
Mientras la Argentina transita una transformación social profunda, las categorías clásicas crujen y el poder se reinventa desde nuevas estéticas y sentidos. En tiempos de anomia, la política se hace espectáculo y la comprensión, un terreno movedizo.
La conversación gobierno sociedad siempre tuvo condimentos que la propia pluralidad de espacios políticos ejercen de manera democrática, con sus símbolos, sus mitos y sus identidades. Pero algo nuevo ha surgido en esta comunicación que podríamos llamar bidireccional asimétrica entre un Presidente y sus gobernados. En paralelo, una comunicación bidireccional que se instala entre los mismos actores de la comunidad.
POLITICAR MAGAZINE03 de abril de 2025 Bárbara BraviNo es nuevo que los canales ya no sean exclusivamente los medios, sino que la introducción de las TIC y las redes sociales han facilitado estos flujos. Lo que ha dado un marco a los actuales “diálogos virtuales”, es un terreno comunicacional que ha escalado en niveles de hostilidad donde el pensamiento del otro no se reconoce como tal, sino que han pregonado los discursos de odio con el peligro que estos conllevan. No se habla ya de respeto, sino de un claro mensaje de aniquilar aquel simbolismo que choca con las ideas dominantes de un oficialismo que intenta destruir aquellas banderas que defiende encarnadas en el ‘progresismo’.
No se habla ya de respeto, sino de un claro mensaje de aniquilar aquel simbolismo que choca con las ideas dominantes de un oficialismo que intenta destruir aquellas banderas que defiende encarnadas en el ‘progresismo’
La escalada discursiva en modo extremo del presidente libertario forma parte de su agenda interna y externa. Desde la asunción del gobierno en diciembre de 2023, la sociedad continúa transitando una politización binaria con sesgos marcados de ideologías opuestas. Tampoco es un factor nuevo ya que la llamada “grieta” se asentó en nuestra vida diaria y goza de buena salud. Como supuesto subyacente encontramos sistemas de creencias extremos que responden a modelos de estados denominados benefactores por parte del progresismo, versus estados neoliberales (aunque se lo llame liberal a nuestro gobierno, lo cierto es que ciertos patrones no coinciden) más conocidos como centro derecha, o lisa y llanamente de derecha.
Es en este contexto es que nos interesa analizar el rol de las “minorías” o grupos de interés que no son considerados mayoritarios. Las decisiones y discursos del presidente han dado lugar a respuestas que se han materializado en forma de protesta, por sentir peligrar sus derechos, y su subsistencia bajo el derecho que los ampara. De esta manera, frente a los recortes universitarios, la respuesta fueron las marchas multitudinarias. También, frente a la reforma jubilatoria lo hicieron los jubilados. Ambos marcharon juntos. Cualquier cercenamiento de derechos es respondido y repudiado. Lo mismo sucede con las políticas de derechos humanos, los organismos de género, y el último ataque que tuvo como respuesta la marcha federal de la comunidad LGTBQ+ y el movimiento feminista. A esta altura ¿podemos seguir diciéndoles minorías con apoyo popular?. Sabemos que los intereses difieren pero tienen un común denominador, la restricción y vulneración de derecho que están legitimados. Es una tarea difícil en un estado que tuvo un proyecto de inclusión y expansión de derechos. Podemos enumerar a los migrantes y otros colectivos que se han visto insultados frente al líder de la Libertad Avanza. Cabe la pregunta ¿las minorías están legitimadas?. Frente al avasallamiento creemos que sí.
Cualquier cercenamiento de derechos es respondido y repudiado
El último intento de derogar la figura de femicidio indica un camino que pretende internalizar como normal un retroceso social. Lo mismo sucede con la re discusión de la ley de Identidad de Género. Parece muy lejana la frase ya vastamente utilizada que refiere a la reconstrucción del país cuando la base es la violencia. La provocación que imprimen estos mensajes del presidente como “zurdos de mierda” poco contribuyen al diálogo democrático, más bien son producto de un despotismo. No se debería restar importancia a los mensajes basados en pretextos de ‘estilo comunicacional’ porque el contenido es el sustento político de los valores de una sociedad que en pos de una dinámica democrática debieran ser inclusivas y no excluyentes.
La provocación que imprimen los mensajes del presidente poco contribuyen al diálogo democrático, más bien son producto de un despotismo
Mientras la Argentina transita una transformación social profunda, las categorías clásicas crujen y el poder se reinventa desde nuevas estéticas y sentidos. En tiempos de anomia, la política se hace espectáculo y la comprensión, un terreno movedizo.
A mitad de la campaña de las elecciones legislativas de este año, los intendentes bonaerenses de distinto signo político toman carrera y se preparan para retener el poder en sus territorios.
Una economía federal no se construye desde el abandono. La promesa de libertad y desregulación, cuando se aplica sin considerar las asimetrías estructurales y la diferencia de oportunidades de la Argentina, termina profundizando las desigualdades.
El gobierno de Javier Milei encarna una paradoja histórica en la política argentina contemporánea: un presidente que se autodefine como libertario, pero que concentra poder en el Ejecutivo y utiliza la maquinaria estatal con una intensidad que contradice su ideario anarcocapitalista. Argentina transita, así, un experimento de gobernabilidad de alto riesgo. Este análisis aborda la anatomía de esa contradicción -el “Leviatán libertario”- y evalúa los factores que podrían precipitar una caída presidencial anticipada o, por el contrario, convertir a Milei en una excepción histórica: el improbable “cisne negro” del presidencialismo sudamericano.
Las personas con discapacidad están viviendo una emergencia que no admite debate: la motosierra del gobierno nacional arrastró a una crisis profunda a viven las personas con discapacidad y sus familias. Esas personas merecen una ley que, como la que tuvo media sanción en la Cámara de Diputados y ahora debe tratar el Senado, les resuelva el acceso a las prestaciones básicas.
La provincia de Buenos Aires renovará este 7 de septiembre la mitad de sus bancas en la Legislatura: 46 diputados y 23 senadores provinciales. La elección no sólo definirá una renovación parlamentaria, sino también un nuevo equilibrio político en la Cámara baja y el Senado bonaerense. Tras duras negociaciones, tensas internas y cierres de listas de último minuto, las principales fuerzas políticas ya definieron quiénes encabezarán las boletas en las ocho secciones electorales del distrito más poblado del país.