Una jugada peligrosa

La confirmación de que Cristina Fernández de Kirchner será candidata a diputada provincial da algunas certezas pero también abre varias incógnitas. Los escenarios que se despliegan a partir de ahora no tienen que ver sólo con lo que ocurra en septiembre: la estrategia tendrá consecuencias que llegarán mucho más allá, hasta después de 2027.

POLÍTICA 04 de junio de 2025
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Pase lo que pase en las urnas bonaerenses, el panorama de aquí en adelante promete ser complejo.

Finalmente, Cristina Fernández de Kirchner confirmó lo que muchos daban por cierto hacía rato y otros se resistían a creer posible: será candidata a diputada en la provincia de Buenos Aires. Esa confirmación, entonces, es superflua para algunos y para otros ratifica el asombro. Lo importante, sin embargo, es lo que vaya a ocurrir a partir de ahora.

Se ha ilustrado esta movida de CFK básicamente en términos de descenso: fue dos veces presidenta, una vez vicepresidenta, y ahora baja a la provincia para asegurarle al peronismo un caudal de votos apreciable en una elección crucial, en la que no sólo se repartirán escaños en la Legislatura local sino que se anticipará el panorama para los comicios nacionales de octubre.

La metáfora es apropiada, tanto para sus adherentes (que creen que Cristina está para mucho más y que emprende este descenso para ir en auxilio del movimiento) como para sus detractores (que ven en la decisión una evidencia de la caída en la imagen de la ex mandataria, ahora obligada a dar una pelea menor porque no puede ganar más arriba). El tema justificaría un análisis, pero, nuevamente, lo importante ahora es lo que pasará de aquí en adelante.

Un primer escollo que puede surgir, y que no hay que descartar dados los movimientos de las últimas semanas, es que el Poder Judicial, ese que está tan habituado a cortejar la catástrofe, le aseste el golpe de gracia a Cristina, le impida postularse y acaso la meta presa. No es la alternativa más probable pero cosas más improbables han sucedido bajo el sol argentino.

Si la ofensiva judicial no tiene lugar y Cristina compite, efectivamente, en la tercera sección electoral, esta jugada tendrá implicaciones para ella misma, para el gobernador Axel Kicillof y para todo el peronismo en general. Y, dependiendo del resultado, también para el resto del espectro político.

La tercera sección, digámoslo ya, es una apuesta segura para la ex presidenta. Es un bastión histórico del peronismo y es muy difícil impedir que triunfe allí. Incluso en 2021, cuando el por entonces Frente de Todos (FdT) cayó en las urnas en forma bastante catastrófica, la tercera sección (que incluye a distritos de muchísimo peso, como La Matanza y Lomas de Zamora) fue la única en la que el peronismo obtuvo la victoria. En las siete secciones restantes sucumbió al voto opositor.

No hay que analizar el resultado de esa contienda, entonces, en base a si CFK gana o pierde: seguramente ganará (aunque, nuevamente, lo improbable puede suceder). La cuestión es por cuánto. Y en particular, si ella puede acumular un caudal de votos suficiente como para que los números le sean favorables a Unión por la Patria (UxP) en toda la provincia.

Y aquí hay que recordar algo importante: en realidad no se trata de una elección, sino de ocho, con candidatos diferentes en cada sección, sin una figura que “arrastre” desde arriba porque el gobernador Kicillof desdobló los comicios y porque, aunque no lo hubiera hecho, la implementación de la boleta única a nivel nacional igualmente habría supuesto un divorcio entre los candidatos al Congreso y los candidatos a la Legislatura. En este contexto, es más difícil que Cristina pueda “arrastrar” votos en las otras secciones, porque los votantes de las otras secciones no verán su nombre y su cara en la boleta de UxP, sino que verán otros nombres y otras caras: los nombres y caras de los candidatos locales.

Sin embargo, hay algo claro: una victoria contundente de CFK en las elecciones de septiembre entorpecería, en cierta medida, las aspiraciones presidenciales de Kicillof. Porque dejaría claro que es muy pronto para jubilar a Cristina, como tantos desean. Sería la confirmación de que aún es una figura central a la que no se puede soslayar.

Desde La Libertad Avanza (LLA) han considerado durante largo tiempo que enfrentar a la expresidenta les conviene. Javier Milei ha elegido polarizar con ella en lugar de con Kicillof, que es, institucionalmente, la figura de mayor peso en la oposición, en el sentido de que está en el gobierno, y de que conduce la provincia más importante del país. Ahora bien, la decisión que se le plantea a LLA es a quién poner enfrente de Cristina. Por estos días, para bajarle el precio, se dijo que el candidato libertario podría ser el Gordo Dan. Hay otras opciones más realistas: Patricia Bullrich, por ejemplo. La pregunta, para los libertarios, es si poner a un ministro o ministra a competir con CFK no es quemar a esa figura, y si no convendría reservarse los nombres de más peso para octubre.

Porque una victoria clara del peronismo en las elecciones provinciales, con Cristina a la cabeza, desarmaría bastante la seguridad con que el gobierno mileísta viene moviéndose en todos los ámbitos. Sería una señal de que la población no está dispuesta a tolerar todo. Al oficialismo le ha ido bien en las elecciones que hubo hasta ahora (en la Capital Federal y en cuatro provincias), pero Buenos Aires es otra cosa. Por eso alguna vez se dijo que allí se da la madre de todas las batallas.

¿Y si Cristina es derrotada? Es decir, si gana por muy poco, aunque no pierda. En ese caso se abre para el peronismo, y no sólo para ella, un panorama catastrófico. Esa podría ser, sí, la jubilación política de CFK, pero también podría ser el fin del sueño presidencial de Kicillof, vencido (aunque él no sea candidato) en su propia provincia. Y en ese sentido esta elección sería crucial para las aspiraciones del otro bando: les permitiría a Milei y los suyos entusiasmarse con la continuidad del proyecto violeta luego de 2027.

Está claro que si el peronismo pierde en la provincia de Buenos Aires le será casi imposible ganar en la Nación. Como dicen en el kirchnerismo, “sin septiembre no hay octubre”. Madre de batallas, como decíamos recién.

Pero, aun con una victoria clara (¡incluso en las elecciones nacionales de octubre!), el peronismo está en peligro a partir de la decisión de Cristina. La perpetuación de la ex presidenta como figura señera, con todo lo que implica, promete ser un elemento de discordia que no sólo dificulte la emergencia de Kicillof como candidato viable, sino también la propia unidad del movimiento, proclamada por todos y facilitada por nadie.

Una victoria clara del peronismo con CFK como jugadora principal podría significar que la interna entre el cristinismo y el kicillofismo (con el massismo siempre jugando también, aunque nunca se sepa muy bien a qué) no se resuelva nunca, y que acabe por consolidar la fragmentación del espacio. Es posible que se parta pero, aunque esto no ocurra, la ruta de aquí a 2027 y aún más allá estará llena de pozos.

No faltan peronistas que creen que, en este contexto, para el peronismo es mejor perder. Pensamiento sacrílego que sin embargo tiene sus adeptos. Acaso de una derrota, arguyen, pueda surgir un ganador claro al interior del movimiento. Otros retrucan que la derrota nunca es deseable y que siempre es mejor ganar y después seguir peleándose.

Una vez más, como observó la propia Cristina, su jugada cambia el tablero. Pero no está claro que vaya a salir bien. Septiembre será crucial, pero pase lo que pase en las urnas bonaerenses, el panorama de aquí en adelante promete ser complejo.

Es lo que tiene la audacia: nadie conoce su precio hasta mucho después.

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