Las tribus digitales de la política: de Facebook a TikTok, de Gelatina a Neura y Luzu

Hasta hace poco, todo pasaba por pocos medios de comunicación en donde los ciudadanos conocíamos la misma información por pocos diarios, canales de tv o revistas, pero en los últimos años, las redes sociales han transformado la forma en que nos relacionamos, tanto en lo personal como en lo político.

OPINIÓN PÚBLICA 08 de mayo de 2025 Rubén Zavi
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Hasta hace poco, todo pasaba por pocos medios de comunicación en donde los ciudadanos  conocíamos la misma información por pocos diarios, canales de tv o revistas, pero en los últimos años, las redes sociales han transformado la forma en que nos relacionamos, tanto en lo personal  como en lo político. 

Para Mario Riorda, esta transformación ha dado paso a un fenómeno conocido como “hiperideologización”, en el cual las personas se sienten cada vez más distantes de aquellos que  no comparten sus creencias políticas. Debido a este extremo distanciamiento, muchos usuarios  han comenzado a organizar su vida social en espacios de confort ideológico, buscando rodearse  únicamente de aquellos con puntos de vista afines. Este fenómeno también se refleja en el  comportamiento de los usuarios en plataformas como Facebook y TikTok, donde la búsqueda de  un espacio libre de conflicto es cada vez más común.  

Damián Fernández Pedemonte, en sus trabajos sobre comunicación política, también aborda la  manera en que las posiciones extremistas han transformado el debate político en Internet, destacando cómo este aislamiento en burbujas informativas limita la posibilidad de un  intercambio plural de ideas. Pedemonte explica que la segmentación de la audiencia ha  fragmentado el debate político, reduciendo la posibilidad de un diálogo enriquecedor entre  diferentes grupos ideológicos.  

La crisis de la comunicación política digital  

Entonces es posible analizar cómo las redes sociales han generado un entorno donde las grandes  conversaciones políticas masivas han quedado relegadas a eventos específicos. En lugar de  promover un debate amplio y democrático, las redes han incentivado la creación de  microcomunidades ideológicas. Lo que Riorda llama “tribalización” se manifiesta en la creciente  fragmentación del discurso político, donde los individuos se agrupan con aquellos que piensan  igual que ellos, cerrándose a las voces disidentes. En este contexto, la política ha dejado de ser  un espacio de intercambio para convertirse en un terreno de reafirmación de ideas, donde la  deliberación y el diálogo parecen haber perdido protagonismo. 

El concepto de "zonas de confort" ideológicas es clave para comprender cómo las redes sociales  contribuyen a esta fragmentación. Las personas, buscan estos refugios donde se validan sus  creencias, evitando la confrontación con ideas opuestas. Este fenómeno tiene implicaciones  profundas en la política, ya que aleja a los ciudadanos de la posibilidad de construir consensos y  acuerdos que trasciendan las diferencias partidarias. 

Es evidente que la sobrecarga de información en las redes sociales también juega un papel crucial  en esta fragmentación. El volumen de contenidos políticos generados en plataformas como  Twitter, Facebook y TikTok se ha multiplicado exponencialmente, creando un entorno donde la  calidad del debate queda eclipsada por la cantidad. La producción masiva de contenido es un  reto para las campañas políticas, que deben enfrentarse a una constante saturación informativa.  

La polarización: ¿una oportunidad o una amenaza?  

Es claro que las redes sociales están favoreciendo un proceso de polarización política, donde los  ciudadanos se ven cada vez más atrapados en su propia visión del mundo. Sin embargo, hay que preguntarse: ¿este fenómeno es completamente negativo? A pesar de sus desventajas, como la  creación de burbujas ideológicas y la reducción de la capacidad de diálogo, también existe la  posibilidad de que las redes sirvan como un espacio de expresión para aquellos que antes no  tenían voz.  

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El informe de Pulso Research sobre confianza en medios de streaming (marzo 2025) muestra un  promedio general de confianza de 2,78, con una marcada diferencia entre plataformas. El Destape lidera con un índice de 3,95, destacándose como el medio más confiable pese a tener  un 33,3% de confianza baja, compensado por un 18,7% de confianza alta y baja tasa de  desconocimiento (28,8%). Le siguen Gelatina (3,51) y Carajo (2,93), este último con el mayor  crecimiento del mes (+0,31). En contraste, Bondi TV registra la peor performance (1,93), con un  70,8% que afirma no conocerlo. Llama la atención que medios con fuerte presencia en redes  como Luzu o Neura mantienen niveles bajos de confianza (2,45 y 2,32 respectivamente), en parte  por el alto desconocimiento o valoración negativa, lo que sugiere que la masividad digital no  garantiza credibilidad. La segmentación entre popularidad, conocimiento y confianza se vuelve  clave para entender cómo se configuran las percepciones mediáticas en el ecosistema de  streamings. 

Fin de la comunicación única 

La clave estará en cómo los políticos y comunicadores logren comprender y gestionar este nuevo  escenario. Las campañas electorales, por ejemplo, deben adaptarse a esta nueva dinámica y  aprender a crear contenido relevante que pueda superar la fragmentación. En este sentido, la  creatividad y la capacidad de generar contenidos que conecten emocionalmente con diferentes públicos será crucial para lograr un impacto real. La fragmentación, si se maneja  adecuadamente, puede ofrecer un terreno fértil para una comunicación más directa y  personalizada, pero requiere un enfoque más sofisticado que el de las campañas tradicionales.  

El reto de la democracia digital  

El desafío para la política en la era de las redes sociales es encontrar formas de mantener el  debate público saludable y constructivo, a pesar de las tendencias de fragmentación y  tribalización. Si bien la búsqueda de zonas de confort puede ofrecer cierta paz a los individuos,  la democracia no puede permitirse quedar atrapada en burbujas ideológicas. Es necesario  promover la participación activa de los ciudadanos en un espacio de diálogo plural, donde las  diferencias puedan ser debatidas de manera respetuosa y productiva. La política debe ser capaz  de ofrecer refugios, sí, pero no en forma de burbujas cerradas, sino como espacios de  deliberación que fomenten la colaboración, el entendimiento mutuo y, sobre todo, la acción  colectiva para enfrentar los grandes desafíos de la sociedad.

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