Entrevista al ex presidente Eduardo Duhalde: “Estoy trabajando en la unidad nacional”

En su casa de Lomas de Zamora, sentado en su jardín, quien comandó los destinos del país tras el colapso de 2001 sostiene que “la gente no quiere peleas”. Recuerda sus tiempos de intendente y gobernador bonaerense, donde también construyó coaliciones para gobernar “con todos”. Asegura sentir vergüenza por el obrar de Javier Milei. Sostiene que no se peleó con Carlos Menem y tampoco con Néstor Kirchner.

POLITICAR MAGAZINE15 de agosto de 2025Andrés MiquelAndrés Miquel
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“Quiero anunciar, solemnemente, ante esta Honorable Asamblea, que el mío será un gobierno de unidad. Seré el gobernador de todos los bonaerenses, y no de una fracción, de un partido o de un frente. Como la recuperación de la provincia no puede ser tarea de un solo sector, para mi queda suprimida desde hoy la vieja y equívoca antinomia de oficialismo y oposición. Desde ese momento, solo me importan las diferencias entre quienes piensan siempre primero en los intereses de la provincia y aquellos que creen que el partido es más importante que la gente.”

El párrafo anterior tiene casi 35 años. Se pronunció en diciembre de 1991 en la Legislatura bonaerense. Con estas palabras, Eduardo Duhalde asumió su primer período como gobernador de la provincia de Buenos Aires, cargo para el que fue reelecto en 1995. Veinte años atrás, había sido intendente de Lomas de Zamora y, minutos antes, vicepresidente de la Nación de Carlos Menem.

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“El peronismo se murió cuando murió Perón”, suelta Duhalde entre sus definiciones en su casa en Lomas de Zamora. Allí recibe al equipo de Politicar. Acepta las indicaciones del fotógrafo para realizar la entrevista en el jardín, esquivando algunos charcos que atestiguaban una lluvia reciente. Su esposa, Hilda “Chiche” Duhalde ofrece mate, agua o café. A los pocos minutos, llega con el termo y la yerba preparada. Incluso, hará algún aporte durante la entrevista.

“El peronismo se murió cuando murió Perón”

Duhalde habla con pausa y aceleración a través de un tono pedagógico que le brinda su experiencia como docente. Se encuentra activo. Repasa el pasado, cuenta anécdotas, pide que se escuche y se aprenda y, en todo momento, marca su distancia con Javier Milei para pensar el futuro de Argentina.  

El ex presidente que, a juicio de propios y extraños, apagó el incendio que dejó el 2001, conversó por más de una hora y señaló que está trabajando de cara al 2027. No como candidato. “La gente no quiere peleas, y en ese camino estamos construyendo junto a otros dirigentes un nuevo espacio que trabaje en la unidad nacional”, adelanta.

 “La gente no quiere peleas, y en ese camino estamos construyendo junto a otros dirigentes un nuevo espacio que trabaje en la unidad nacional”

El concepto lo repite. Lo dijo durante su rol como intendente, como gobernador, como vicepresidente y como primer mandatario. Entonces, la primera pregunta es inevitable. 

—¿Por qué se debe construir un gobierno de unidad nacional en este contexto?

—Yo, a diferencia de los políticos, le digo a los periodistas que yo no entiendo de macroeconomía. Tampoco le voy a discutir a un médico de medicina. Yo sé pocas cosas, y lo que sé es una ciencia y un arte que es como se debe gobernar. Lo hice en Lomas de Zamora en 1973 y en 1984 después. Aprendí en la Cámara de Diputados. Después como gobernador. Esos cargos me fueron enseñando, y hoy yo enseño gobernanza. 

—¿Qué le enseñaron?

