¿Faltan o sobran piezas?

Pasaron las elecciones en CABA y los coletazos llegaron a la provincia de Buenos Aires. Pocas conjeturas, pero varias acciones. En ese contexto, los frentes pretenden tomar formar. Para algunos, esta etapa de moldeo no puede ser ajena al objetivo central: un triunfo en 2027.

ANALISIS 23 de mayo de 2025 Andrés Miquel
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@martinbravoarte

El título de esta nota puede desdibujar parte de la idea. A juicio de quien escribe, no. Sucede que tratar a las personas o los colectivos humanos como piezas puede simplificar sus características. Esa no es la intención. Es claro que unir dos entidades compuestas de seres humanos no es la suma exacta de sí mismas. Esa unión crea algo nuevo. De eso, a fin de cuentas, se trata la unidad en la política. 

Hoy en día se observa un ejército de luthieres con viejas y nuevas herramientas en su valija buscando construir los instrumentos para tocar una nueva melodía. Piensan en un sonido disruptivo. Lo suficiente para alterar la sutil empatía con el Gobierno nacional. ¿Por qué sutil? Corresponde analizar lo que pasó en la Ciudad de Buenos Aires. 

La elección en Capital Federal pasó y ganó La Libertad Avanza. Manuel Adorni cosechó 30 puntos y dejó en el segundo lugar a Leandro Santoro y al catamarán del PJ porteño con que llegó al 27 porteño. El PRO, color distintivo para la victoria en Capital Federal, perdió tras más de veinte años y apenas llegó a 16 puntos con Silvia Lospennato

Todavía suena el ruido de la estantería macrista que se derrumbó. Desconocían la derrota en su terruño. Quedaron expuestos. Lospennato habló de “renovación”. En la Provincia, el operativo “tintura violeta” pasó de opción a necesidad. Pocos resisten la embestida de Cristian Ritondo y Diego Santilli. Resulta que el tablero cambió a menos de dos meses de las elecciones del 7 de septiembre. 

De todas maneras, Ritondo y Santilli pretenden una violetización desde marzo de este año, cuando se sacaron la foto que Javier Milei recordó durante estos días. La imagen de Karina Milei, Sebastián Pareja, Lule Menem y los dos diputados nacionales, por ahora, amarillos. Entonces, lo que comentan entre macristas bonaerenses es que ambos aprovecharon el envión.

Ahora bien, La Libertad Avanza cosechó 30 puntos entre el 55 por ciento del padrón porteño. La asistencia fue la más baja de los últimos 25 años. Incluso, peor que en momentos de pandemia. Si se deshilachan los números, alrededor de 15 ciudadanos de CABA concurrieron a votar con convicción a LLA. A Santoro, alguito menos. Si uno suma lo que obtuvo Lospenatto y Horacio Rodriguez Larreta quien compitió por afuera del PRO, obtiene más de 23 puntos. Entonces, el partido del presidente ganó. Pero la hegemonía no está. Todo lo contrario. 

No hubo hegemonía en un contexto de plena estabilidad macroeconómica y dólar barato. Sin piquetes, fomento de la mano dura y con libertad arancelaria para importar electrónica desde el exterior. Con medidas que apuntan a mover recursos sin declarar a gusto y placer. Cuesta encontrar, en el pasado cercano, un ecosistema que invierta de manera tan precisa en el paquete accionario ideológico de la Ciudad de Buenos Aires. O, quizás, resulta que no es tan así.

Además, ¿puede caer la participación electoral más de diez puntos por mero desamor con la política? No se puede saber. Las razones que motivaron a casi la mitad de los habilitados a votar en la Ciudad a quedarse en sus casas, rozan lo inmedible. Puede haber un buen caudal de “esto no me importa”. Y, también, la expresión clara de la frustración. La frustración del politizado, del que conoce la oferta electoral, la analiza, acumula decepciones y no encuentra cobijo. 

