Una sesión que fue una mera formalidad. El problema de los interlocutores. Demasiados papeles sobre la mesa. Una interna de nunca acabar. Los tiempos se acortan para Axel Kicillof, que busca que la Legislatura le apruebe leyes esenciales, pero la rosca navideña es tan densa que podría cocinarse tarde.
El golpe y el naufragio
La provincia de Buenos Aires arrancará el 2025 sin presupuesto y en emergencia. Las negociaciones de última hora por el paquete presupuestario fracasaron y no hubo forma de arribar a un acuerdo. Se abre un panorama incierto y Kicillof tendrá que empezar el año con un ajuste. Guerra de narrativas, tensiones internas y una acusación que cayó mal.
PROVINCIAL30 de diciembre de 2024Cuando Gabriel Katopodis se lanzó a través de la puerta giratoria de la Legislatura bonaerense, ya era tarde, en más de un sentido. El ministro de Infraestructura había sido enviado por el gobernador Axel Kicillof junto a otros dos altos funcionarios como último recurso para intentar destrabar las negociaciones pero la suerte estaba echada. Katopodis era el único de traje; unos peldaños más abajo en la escalinata de entrada lo seguía el ministro de Economía, Pablo López, de camisa azul y con una mochila al hombro, y un poco más abajo, la secretaria general de la Gobernación, Agustina Vila, vestida de rojo furioso. Buscaban salvar el paquete presupuestario del gobernador. Pero a esa hora, nada podía salvarlo.
Una vez más, los diputados y senadores provinciales se habían reunido para debatir la tríada de proyectos enviados por Kicillof, a saber, el presupuesto 2025, el borrador de ley fiscal e impositiva para el año próximo y la autorización para tomar deuda y así afrontar los pagos de la deuda tomada en su momento por su antecesora, María Eugenia Vidal. Y una vez más, la negociación estaba trabadísima. Corrían los minutos de la última prórroga, una muy breve, entregada por la oposición casi a regañadientes y con la advertencia de que no alcanzaría. Efectivamente, no alcanzó, y la provincia de Buenos Aires entrará en el año 2025 sin presupuesto.
Las razones que impidieron arribar al consenso deseado son variadas, pero se impone una consideración numérica. Desde la oposición se venían vertiendo críticas al proyecto de presupuesto (se dijo que era “imposible de aprobar”) y a la ley fiscal (por el aumento en alícuotas de impuestos que afectan al campo y a empresas y propiedades de todo tipo), pero en el gobierno provincial estaban satisfechos porque de todos modos habían conseguido los votos para sancionar ambas iniciativas; el problema era el endeudamiento, que requería el sí de dos tercios de los miembros de las cámaras, no una mayoría simple como los otros proyectos. Y el gobernador no estaba dispuesto a que el paquete pasara incompleto. Su indicación era que se aprobaba todo o no se aprobaba nada.
“Nosotros hicimos todos los esfuerzos y consideramos todo lo que sugirieron. Ahora, lo del endeudamiento es injusto. No queremos tomar deuda nueva, queremos pedir lo necesario para pagar la deuda que nos dejó Vidal”, se quejaba en off una alta fuente del gobierno horas antes de la doble sesión en la que debía tratarse el paquete.
Se trata de vencimientos por más de 1100 millones de dólares que la Provincia debe afrontar este año, efectivamente, para cancelar la deuda contraída durante el mandato de la exgobernadora, que por aquellos tiempos se definía como “orgullosamente bonaerense” y que hoy es diputada por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).