—Felipe González, que fue presidente de España, cuando leyó Memorias del Incendio, me llama y me dice que esto fue milagro. Le dije que no. Le dije que, en un país como el nuestro, con la potencia que tiene, si no nos peleamos podemos lograrlo. Lo que pasó acá es que todos nos pusimos de acuerdo. Yo exigí eso para aceptar la presidencia de la República cuando el puntano se va. Ahí me llama Don Raúl y me dijo que asuma. Le dije que ni en joda. Yo no sabía que tenía un amigo cobarde, me dijo. Y se vino para acá, a Lomas de Zamora, en la casa de mi hermana. Ahí le dije que si asumía era por unanimidad. Y ese fue el primer gobierno de unidad nacional. Yo nunca me había peleado. Votaron 242 legisladores a favor y solo 20 en contra. 

—¿Es necesario un determinado tipo de dirigentes para lograr un gobierno de unidad nacional?

—No sé. Yo sé que estaba convencido. Y no terminó ahí, eh. En 2003 me llama Néstor Kirchner y me dice que hay cinco presidentes que quieren que asuma la presidencia del Mercosur. Pregunté para qué y me dijo que para frenar el conflicto entre Colombia y Venezuela porque yo era el pacificador, un apodo que me puso Armendáriz. Le contesto que, si esto sale en los diarios que a mí me invitan para evitar una guerra, vamos a hacer un papelón en el mundo. Entonces le expresé que yo asumía, pero con otro objetivo, el de construir la Comunidad Sudamericana de Naciones. En el marco de esa construcción, me iba a ocupar prioritariamente de Colombia y Venezuela. 

—¿Cree que en otro momento de la historia hubo tanta rivalidad entre dirigentes políticos? 

—Nunca fue así. No sé si las redes tienen que ver con eso, porque las redes son así. Insultan, más los anónimos. Eso, algunos lo copiaron, como Trump. El día que asumió, dijo barbaridades sobre Biden. Todo es pelea, como el de acá. Así los países no salen adelante. Yo estoy trabajando hace un año con grandes dirigentes de varios partidos para construir la unión nacional de cara al 2027. El entusiasmo de la gente que no quiere más peleas es lo más importante. Si logramos un gobierno de unidad nacional y nos dedicamos a producir, que es lo que nos falta, Argentina sale adelante porque tiene un potencial enorme.

—¿Hay dirigentes para cumplir ese objetivo?

—Siempre hay. No los voy a nombrar. Están enmascarados, no se los ve. 

—¿La estrategia tiene como corolario el 2027?

—Yo inicié este proyecto esperanzado. Puede haber inconvenientes, pero sorpresivamente muchos dirigentes en redes están hablando de unidad nacional. Antes no sucedía. Justamente, voy a estar dando charlas sobre esto, presentando mi nuevo libro. La mitad del libro es sobre democracias actuales y, la segunda, boga por el nuevo sistema político que propongo que no es partidario. 

—¿Está de acuerdo con Guillermo Moreno en que el peronismo debe sumar a Victoria Villarruel y repatriar a Miguel Pichetto?

—Soy muy amigo de Moreno. Pero yo pienso que el peronismo se murió cuando murió Perón. Ningún presidente surgido del peronismo puso el eje en la producción y el trabajo. El ícono del peronismo es el trabajador. El propio Perón decía que no era peronismo, era justicialismo. Que, si alguien usa su nombre para un partido, ese partido va a desaparecer. Eso es lo que decía Perón. Las ideas de juntar siempre me gustan, pero siempre entendiendo que lo que viene después no es lo mismo que lo que había. 

 “Ningún presidente surgido del peronismo puso el eje en la producción y el trabajo. El ícono del peronismo es el trabajador”.

“No son horas de festejos las que corren. Sin embargo, son horas de esperanza porque estamos asistiendo a una experiencia inédita en nuestra vida política. Es la formación de un gobierno de unidad nacional construido por sobre las banderías políticas y los intereses partidarios que constituye un preciado reclamo de nuestro pueblo.”

Nuevo párrafo histórico. Duhalde asume la Presidencia de la Nación en enero de 2002. El humo de 2001 continuaba en el aire. No eran tiempos de paz. En ese tiempo, remarca, la economía alcanzó el superávit, prédica que se repite en la actualidad. Gobernó desde la Casa Rosada hasta mayo de 2003, cuando asumió Néstor Kirchner. El ex gobernador de Santa Cruz ganó y, dice, lo convocó a trabajar. Pero, en 2005, las elecciones legislativas los enfrentaron. “No fue un enfrentamiento”, interrumpe el ex presidente.

