Entrevista a Ricardo Alfonsín tras el lanzamiento del Frente Amplio por la Democracia: “Convirtieron a la UCR en un partido de derecha”

El ex diputado nacional e hijo del ex presidente Raúl Alfonsín, competirá por un lugar en el Congreso con un nuevo espacio tras su desafiliación del radicalismo. Apunta sus dardos a la destrucción de UNEN, la conformación de Cambiemos y la sumisión al PRO. Condena a quienes buscan un acuerdo con La Libertad Avanza. ¿La sorpresa? Se define como “amigo” de Axel Kicillof.

POLITICAR MAGAZINE09 de mayo de 2025 Andrés Miquel
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¿La sorpresa? Ricardo Alfonsín se define como “amigo” de Axel Kicillof.

A pesar de que el café donde se desarrolla la entrevista envuelve la charla en un collage de conversaciones que la rodean, la voz de Ricardo Alfonsín se hace notar. El tono, la pausa y la aceleración, así como el arrebato verborrágico al momento de manifestar sus emociones tienen una inconfundible similitud con su padre Raúl. Así, en más de una hora con POLITICAR, explica el valor del Frente Amplio por la Democracia, el nuevo espacio que decidió construir para competir en las elecciones de la provincia de Buenos Aires. 

“La Unión Cívica Radical se convirtió en un partido de derecha”, asegura en más de una oportunidad. Crítica la conformación de la alianza Cambiemos que puso al radicalismo a disposición del PRO en aquella convención del 2015 en Gualeguaychú. Pero crítica aún más la destrucción del Frente Amplio UNEN, que, a su juicio, era una propuesta sólida para vencer al Frente para la Victoria con una visión progresista. 

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Se define como “amigo” de Axel Kicillof y muestra total desdén para quienes los agravian tildándolo de kirchnerista. Considera que, en las elecciones de este año, puede obtener un acompañamiento cercano al 10 por ciento de los votos y ocupar un lugar en el Congreso de la Nación “para frenar el autoritarismo de Javier Milei”.    

—¿Por qué decidió conformar el Frente Amplio por la Democracia? 

—Estuve diez años reclamando que el partido revisará sus posiciones, que se diera un debate en la UCR para evaluar si lo hecho en 2015 fue bueno o malo para el partido y el país. No lo hicieron. Me subestimaron. Creían que habían descubierto la cuadratura del círculo y que Juntos por el Cambio era la solución para todos los problemas del país. Los hechos demostraron que teníamos razón los que planteamos que había incongruencias y contradicciones en la conformación de ese frente. Lo que colmó el vaso fue ver cómo radicales como Alfredo Cornejo o Rodrigo De Loredo proponían un acuerdo con La Libertad Avanza y que haya un silencio preocupante de las máximas autoridades del partido. Pero más me empujó a esta decisión, la actitud de la UCR apoyando al gobierno de La Libertad Avanza. Eso fue, en definitiva, lo que me llevó a tomar esta decisión de renunciar al partido en 2024. Quizás tendría que haberlo hecho antes. 

 “Lo que colmó el vaso fue ver cómo radicales como Alfredo Cornejo o Rodrigo De Loredo proponían un acuerdo con La Libertad Avanza”

—¿Habló con Cornejo o De Loredo por estas decisiones?

—No. Nunca nos llamó el partido. Hablaron siempre entre los que pensaban igual, lo que no permite reconocer eventuales errores. Creo que fue una actitud muy poco política de la conducción del partido. No hablamos nunca. Eso fue así desde 2015.

—¿Por qué?

—Porque nos consideraban anacrónicos, decían que no comprendíamos los cambios del mundo o que las categorías a las que aludíamos eran obsoletas. Toda una sarta de inconsistencias para poder justificar una alianza contra natura. Y, encima, atribuían nuestras diferencias a motivos mezquinos y minúsculos. Y bueno, lo que sucede hoy demostró que no estábamos equivocados. Hoy el partido está en una situación compleja, Cambiemos no fue un buen gobierno para el país y tampoco para el partido, que su último candidato a presidente propio fui yo. Después no hubo más. 

—¿Esa identidad que considera que perdió el radicalismo es la que espera tenga el FAD?

—Todos los hechos que conté fueron determinantes para renunciar al partido. A esto se me sumó la idea de que no alcanzaba con criticar la conducta de la UCR y que tenía que participar de un debate y participar en las elecciones de 2025 para ofrecerle a los bonaerenses una alternativa que, yo diría, defiende las ideas de Raúl Alfonsín, Arturo Illia, Hipólito Yrigoyen, Crisólogo Larralde y Moisés Lebensohn. Son los dirigentes a los que más veces se les rinde homenaje, pero yo sigo preguntándoles a mis ex correligionarios si no les tendrían que pedir disculpas porque, desde 2015, hacen lo contrario a lo expresado por estos dirigentes. 

—¿Qué puede ofrecer el FAD que no haya en otras fuerzas?

