La disputa entre derechistas y progresistas es el sueño liberal

El viejo sueño del liberalismo en Argentina logra su cometido sin golpes de Estado, sin masacres, sin bombardeos. Solamente con el apoyo de las urnas. La potencia liberal es tan hegemónica que es imposible salir de su matriz de discusiones de vuelo bajo entre sus entusiastas adherentes de un lado u otro del mismo espacio.

ANALISIS 15 de mayo de 2025 Fernando Basagoiti
2023.11.20.-GANO-MILEI-El-liberalismo-economico-en-ARG.-IC-990x556

Con el ascenso del derechismo en varios países del mundo occidental, la nueva moda parece ser arremeter contra la izquierda en general y contra el progresismo en particular. Como suele ocurrir cuando un pensamiento llega a instalarse como dominante, se transforma en políticamente correcto —hablamos del progresismo— por lo que las críticas que se le formulan suelen ser cautelosas desde los bienpensantes y radicales solo desde los marginales. Y así, el derechismo llegado hoy termina por enturbiar de tal modo las aguas que no termina por quedar en claro qué es lo que realmente le critica.

Con respecto a las derechas más fronterizas (como las del nuevo estilo libertario), al progresismo le endilgan ser marxista, buscar la justicia social, promover agendas de minorías, generar pobreza, defender asesinos (¿?) o de no “respetar nuestra identidad y nuestros valores”. 

Desde ya que ningún twittero/militante/político libertario se toma la molestia de definir qué cosa sea en definitiva el progresismo o de justificar sus insultos. Tal vez porque si analizaran la cuestión con más detenimiento llegarían a la conclusión de que los “progres” no son marxistas, sino liberales; de que el liberalismo es elitista por excelencia (es decir que también defiende minorías; en concreto, solo una: la de los exitosos en términos económicos); de que la justicia social se defiende ya desde el hoy revisitado León XIII —como mínimo—; de que deberían replantearse si no son las políticas de la economía liberal las que producen tantos pobres; y, en fin, de que deberían mínimamente esbozar a qué cosa llaman identidad.

Ahora bien, si hay algo que debe quedar en claro, y cosa de la que no quieren hablar ni los neoliberales ni los libertarios, pero sobre todo los mismos izquierdistas, es que el progresismo es un tipo de liberalismo. Este es el punto de partida para cualquier tipo de definición desde la que deba empezar a hablarse sobre el tema. El progresismo postula la liberación (o “emancipación") de los individuos en beneficio de la propia asignación de fines; el individuo es el alfa y la omega de toda articulación social. Ergo, en su raíz el progresismo empieza y termina en el mismo lugar que el neoliberalismo y el libertarismo.

Ahora bien, veamos algunas características propias del progresismo argentino —solo unas pocas— que nos permitan ir aclarando el panorama:

Infravalora el pasado, por lo que relativiza (cuando no directamente rechaza) las ideas de tradición, costumbre o herencia (biológica incluso). Esto como consecuencia de una ciega confianza en individuos libres, racionales y poseedores de una  plástica e ilimitada capacidad para liberarse de las “ataduras” del pasado. Está convencido, al igual que los viejos liberales, de que en el movimiento de la historia existe un inapelable progreso indefinido.

Le tiene hostilidad a las ideas de orden, jerarquía y disciplina. Esto nace de una perspectiva errada de la igualdad humana, y que va de la mano con el punto anterior. Si se cree que los seres humanos, más allá de los condicionamientos familiares, personales, históricos y sociales, son iguales en naturaleza, pero también en sus atributos individuales; y además que poseen una incuestionable posibilidad de mejoramiento continuo pudiendo “lograr lo que propongan”, entonces cualquier acción tendiente a promover orden y jerarquías humanas debe ser rechazada. Por este motivo —entre otros, claro está—, en nuestro país la izquierda le tiene particular inquina a las instituciones verticalistas como la Iglesia, las FFAA e incluso a los sindicatos.

El progre tiene un llamativo sentimiento de culpa hacia el pasado, lo que lleva a que niegue o reescriba la historia desde sus preferencias. Esto se hace más notorio en lo que respecta a la conquista española o a la acción de Roca en la Patagonia. Pero no solo eso. En su política de justificar exigencias del presente, suele reescribir el pasado a la luz de las necesidades contemporáneas y pretende resarcir delitos e injusticias del pasado (reales o supuestas), sin importar incluso el tiempo que haya transcurrido.

