Piera Fernández, presidenta de la FUA: “Esta lucha es por la supervivencia del sistema universitario”

Piera Fernández de Piccoli es la presidenta de la Federación Universitaria Argentina (FUA), una de las caras visibles de las masivas movilizaciones federales en defensa de la educación superior pública.

ENTREVISTAS 15 de octubre de 2024 María Belén Robledo
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Cordobesa y de la Franja Morada, la joven Licenciada en Ciencia Política, Piera Fernández de Piccoli dialogó con POLITICAR sobre la nueva marcha federal universitaria de este 2 de octubre, la segunda contra el Gobierno de Javier Milei ante la crisis del sistema educativo superior. 

“Al movimiento estudiantil no le importa si el presidente es libertario, peronista o radical cuando se ataca la universidad pública”, advierte.

¿Cómo se llegó a esta situación y por qué se gestó esta nueva marcha federal a pocos meses de una que fue multitudinaria?

Si bien creo que la Argentina tiene una deuda histórica con la educación, desde la aprobación de la Ley de Financiamiento Educativo son muy pocas las ocasiones donde hemos llegado efectivamente a cumplirla. Hay una deuda pendiente con la educación, con el salario de los docentes, que parece recurrente, pero es importante marcar un punto de inflexión en lo que nos está pasando hoy que aplica también el nivel de conflictividad, que es que en 40 años de historia de la democracia jamás le ha tocado afrontar a la universidad pública un embate de tal magnitud.

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"¿Qué tenemos que hacer para salir de este ahogamiento?"

El Congreso de la Nación no aprueba un presupuesto para el año 2024 y eso nos deja a las universidades -como al resto de las políticas públicas- librados al azar y a la definición del Poder Ejecutivo de cómo se iban a incrementar esas partidas presupuestarias. La primera decisión que toma este Gobierno nacional es el de congelarlas. Pretendían que las universidades públicas funcionen con exactamente el mismo monto de dinero que el Poder Ejecutivo había previsto que necesitaban para 2023 y habían aprobado en septiembre de 2022, en el medio la inflación fue superior al 300%. 

Ese ajuste equivale tres veces al ajuste que propuso López Murphy sobre la educación en 2001 en términos reales. A eso se le suma un desfinanciamiento que tiene distintas aristas: la más preocupante es la situación salarial, con una pérdida del poder adquisitivo de alrededor del 50%, que cuando uno compara con el resto de los sectores del trabajo ha sido mucho más profunda. Por eso digo que hay un hostigamiento particular 20 puntos por debajo que el resto de los trabajadores estatales. A eso se suma el aplastamiento de las becas estudiantiles congeladas hasta agosto; hoy están en un monto de 35 mil pesos con una retención mensual del 20% con una subejecución del presupuesto.

Por otro lado, está la situación tan terrible a la que están sometiendo al sistema científico y tecnológico nacional un cuestionamiento permanente sobre la pertinencia de las actividades; como también el recorte vinculado a la extensión, a las obras de infraestructura e inclusive a programas de investigación que son fondos que en general no se envió un solo peso.

Eso nos llevó a la movilización del 23 de abril. Luego de eso logramos por primera vez que el Gobierno se siente a negociar seriamente. Todo es bastante burlesco por parte del Gobierno, porque es una permanente imposición y ahí se logra uno de los cinco puntos, que es el del incremento de los gastos de funcionamiento en un 270%, así que hay una pérdida contra la inflación, pero estamos hablando solamente del 10% del presupuesto de cada universidad claro, por eso es que nos queda restante y el Gobierno vuelve con una estrategia de inflexibilidad.

Más tarde, el Congreso de la Nación construye un proyecto de ley que viene a ser un parche, una solución para garantizar el financiamiento necesario sobre todo con la cuestión de recomposición salarial para el año 2024. Ambas Cámaras aprueban esta ley, parecía que encontrábamos una solución a este año que, a su vez, nos permite discutir en mejores condiciones del 2025, dado que hay un presupuesto que ya se presentó y que está muy por debajo de los lo necesario para funcionar. El Gobierno, como si fuese una victoria, anunció un veto total de la ley. El sistema universitario se queda sin respuestas. Entonces, ¿Qué tenemos que hacer para salir de este ahogamiento?