—Las que existen son LLA, la UCR y el PRO que configuran la derecha. En la oposición está Unión por la Patria, la Izquierda más radical y nosotros. Lo que necesitamos es, ante el gobierno más autoritario, más unitario y más oligárquico, más insensible socialmente de la historia, un parlamento que le ponga límites al avance del autoritarismo. Hay un electorado que no es peronista, que no es gorila, que es progresista y no quiere votar al peronismo y no quiere votar a la derecha. Habrá que ver cuánto es ese porcentaje, que yo creo que no es menor al 10 por ciento. Y creo que vamos a seguir creciendo de cara a 2027, donde debe construirse un frente para frenar la reelección de este muchacho que no respondió cuando le preguntaron si está a favor de la democracia. 

—Usted cuestiona los sistemas de acuerdos políticos de la UCR, pero usted también fue muy criticado en su alianza con Francisco De Narváez en su momento, ¿cuál es la diferencia?

—Hay varias diferencias. Primero, no es lo mismo poner a un sector del peronismo, que además no era el más progresista, detrás de un candidato radical que llevar a la UCR detrás de un programa de derecha y hacerlo sin poder opinar mientras desde Cambiemos se tomaban decisiones en contra de lo que piensa el radicalismo. Segundo, es que fue la primera vez que pusimos al peronismo detrás de un candidato radical. Eso, desde mi punto de vista, debería ser destacado. Y, además, fue una estrategia de supervivencia. Las encuestas nos decían que en 2011 podíamos repetir una elección como la de 2002 y corríamos el riesgo de desaparecer por lo que necesitábamos asegurarnos crecimiento. Pero en ese momento, nadie nos condicionó nuestro programa que era bien de centro izquierda. Fue una propuesta republicana, muy democrática y muy progresista. Disputábamos con el kirchnerismo una visión progresista, mucho más progresista que las del Frente para la Victoria. Por eso, el primer error de la UCR en crear Cambiemos, es haber destruido el Frente Amplio UNEN.

—¿Por qué?

—Porque, después de la elección del 2011 donde se obtuvieron 3 millones de votos, ese frente contenía al radicalismo, al GEN, al socialismo, a Libres del Sur y obtuvo casi 30 puntos a nivel nacional en 2013. Si una elección de medio término puede ser considerada una encuesta gigantesca, entonces había razones para pensar que en 2015 podíamos reemplazar al oficialismo de entonces desde concepciones progresistas y no de derecha. Pero lo destruyeron los propios actores de UNEN influidos por otros actores que no son de la política. Mariano Grondona escribió en La Nación que el radicalismo debía derechizarse y que yo no lo entendía. Así tuvimos el primer error. El segundo fue la creación de Cambiemos. Pero hubo un tercero. 

—¿Cuál?

—No haber cumplido con lo dicho en Gualeguaychú. El propio Ernesto Sanz dijo que, si Mauricio Macri ganaba las PASO, sabiendo que somos partidos que piensan diferente, íbamos a controlar que no se incline a posiciones pro mercado e íbamos a reclamar que se cree un espacio para saldar las diferencias. Nada de eso se hizo. Actuamos como convidados de piedra. Tenían miedo de plantear las diferencias. Eso hizo que se cometan muchos errores que, si la UCR hubiese actuado con coraje, los podría haber evitado. Convirtieron a la UCR en un partido de derecha. Yo respeto a todas las ideologías, pero nosotros no nacimos para representar a la Sociedad Rural Argentina o las grandes empresas de la Unión Industria. Nacimos para representar a los pequeños y medianos productores, a las pymes y a la clase media y trabajadora. 

“Nacimos para representar a los pequeños y medianos productores, a las pymes y a la clase media y trabajadora”

—¿Por qué surgen dirigentes jóvenes como De Loredo, como alguien que mencionaste, que representa los intereses que no son acordes a la UCR?

—Creo que son flojos. Priorizan lo electoral por sobre las convicciones. Convirtieron al partido en una maquinaria electoral y le quitaron su identidad con programas de derecha.

—Facundo Manes habla en los mismos términos sobre la identidad del partido, ¿tiene visiones en común con él?

—Si mirás la película, no hay ningún dirigente que haya reconocido que fue un error crear Cambiemos, que haya criticado las decisiones de Macri, ninguno dijo de manera categórica que UCR se volvió un partido de derecha. Es más, en la última elección Manes fue con Juntos por el Cambio. Ahora bien, estoy seguro de que si hay algún cambio viene por el lado de Evolución o de Manes, pero tengo muchas dudas de que efectivamente venga ese cambio. Preferiría que dijeran cuál debe ser la relación del Estado con la economía, cuál cree que debe ser la relación entre el mercado y la democracia, cuál es el criterio que debe ordenar el sistema tributario, qué piensan de las AFJP, si quieren una reforma laboral como la de Milei, sí solo el sector rural puede cortar las calles o qué piensan de los BRICS. No les oí ninguna definición sobre estos temas. Qué las digan para saber de qué lado están porque si no la sociedad no sabe. 