Si estos números tendrán impacto en la provincia de Buenos Aires, se verá el 7 de septiembre. Por lo pronto, comenzaron las charlas para potenciar la tan mentada unidad del peronismo. De los extremos mayoritarios rezan el mismo eslogan: “Unidad pero que no duela”. No la predican a cualquier costo. No quieren ceder más de lo que tienen pactado ceder. Máximo Kirchner habló de no recaer en una unidad con quienes después no voten contra el endeudamiento con el FMI. Ya existe un plano de resolución que difícilmente se altere. El massismo, a su manera, es el único espacio que brega por la fumata blanca a casi cualquier precio. 

La unidad emerge como necesidad, según los que la predican, para evitar fugas. Subyace un temor a perder por dos o tres puntos o ganar por esa diferencia. Por el contrario, hay poco temor a la cancelación, es decir, al yo te votaba a vos, pero si estás con este ya no te voto. Ojo. Las distancias tejidas al interior de Unión por la Patria tensaron un elástico al punto del desagarro. Nadie puede asegurar que se contraiga sin consecuencias consumadas. 

Si se observan los movimientos libertarios en la provincia de Buenos Aires, hay más pelea que orden. El caso Junín, donde el Gordo Dan mandó a echar al jefe político de LLA por twitter, es solo un ejemplo. Lo mismo que cuando el referente de Las Fuerzas del Cielo preguntó en una foto de Pareja, José Luis Espert y dirigentes bonaerenses mileístas dónde estaba Agustín Romo.

En paralelo, Carlos Kikuchi, ex armador de Karina Milei y ex aliado de Pareja, asentó un espacio propio desde el minuto cero de la presidencia libertaria. Unión, Renovación y Fe plantó bandera. Diputados y senadores que llegaron a la Legislatura dentro de la boleta violeta y rápidamente partieron tras el Pacto de Acasusso competirán por crecer.  

Sobre la unidad, un diagnóstico similar pesa sobre la UCR. A partir de este viernes, donde eran dos son tres. Facundo Manes lanzó Para Adelante, su propio espacio político que busca ampliar más allá del radicalismo. Es la consumación del tráiler que presentó el año pasado en la Universidad Nacional de Lanús, con Jorge “Topo” Rodríguez sentado en primera fila. 

Mientras que Miguel Fernandez y Pablo Domenichini sellaron el acuerdo para la conducción colegiada del Comité Provincia, el neurocirujano planteó que el partido es “una pérdida de tiempo”. No cree que se subsane la devoción de un sector por acordar o prestarse a una profunda sintonía con Javier Milei. Los que no comulgan con esta idea aseguran que serán un freno. Que no pasará. El 9 julio hay que presentar las alianzas ante la Junta Electoral. Paradójica fecha para atestiguar cuán independientes o no serán los dirigentes boinablancas del Gobierno nacional. 

En todo este revuelto de partes, empieza a vislumbrarse un hilo conductor. Algo que apunta más lejos que este año. Que observa el 2027. Que olfatea un camino combinando preocupación y esperanza en sus dosis justas. “Le dije a un importante dirigente del peronismo que las diferencias de ahora no pueden ser un problema en dos años”, cuenta un radical de peso en el partido. 

Proyecta. Piensa en cómo salir de este entuerto que trajo Milei donde casi de la mitad de la Capital Federal no perciba que hay una opción entre las 17 listas que se presentaron. Analiza que “esto se vuelve a resolver con balotaje, por lo que hay que pensar en la mitad más uno”. Por eso, mira de reojo aunque no confiado lo que pasó en CABA. 

Y ya que se vuelve a mencionar la Ciudad, no puede pasar por alto una analogía dolorida de parte de un dirigente del PRO que militó con fuerza la lista de Lospennato. Tiene bronca con Larreta y lanza una comparación de antología: “Es un pibe que le hacen bullyng en el colegio los nenes más grandes y llega a la casa y se descarga con los hermanos”. Para el mismo dirigente boinablanca que conversa del futuro, el ex Jefe de Gobierno también tiene que estar en un colectivo de límite a Milei. 

Piezas hay. Resta por ver si todas son del mismo rompecabezas. 

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