Javier Calvo: “La información, como la vida, tiene matices, no es blanco o negro”

Del diario a la pantalla. De la pantalla chica al streaming. Javier Calvo se define como alguien “analógico” a pesar de que hoy es una de las figuras de Ahora Play. El ex jefe de la redacción del diario Perfil explica, según su juicio, por qué el periodismo no debe lamentarse por los tratos del Presidente.

ENTREVISTAS 23 de enero de 2025 Andrés Miquel
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Javier Calvo, Jefe de Redacción y Editor Responsable de Diario Perfil

“La información, como la vida, tiene matices, no es blanco o negro”, talla en la conversación quien estuvo al frente de la redacción del diario fundado por Jorge Fontevecchia. No cree en la eternidad de la polarización y aduce que es un mecanismo efectivo para captar audiencia, pero que el periodismo debe tomar otro camino.

A su vez, el vínculo de Javier Milei con los periodistas es otro de los ejes que expone y lo hace a partir de una pregunta que comienza con un pedido de disculpas. Pero unas disculpas que no van hacia el Presidente.  

—¿Cómo define la relación que hoy tiene o plantea el Gobierno nacional con el periodismo y los periodistas?

—Voy a contradecir sanamente, en medio de estos matices que propongo, a muchos colegas que están indignadisimos con las formas que el Presidente tiene, particularmente, con el periodismo. ¿Voy a defender los insultos y las agresiones? No. No me gustan. Pero eso habla más de él que de mí. No me voy a escandalizar, porque si me escandalizo por un insulto, ¿qué tenía que hacer cuando en otros tiempos, la AFIP te mandaba inspecciones por criticar al gobierno? ¿Qué debería hacer cuando, en otros tiempos del pasado, secuestraban y hacían desaparecer periodistas? No me gusta que insulte, pero también me causa gracia ver a los que se embanderaban contra el trato de Cristina a los periodistas, donde nunca insultó, y hoy no dicen nada. 

—¿Está legitimado ese formato?

—Creo que hay una nueva manera de comunicar que es efectiva para con los propios. ¿Quién va a defender a los periodistas? Lo que sí, hay que remarcar que  no critica la vereda de enfrente. No dice nada del Gato Sylvestre, Página/12 o Roberto Navarro que dicen barbaridades. Periodistas que no pueden ser tildados de kukas pero son los que denomina ensobrados. Los ataca porque son los que influyen en su electorado. Lo que me resulta mucho más curioso es que use palabras que eran propias del kirchnerismo. Cristina Kirchner y el ultra kirchnerismo hablaba de los esbirros de Magnetto. Víctor Hugo hizo un himno sobre eso. Milei habla de los esbirros de Saguier, no de Magnetto, salvo alguna eventualidad como la pesificación asimétrica y el beneficio de Duhalde y Alfonsín al Grupo Clarín. Esas palabras no son casuales. Ahí, Milei está muy bien asesorado por Santiago Caputto.

“Las críticas, Javier Milei, se las dedica a medios que le discuten el sentido, a los que le discuten el electorado o la audiencia, como Ernesto Tenembaum, Joaquín Morales Sola o Carlos Pagni”

—¿A qué se refiere?

—A que determinan dónde está su gente y dan cuenta que es el sector al que le pueden llegar estos periodistas. Entonces dicen: saquémosles el poder. Llevemoslos a la batalla de ser más papistas que el Papa. Y, me parece, tienen mucho éxito.

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—¿Considera que es lo mismo 678 que Jonatan Viale?

—Periodistas oficialistas hubo siempre y durante todos los oficialismos. Periodistas panqueques también hubo siempre. Y periodistas honestos y profesionales, también. Me parece que, al revés de lo que vemos ahora, sea Viale o quien sea, en 678 lo más disruptivo era que se emitía desde la TV Pública. Eso quiere decir, de alguna manera, con el Estado detrás. Además, no hacían solo oficialismo, sino que era una crítica recortada sobre los medios. Creo que eso es algo que los colegas no están haciendo. Creo que, básicamente, hacen ultra oficialismo, todas cosas funcionales al oficialismo. Son tiracentristas y no hacen entrevistas. Por eso ahí se dice lo más interesante porque nunca hay una pregunta incómoda. Por eso Abdala puede decir que tiene veinte asesores para ganar la gobernación, algo que, si lo decía un peronista o un radical, lo mataban. Lo dicen porque están cómodos. Además, no veo un discurso de colegas contra los medios como hacía 678. En 678, conseguían lo que buscaban, que era desarmar con recortes lo que habías dicho o escrito de manera que quede oficialista u opositor según la conveniencia del mensaje que se quería dar. Me lo han hecho. Pero hoy, el Gobierno convirtió la TV Pública en una pantalla recontra fría. Hoy, ese ataque es patrimonio del Presidente y su jauría digital. 

—¿Observa un sistema comunicacional que apunta a la absoluta polarización?