—¿Cómo lee la interna que se desarrolla en el Comité Provincia y sigue sin solución?

—Del radicalismo de la provincia de Buenos Aires voy a decir lo mismo que a nivel nacional. Lo digo con respetos personales. Eso que llaman radicalismo no lo es. Es un radicalismo que quiere arreglar con LLA. Tenían la intención de volver a reunirse con el PRO y negociar con LLA para que Milei les dé permiso de competir juntos en las elecciones. Aparentemente el PRO incumplió y se reunió primero, comprometiendo un acuerdo. Hoy el radicalismo está desorientado, pero ellos mismos se metieron en este callejón. Hoy es un partido que no puede reconciliarse con los sectores populares y eso va a llevar tiempo. De esto son responsables todos los sectores. Ahora hay que tenerle paciencia a la sociedad.

“Hoy el radicalismo está desorientado, pero ellos mismos se metieron en este callejón”

—¿Cree, como dicen muchos, que este clima de violencia discursiva nació con el kirchnerismo?

—En ese momento había algo recíproco. Le decían yegua a Cristina en las marchas. Yo creo que el kirchnerismo crispó a la sociedad, pero la oposición también dijo sus cosas. Ahora bien, este gobierno superó todos los límites. Me llama la atención que los que se rasgaban las vestiduras por la democracia digan que lo del Presidente es una cuestión de estilo. En el fondo creo que les importa un pito la democracia. Pienso que a las grandes elites no les importaba la república, sino la autonomía de la política respecto de la economía. Como tienen escrito Milton Friedman, Murray Rothbard o Fredrich Hayek, que quieren una economía sin Estado, proponen, en el fondo, un mundo sin democracia para la economía. Si la defensa jurídica que pedían hubiese sido sincera, hoy no estarían callados. 

—¿Qué le genera cuando lo tildan de kirchnerista?

—Pienso que el kirchnerismo hacía lo mismo. Si estabas en contra de ellos eras macrista. Es el argumento de los que se quedaron sin recurso político, los que se quedaron sin discurso político. Necesitan hablar más del otro en vez de hablar sus posiciones porque tienen miedo de decir sus posiciones porque tienen miedo de quedar pegados al kirchnerismo. Yo defiendo lo que la UCR siempre defendió, que son los sectores populares. 

 “Yo defiendo lo que la UCR siempre defendió, que son los sectores populares”

—¿Tiene una posición sobre el gobierno de Kicillof?

—Te voy a responder con la que debería ser la respuesta de cualquier radical que te responda con honestidad intelectual: el gobierno de Kicillof es infinitamente mejor que el de María Eugenia Vidal. Desde el punto de vista social y por su visión sobre la Provincia. Creo que los resultados electorales lo demuestran. En la última elección, a pesar de la crisis social al final del gobierno de Alberto Fernández, sumó más intendentes. El radicalismo, por el contrario, redujo. 

 “El gobierno de Kicillof es infinitamente mejor que el de María Eugenia Vidal”

—¿Cómo evalúa el posicionamiento de Kicillof dentro del peronismo a raíz de la discusión de las reglas electorales en la Provincia?

—El que me conoce sabe que yo soy más amigo de Axel y de Carlos Bianco que de otros en el partido. Pero tengo buena relación con todos. Sí me siento más amigo, porque conversé más veces con él y me siento identificado con la idea de país que tiene Axel. Pero no me quiero meter, porque quiero tener una buena relación en el parlamento, porque estoy seguro que vamos a entrar. Sólo puedo decir que Cristina sigue teniendo vigencia porque no surgió alguien más representativo. Evidentemente, hay un déficit en la dirigencia política. 

—Si tuviera que elegir una conversación o anécdota con su padre que defina el radicalismo en la actualidad, ¿cuál sería?

—A mí me cuesta mucho contestar eso, no porque dude de lo que hubiera hecho, sino porque no está. Pero él respondió a esa pregunta en alguna medida cuando Mauro Viale le preguntó cuál es el límite. Él dijo que la derecha. En ese momento, seguramente ni tenía presente al PRO como partido. Entonces Mauro le pregunta qué derecha. Y el viejo no personalizaba, pero dijo Macri, por ejemplo. No sé cómo a los radicales no se les cae la cara de vergüenza cuando dicen que Raúl Alfonsín hubiera convalidado el acuerdo de 2015. Si él hubiera estado vivo, primero que nada, estoy seguro que ese acuerdo no se hace. Y, creo que no me equivoco, si el acuerdo se hubiera realizado con él vivo, hubiese hecho lo mismo que yo: criticarlo durante diez años. 

—¿Piensa que se hubiera desafiliado como hizo usted?

—No sé si se hubiera ido del partido. Se hubiera ido a la casa a escribir y a criticar. No deja de ser algo parecido a lo que pasó con la Concordancia. Pero bueno, yo me fui, pero no tengo su envergadura o su gravitación. Yo no puedo seguir afiliado a un partido que contraría las ideas por las que me afilié.  

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