Hubo un intento de frenar la movilización y un comunicado bastante duro del Ministerio de Capital Humano, donde señalan que hay otra intencionalidad por no aceptar la última oferta, ¿en qué consistía y por qué se decide no aceptarla?

Lo que está haciendo el Gobierno es de manual, porque es exactamente lo mismo que hicieron antes del 23 de abril, cuando empezaron a llamar los rectores intentando frenar la marcha. El Poder Ejecutivo tiene que entender que esta marcha es una marcha de “no al veto”. Si no quieren movilización, lo que tienen que hacer es no vetar la Ley de financiamiento universitario.

La última oferta implica el 5,8% de incremento salarial. Hay un nivel de perversidad en querer tergiversar permanentemente el mensaje, en un contexto donde los últimos aumentos han estado muy por debajo de eso. Hoy el 5,8 parece una barbaridad, cuando la inflación fue en 4,2%; pero la gran brecha es la de los meses de enero y febrero, cuando la inflación fue el 25 y del 20% y el incremento salarial de los docentes del cero. 

¿Cuáles son las consecuencias que ya están viendo, teniendo en cuenta que hubo paros y suspensión de clases? ¿Cuáles son las consecuencias que puede llegar a traer a largo plazo si esto no encuentra un cauce de solución?

Esta crisis se nota en el aula; es impresionante. Lo venimos charlando mucho con algunos compañeros y compañeras y se me pone la piel de gallina, porque la angustia que nos produce es terrible. Nosotros vemos que una incertidumbre terrible porque no sabemos si vamos a terminar el cuatrimestre, si se pueden rendir los siguientes parciales, los profesores vienen a la clase muchas veces con su recibo de sueldo a mostrarnos cuánto cobran; muchos de ellos ya tienen varios laburos. Con eso uno va notando paulatinamente un deterioro. 

Yo digo que afecta a dos los dos pilares fundamentales que hacen a la universidad pública argentina reconocida internacionalmente: el de la excelencia académica, porque hay investigaciones que no funcionan, como así también programas de extensión. Por otro lado, el acceso irrestricto a la universidad.

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"Esta es una lucha por la supervivencia del sistema universitario?"

¿Cómo analizan a estos nuevos actores del movimiento estudiantil, como son los sectores ligados al actual Gobierno?

Creo que hay que hacer un ejercicio de diálogo. Es la responsabilidad que tenemos también en la universidad, en las aulas, en los pasillos. Yo siempre intento diferenciarme en ese discurso que dice que los jóvenes son los que votaron a Milei. En mi ciudad, Río Cuarto, a Milei lo votó el 75%, es decir que lo votaron los adultos, los jóvenes, los grandes, los chicos, los de mayor poder adquisitivo y los de menor poder adquisitivo. Me parece que hay que analizar más profundamente, pero sí, claramente hay un actor relevante entre los jóvenes.

Creo que la universidad nos generó otra cosa porque entre los miles y miles que marcharon el 23 de abril había votantes de Milei. Si nosotros replicamos la política que se ve en TV, estamos lejos de llegar a cualquier acuerdo. Si voy a pararme en una asamblea desde un lugar de superioridad, creo que es difícil que se entienda y que se pueda empatizar con la crisis que estamos atravesando.

Nosotros lo que tenemos que hacer es hacer entender a toda la comunidad universitaria -y a toda la sociedad en general- que esta es una lucha por la supervivencia del sistema universitario y que es una no es una lucha partidaria o ideologizada porque no nos gusta el color político del presidente que está hoy. 

Al movimiento estudiantil no le importa si el presidente es libertario, peronista o radical cuando se ataca la universidad pública; el movimiento estudiantil sale a defenderse, enfatizando desde lo que nos está pasando como estudiantes y lo que le pasa a nuestros docentes. Creo que cuando podamos llamar a la reflexión desde ese lugar, con números y con datos objetivos, tenemos todas las herramientas para demostrar que es real la situación de crisis y que vale la pena este cuidar a la universidad pública.

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