—La polarización no es un fenómeno argentino, es mundial. Ves que las mayores audiencias televisivas, de stream o de los medios de comunicación, están en los fanatismos. Eso no va con mi consideración de lo que tenemos que hacer comunicacionalmente. No sé si alguna vez va a cambiar eso, pero yo apuesto a dar instrumentos a la gente que ve, lee o escucha y así tenga elementos de análisis y piense lo que quiere. No busco bajar línea. Eso conlleva, quizás, líneas diferentes con el medio con el que trabajas. A veces no me siento interpelado por las columnas de opinión de Fontevechia, y por eso valoro que me deje publicar en el diario siendo diferente. 

“Yo apuesto a dar instrumentos a la gente que ve, lee o escucha y así tenga elementos de análisis y piense lo que quiere. No busco bajar línea”


—¿Qué significa, en tu diccionario, la operación mediática? ¿No es operación si es verdad?

Yo he sido operado. Mi acuerdo con las fuentes es que si me das información es porque te interesa darla, sino no la darías. Mi tema es si esa información la puedo validar o no. Después las consecuencias sobre a quién beneficia o es funcional no forma parte de mi trabajo. Lo que no me gusta es que me mientan. Me ha pasado alguna vez, por suerte pocas, que me vendieron pescado podrido y he tratado de rectificarlo y he perdido confianza en esa fuente. Ahora, yo no puedo negarte que me divierte, como cuando estudiaba periodismo y escuchaba a Bernardo Neustadt para ver los hilos invisibles, entonces me divierte ver a los colegas que escriben y ver los hilos, ver quien le dijo esto o cómo está operando para tal situación. 

—A esto se le suma la vorágine de fake news…

—A esto se le suma la Inteligencia Artificial. Hace días, hubo una cena en Olivos donde el Presidente recibió a gran parte del gabinete. Imaginemos una fake intencional: una foto de Milei dándole un beso a Sandra Pettovello. Y esa foto, hecha con IA, circula por las redes, así como el propio Presidente manda fotos con los supuestos cinco perros. Qué espacio le das a eso, es el tema. Hoy es más fácil y económico recurrir a lo que circula en las redes a que un periodista se tome el tiempo para chequear, en un momento donde el Presidente reposteó un shopping atestado de gente por compras navideñas dando validación a uno del conurbano y era uno en China. No validan porque no les importa. Y, a algunos medios, tampoco. Mientras la idea se multiplique mi prejuicio está bien, qué importa si es en China el shopping.

 “El problema estructural no es solo las fakes en juego, sino la fragilidad de los medios tradicionales de comunicación”

—¿Es peligroso que avance este comportamiento?

—Es muy peligroso. Nos va llevando a punto de imbecilización (sic) de la sociedad, donde redes y medios contribuyen activamente porque genera audiencia, entonces putea y putea. Si vos tenés en C5N que alguien rescata algo del Gobierno nacional, sale toda la jauría del peronismo a decirte infiltrado. Lo mismo del otro lado en TN o La Nación Más si llegan a decir que el procesamiento de Cristina Kirchner está tirado de los pelos. Eso obedece a la brutalización de las audiencias. Porque la información y vida está llena de matices, no es blanco o negro. 

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—¿Tiene conversaciones con Milei?

—Desde que es presidente no hablé con él. Tampoco tenía una relación cercana como otros colegas, que además se dedican al periodismo económico. Lo trataban a él desde mucho antes de que se lanzará en 2021. Sí hablé en varias oportunidades, porque estuve casi diez años en América y venía mucho. Hablábamos fuera del aire en Animales Sueltos, por ejemplo. Ya lanzado, vino varias veces a Perfil. Nunca tuve una relación muy cercana. 

—¿Era respetuoso?

—Con él, más allá de las discusiones al aire, el trato fue mucho más respetuoso. Fuera del aire, era absolutamente cercano. Nunca lo vi en otro lugar que no sea la redacción o el estudio. Más cercano que lo que uno fue ahora. 

—¿Lo entrevistaría?

—Me cuesta. Me cuesta pensar qué sería lo constructivo de la entrevista a Milei, desde mi punto de vista. No me gusta hacer entrevistas para pelearme. No me gusta la agresión. Al aire he tenido personajes con quienes me pelee, y le rehuyó quizás por mi sangre asturiana. Siento que correría ese riesgo con el Presidente. 

—¿Está de acuerdo con la eliminación de la pauta oficial?

—En sí, no me parece un concepto que habría que cancelar. La pauta oficial no debería funcionar como premio y castigo a amigos y enemigos. Sí debería funcionar como comunicación del Estado a beneficio social, a un interés público. La fecha de pagos jubilados o el calendario de vacunación, eso lo tiene que contar el Estado. Dicho esto, en Argentina se terminó convirtiendo en un instrumento de presión política de los gobiernos. Algunos más y otros menos. 

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