
Venezuela ante el riesgo de intervención militar extranjera
Intervención militar en Venezuela genera tensiones mientras Maduro refuerza su discurso y crecen llamados a una solución interna y soberana.
Tras su victoria en las elecciones en Estados Unidos, el ahora presidente, Donald Trump, se enfrenta a la desaprobación de la mayoría de los estadounidenses. Alfredo Atanasof, Ex embajador Argentino en Bulgaria y Ex Ministro de Trabajo durante la presidencia de Eduardo Duhalde, analiza la posibilidades que tiene el republicano de revertir esta imagen negativa.
POLÍTICA INTERNACIONAL21 de abril de 2025El líder más polarizador de la historia reciente
Donald Trump ha vuelto a la Casa Blanca, pero no con la aprobación del electorado en el bolsillo. A tres meses de su regreso al poder, el republicano registra una tasa de aprobación del 45%, según la encuestadora Gallup, una cifra que solo es superior a la que él mismo obtuvo en su primer mandato, cuando apenas alcanzaba el 41%. Se trata del peor arranque de mandato para un presidente estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial, lo que consolida a Trump como el líder más polarizador de la historia reciente del país.
La comparación con sus predecesores
La comparación con sus predecesores resulta elocuente: desde 1952 hasta 2020, el promedio de aprobación presidencial al cumplir el primer trimestre era del 60%. Presidentes como John F. Kennedy (74%) o Dwight Eisenhower (71%) supieron ganarse rápidamente la confianza del electorado. Incluso en contextos de gran tensión, como los que vivieron Jimmy Carter, Barack Obama o Ronald Reagan, las tasas iniciales oscilaron entre el 60% y el 69%. Trump, en cambio, ha sido el único presidente en registrar menos del 50% en ambas oportunidades.
Analistas advierten por una posible recesión
El contexto actual no lo ayuda. Su regreso al poder ha estado marcado por una deriva autoritaria, una retórica revanchista y una guerra comercial autoinfligida que ha generado turbulencias en los mercados financieros. El anuncio de nuevos aranceles generalizados el 2 de abril hizo caer la Bolsa, los bonos del Tesoro y el dólar. Aunque Trump reculó parcialmente una semana después, el daño ya estaba hecho: la incertidumbre económica persiste y algunos analistas advierten sobre una posible recesión.
Los republicanos aprueban su gestión
La división partidaria es otra constante. El 90% de los republicanos aprueba la gestión de Trump, mientras que apenas un 4% de los demócratas lo hace. Entre los votantes independientes, su aprobación es del 37%, nueve puntos por debajo de lo registrado al momento de su investidura.
Mantiene mayor respaldo que los líderes del congreso
La economía, tradicional punto fuerte del discurso trumpista, tampoco le brinda demasiado respiro. Solo el 44% de los adultos estadounidenses dice confiar en su capacidad para tomar decisiones correctas en esta área. Más de la mitad (55%) tiene poca o ninguna confianza en su gestión económica. Aun así, Trump mantiene mayor respaldo que los líderes del Congreso y que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, a quien ha responsabilizado por los problemas financieros del país.
¿Podrá revertir el clima político a su favor?
La estrategia de confrontación parece ser su marca registrada. Pero en un país profundamente dividido y con una economía tambaleante, la polarización no está garantizando gobernabilidad. Mientras Trump redobla su apuesta, los indicadores de confianza y aprobación pintan un panorama incierto. La pregunta clave es si esta fragilidad inicial será el preludio de una presidencia marcada por la erosión institucional o si, como en 2016, el magnate logrará revertir el clima político a su favor.
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Brasil y Venezuela refuerzan vínculos con China y Rusia, desafiando la influencia de EE.UU. y promoviendo una política exterior más autónoma en la región.
La guerra comercial desatada por Donald Trump contra Brasil ha provocado una ofensiva diplomática relámpago de Luiz Inácio Lula da Silva. Apenas entró en vigor el arancel del 50% impuesto por Estados Unidos —un castigo que en el caso brasileño tiene un trasfondo político ligado a la protección de Jair Bolsonaro—, el presidente brasileño activó su agenda internacional con tres potencias clave: China, Rusia e India.
Mientras El Salvador celebraba el Día del Periodista en un ambiente marcado por el exilio y el silenciamiento de voces críticas, la Asamblea Legislativa, dominada por el oficialismo, aprobó la reforma constitucional más significativa desde 1983: la legalización de la reelección presidencial indefinida. Con 57 votos del bloque de Nayib Bukele y solo tres en contra, el Congreso allanó el camino para que el mandatario continúe en el poder más allá de su actual segundo mandato.
Mientras se acerca el plazo límite fijado por Donald Trump para un alto el fuego en Ucrania, Vladímir Putin redobla su apuesta. El presidente ruso, firme y sin señales de retroceso, declaró este jueves que los objetivos del Kremlin siguen intactos y que las fuerzas rusas “avanzan en todos los frentes”. En una rueda de prensa conjunta con el líder bielorruso Alexander Lukashenko, Putin también anunció el despliegue del primer lote de misiles balísticos Oreshnik, un nuevo paso en la modernización del arsenal ruso.
Brasil ha logrado un hito histórico en la lucha contra el hambre: según el último informe de la FAO, el país sudamericano ha salido del Mapa del Hambre de las Naciones Unidas, al reducir a menos del 2,5% el porcentaje de su población que padece inseguridad alimentaria severa. Es un dato que no solo destaca en el escenario regional, sino que consolida al presidente Luiz Inácio Lula da Silva como un referente internacional en políticas sociales.