El progresismo tiende a promover, para incitar el cambio, la construcción de minorías que expresan singularidades basadas en identidades excluidas, para lo cual se le ha hecho fundamental la estrategia de la victimización. De allí que cada vez que un progre quiere defender un sujeto social, parte de la idea de su “invisibilización” o exclusión. Se ha dado cuenta que una víctima puede exigir derechos o prerrogativas especiales, sin demasiadas acusaciones de terceros, precisamente por su condición de actor sufriente.

Ahora bien, para visibilizar minorías el progresismo argentino apela a la idea de la deconstrucción de los “grandes relatos” de la Modernidad, ya que esta, con sus explicaciones totalizadoras, dejaba afuera de los debates públicos toda forma contingente de existencia social: si solo importan los grandes sujetos sociales, como las naciones, los pueblos, las razas o las clases, ¿qué queda para las exigencias de bragueta, los chamanes de tribus ignotas o de gente que se autopercibe mesa de luz?

Ninguna de estas cosas, creemos, aparece en las críticas del derechismo argentino, tan preocupado como está por todo lo accesorio de la política y de la cosa pública. No es pare menos, teniendo en cuenta que el mismo presidente Javier Milei se ha definido como un topo que se ha infiltrado en el Estado para desguazarlo. Por eso, incluso más allá de alguna crítica bien orientada que este ha llevado a cabo hacia “lo woke” —de hecho lo reconocemos, ¿aunque no era más fácil decir progresista?— El combate entablado en la política argentina parece más una lucha de cabotaje y sin profundidad que una auténtica grieta de cosmovisiones y sentido. ¿Será porque libertarios y progresistas tienen más en común de lo que ambos están dispuestos a reconocer? Creemos que sí. Al parecer, el liberalismo finalmente ha triunfado en el sistema político argentino sin balas, sin golpes de Estado y sin revoluciones. Lo ha hecho con la límpida legitimidad de las urnas.

Te puede interesar
IMG-20251028-WA0006

Milei capitalizó el miedo a la catástrofe ante una oposición narcisista

Maria Herminia Grande
ANALISIS 28 de octubre de 2025

Javier Milei no solo tiñó de violeta el mapa argentino: consiguió algo más raro aún, paciencia. En una elección marcada por el miedo y la emocionalidad, el país convirtió las legislativas en un plebiscito sobre su figura. El resultado, más que un aval, fue un salvataje: Milei recuperó aire y deberá traducir su milagro electoral en gobernabilidad. Indudable: salió de estar colgado del travesaño a meter un contraataque letal que terminó en gol a favor.

multimedia.normal.b6da9e1e995913be.bm9ybWFsLndlYnA=

Conversaciones del radicalismo bonaerense: La importancia de dejar los anabólicos

Andrés Miquel
ANALISIS 23 de octubre de 2025

Con una interna partidaria judicializada, con un doble comando de contingencia, en medio de fragmentaciones vinculadas a la estrategia electoral, inmersa en una polarización pocas veces vista, sin PASO ordenadora, carente de una figura de peso que unifique las voluntades y se unja como conductor aglutinante. Así, algo machucada y con el chasis pidiendo boxes, llegó el la UCR de la provincia de Buenos Aires a estas elecciones. El punto de hervor trajo a Somos, el frente con el que compitió. ¿Cómo le fue?

Imagen de WhatsApp 2025-10-21 a las 19.43.42_a4e4697b

Gray: "Soy un intendente peronista opositor a Milei, La Campora y Grabois"

Nicolás Fernández Rivas
ANALISIS 23 de octubre de 2025

Perón advertía que marcar errores también es un acto de lealtad. Con esa premisa, Fernando Gray vuelve a plantarse frente al sectarismo y llama a recuperar un peronismo amplio, con debate y representación real del trabajo y la producción. Premisas que lo llevan a ser candidato a diputado Nacional.

607b747093df4_700_462!

El Índice de Riesgo Político marca 8,3 puntos en septiembre y advierte un escenario de creciente inestabilidad social y financiera

ANALISIS 21 de octubre de 2025

La Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) y el Centro de Innovación de los Trabajadores (CITRA/CONICET-UMET) presentaron la primera edición del Índice de Riesgo Político (IRP), un indicador que busca medir la estabilidad política del país a través de variables económicas, sociales, fiscales y financieras.

billete Pellegrini

Un déjà vu monetario

ANALISIS 16 de octubre de 2025

La posibilidad de que el gobierno de Javier Milei implemente un sistema de convertibilidad entre el peso argentino y el dólar estadounidense reconoce no uno, sino dos antecedentes históricos. Una mirada simultánea al presente y al pasado alienta la duda sobre la conveniencia de adoptar ese programa.

Suscríbete al newsletter para recibir periódicamente las novedades en tu email