
Un espejo refleja lo que somos, pero cuando se rompe, ya no devuelve una imagen nítida: solo fragmentos, pedazos inconexos y distorsionados. Así perciben hoy los argentinos a su dirigencia. Datos cuantitativos muestran que la principal preocupación social ya no son los precios, la pobreza o la inseguridad, sino algo más profundo: la sensación de que la política se quebró en su vínculo con la confianza ciudadana.