el alma y la mente, y eso lo hace el arte y la cultura”, subraya desde su sillón, custodiado por dos guitarras exhibidas en el living. “Si todos estamos desarrollados en la misma cultura, la identidad es más fuerte”, remarca. “Por razones que no conozco, empezamos a ver si el fulano que canta es peronista o no, si empatiza con uno u otro, y los degradamos en virtud de eso”, analiza. Lamenta cómo la pandemia bloqueó su proyecto durante dos años para incentivar este camino que, a su juicio, es el Estado quien “puede y debe hacerlo”. 

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