—¿No?

—Una cosa es Néstor y otra Cristina. Néstor tenía experiencia de gobierno. Fue intendente, fue gobernador cuando Menem no quería. Me acuerdo que me decía Eduardo, no quiero que él sea candidato ni el corredor de Fórmula Uno en Santa Fe. Pero le dije, perdoname Carlos, pero soy el que está al frente del grupo Calafate. Ahí, como gobierno de la provincia de Buenos Aires me juntaba con los gobernadores de las provincias chicas. Ahí fui a apoyar a Néstor. Ahí surgió mi enfrentamiento con Cristina. Reconozco y le reconocí a Cristina que me equivoqué, porque ese día escuché que se pelearon y yo lo comenté ante la prensa. Un error.

—¿La relación se subsanó?

—Cristina me borró de la historia (risas). Ella dice que desde 2003 hubo superávit, pero en 2002 ya lo habíamos logrado. Pero ya está, no hay que pelear.  El día que murió Néstor estaba en Brasil porque había elecciones. Me vine enseguida, pero Aníbal Fernández me dijo que Cristina no quería que esté. Pero ya está. Ya está. Además, presentarse en una elección no es pelear, es hacer uso del derecho de presentarse. 

“Presentarse en una elección no es pelear, es hacer uso del derecho de presentarse”.

—¿Cómo fue la relación con Kirchner después de 2005? 

—Fue buena. Pude mantener una relación fluida. No me llevé mal. Si me preocupaba algo que comenté muchas veces, y es que le gustaba mucho la plata. El amor al dinero es un problema. Me acuerdo de la foto con la caja fuerte y no la entiendo.

—Una frase que hoy se lee es que Axel Kicillof le está haciendo a Cristina lo que Kirchner le hizo a Duhalde

—La verdad es que no tengo opinión. El Justicialismo está mal, donde todo es pelea. Espero que lleguen a algún acuerdo, pero no lo veo fácil. Se han enfrentado las cosas. Y el pibe, el hijo de Cristina, está ocupando un lugar que no le corresponde. 

—¿Por qué?

—Porque no le corresponde por estatuto. Se le hizo juicio y todo. Esas cosas a mí no me gustan. Él no tiene nada que ver con el padre y la madre. 

—¿Tuvo o tiene relación con Máximo Kirchner?

—Poco. Pero no le veo un nivel importante. 

—¿Está de acuerdo con el desdoblamiento electoral en la provincia?

—A mí mucho no me gusta, pero, la verdad, no lo he analizado con nadie.

—¿Alguna vez se lo pidieron cuando fue gobernador?

—No. Cuando era gobernador estábamos todos juntos. Gobernamos ocho años sin pelearnos. Logramos un compromiso ético de diez puntos. Pensábamos hacer tres grandes hospitales e hicimos trece. Hicimos 2.200 escuelas en ocho años y 40 parques industriales. Siempre, en el banco, yo no elegía a los directores. Por ejemplo, le decía al campo que elija su representante porque nadie mejor que alguien del campo para saber lo que necesita el campo. 

—¿Hay características en un intendente que deben ser igual a cuando usted le tocó gobernar Lomas de Zamora?

—Sí, pero no lo hacen. El que se autocontrola es un corrupto o abre las puertas a la corrupción. El control tiene que tenerlo la oposición. Ahora no sé porque la degradación llegó a tal grado que oficialismo y oposición capaz se ponen de acuerdo para robar. Pero hoy hay herramientas tecnológicas para hacerlo. Sucede que hay que querer hacerlo.

—¿Cuesta?

—A mí no. Yo nunca tuve un juicio en mi vida. A mí el tema de la plata no me interesa. Por eso no cobro como ex presidente o ex gobernador. Me jubilé porque aporté 32 años en la provincia y gano menos que un diputado provincial. 