La negociación fue desgastante. Entre otras cosas, porque llevó más de un mes. Kicillof envió los proyectos a fines de noviembre, y desde entonces hasta el viernes 27 de diciembre, ya pasada la Navidad, hubo que pujar para llegar a un consenso con propios y ajenos. Es que el panorama legislativo para el gobierno no es tan malo (el radicalismo está dividido en Diputados y se logró el apoyo de los referenciados en Facundo Manes y Martín Lousteau para estos y otros proyectos; los libertarios también están “partidos” y hay algunos que suelen votar con el peronismo), pero la propia grieta interna en el peronismo metió la cola, como ya lo venimos señalando. El gobernador tuvo que negociar, también, con los intendentes de La Cámpora, y entregar recursos que reclamaban estos jefes comunales, como un fondo adicional para seguridad y dinero extra para los municipios cercanos a los puertos (una historia complicada que ya contamos en otra oportunidad). La postura de los camporistas causó irritación en el gobierno. “Todos los que no acepten lo que manda Axel tal cual lo manda son oposición”, dijo una fuente cercana al gobernador.
Una nota aparte merece uno de los reclamos opositores para aprobar el paquete oficial. Desde el radicalismo quieren que la esposa del senador nacional Maximiliano Abad, Marina Sánchez Herrero, sea designada en la Suprema Corte de Justicia provincial, un pedido llamativamente personal entre las consideraciones en juego. (Abad es uno de los cinco senadores que votaron en contra de la expulsión de Edgardo Kueider de la Cámara alta en el Congreso de la Nación, tras haber sido detenido en Paraguay con más de 200.000 dólares encima.)
Cuando se hizo evidente que el paquete iba a naufragar igual que la semana anterior, el bloque de Unión por la Patria (UxP) en la Cámara baja pidió pasar a un cuarto intermedio, cosa que fue aceptada pero con la condición de que fuera sólo por una hora, y en evidente tono de hastío. En esa breve ventana de tiempo se produjo la rauda visita de Katopodis, López y Vila al palacio legislativo. Se fueron con las manos vacías. Así se cumplió lo que había anunciado el radical Diego Garciarena en medio de la puja con el gobierno: si Kicillof se mantenía en sus trece, el presupuesto se iba a terminar tratando en febrero.
A este fracaso de fin de año lo siguieron sendas conferencias de prensa en las que el oficialismo y la oposición buscaron imponer sus narrativas acerca de lo ocurrido. Los legisladores de UxP destacaron que el diálogo sigue abierto, que ya se habían hecho varias concesiones y que se procurará cerrar un acuerdo para que todo se apruebe en febrero; los bloques del PRO, UCR–Cambio Federal y la Coalición Cívica dijeron que no hubo consenso porque el gobernador “no quería un solo cambio” y que la Provincia no muestra “voluntad política de resolver” el tema.
Más tarde, Kicillof publicó en X (Twitter) un texto en el que afirmaba que la negativa a aprobar el paquete presupuestario había sido un “golpe”, una palabra que en la Argentina nunca es leve. (“Golpe” puede significar una movida que descoloca al adversario, que lo deja en desventaja, o puede significar un contratiempo más o menos grave. Pero aquí, entre nosotros, siempre remite a otra cosa.) También definió la situación post-sesión como un “marco de emergencia” en el que, según anunció, la Provincia buscará reacomodar todos los números para afrontar lo que se viene en 2025.
Por supuesto, hubo respuesta. También a través de X, Garciarena le dirigió a Kicillof un mensaje en el que afirmaba: “Golpe es el que sufren cada día los afiliados de IOMA que no reciben atención. Golpe es el balazo que reciben las familias víctimas de la inseguridad. Golpe es la presión tributaria asfixiante sobre los bonaerenses”.
Desde todos los flancos se acusa a los otros por su excesiva intransigencia y se los responsabiliza por el naufragio de la negociación. Lo cierto es que el año se abre de manera poco auspiciosa para el gobierno, entre otras cosas porque transcurrirá un mes entero sin la ley fiscal y eso supone menores ingresos para la Provincia. Kicillof, que viene denunciando el “ahorcamiento” de su administración por parte del gobierno nacional, tendrá que realizar su propio ajuste hasta que los consensos aparezcan.
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