—Hoy, en Lomas de Zamora, se habla de gobierno de la comunidad. ¿Le gusta?

—Quedó el nombre. Nada más. Es un intendente que conozco poco, pero es muy trabajador. Pero bueno, ojalá que le vaya bien. 

El rumbo

“No le crean a los que dicen que no tenemos rumbo. Lo tenemos claro. El rumbo es el trabajo, la producción, una Argentina que trabaje y se entregue al mundo. Aparecen los que siempre ponen peros a decirnos que es difícil. Pero claro que es difícil, yo no estoy para las fáciles. Yo vengo a bancar con todas las fuerzas políticas que me acompañan una situación tremenda, pero estoy dispuesto con fuerza y coraje a tomar las riendas de la República para poner a nuestro país en el lugar que se merece.”

El 22 de febrero de 2002, Duhalde era presidente. A menos de dos meses de asumir, habló en Tucumán ante las críticas que gestaba el universo mediático sobre el camino debía tomar el país. Con dos ministros de origen radical, la presidencia de Duhalde generó las condiciones para la salida de la convertibilidad gracias a la labor de Remes Lenicov. Lo hizo, remarca, sin violencia. 

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—¿Qué pensó cuando vio que Milei no saludó a Jorge Macri en el Tedéum?

—Es descalificante y una vergüenza esta forma permanente que tiene de hablar y actitudes como esta que no se corresponden con un primer mandatario.

—¿Es importante el triunfo que obtuvo La Libertad Avanza en la Ciudad de Buenos Aires?

—Es un triunfo, pero con muy poca gente votando, lo que pone de manifiesto que la gente no está de acuerdo, en general, con la clase política. La gente no está conforme con esta forma de gobernar. Según Zubán-Córdoba, el 96 por ciento de la gente no quiere peleas.

“La gente no está conforme con esta forma de gobernar”.

—¿El resultado puede incidir en las elecciones de la provincia de Buenos Aires?

—Es difícil hacer pronósticos en la provincia, pero lo cierto es que a un justicialismo todo peleado y dividido le veo escasas posibilidades. Por eso aumentan las posibilidades de triunfo del gobierno si no se arma una gran coalición que es lo que se debe hacer.  

—¿Considera que es peor este momento de discursos violentos que aquellos en lo que a usted lo trataron de ser garante del ingreso de la droga a la provincia de Buenos Aires?

—Los dijeron esas cosas perdieron ante la Justicia. Una, Elisa Carrió, que no sabía porque no lee que yo tenía siete honoris causa. Yo no dejo pasar cuando me dicen una cosa, por eso no hablan de mí. Los tres juicios en los que participé los inicié yo. Uno es el de Carrió. Otro con D’Elia, cuando Cristina dijo que yo era El Padrino y D'Elía salió a decir que vendía droga. Lo gané. Después, también D’Elia, salió con lo del zabeca de Banfield, y le terminaron prohibiendo que diga mi apellido. 

—¿Le sorprende que Carlos Ruckauf defienda a este gobierno?

—La verdad que no pierdo amistad por el pensamiento de la gente. Hoy con Carlos no hablo mucho. Me llama la atención y no estoy de acuerdo con lo que dice, pero lo aprecio mucho. Es muy honesto. Cuando le digo que venga al gobierno de Canciller, renuncia a la gobernación porque sostenía públicamente que si te nombran ministro tenías que renunciar al cargo. Me extraña su pensamiento. 

—¿Qué siente cuando Milei idolatra a Carlos Menem?

—Fue un momento, ya no lo hace. Solo buscaron una personalidad. Carlos tuvo una etapa, como la de ramal que para, ramal que cierra, que no estaba bien. No peleé con él, era imposible pelear con él, pero cuando hizo la plaza del Sí le dije que no iba a participar de algo así. Pero cuando me fui a despedir de él, puse su mano entre las mías y no había enojo. Un periodista me decía, ‘con todo lo que te hizo’. Y yo le dije, ¿y con todo lo que yo le hice? 

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