Tras un nuevo fracaso en la Legislatura, el gobernador bonaerense lanzó un mensaje a sus presuntos aliados: la Provincia debe tener presupuesto antes de fin de año. La fecha ¿definitiva? ahora es el 27. ¿Por qué cuesta tanto llegar a un consenso? El presupuesto fantasma y los cambios a veinte manos. El papel de la interna peronista y la tropa propia que aparece como más dura que la oposición.
Una Legislatura acalambrada se acerca al Día D
Más allá de la media sanción a un proyecto del gobierno de Kicillof, no se avanzó en el tratamiento de las leyes clave (con el presupuesto e impuestos en primer lugar) y la oposición promete seguir resistiendo. Sin consenso y con el reloj corriendo, la mirada está puesta en la sesión del próximo jueves, a la que el oficialismo busca llegar con acuerdos para anudar lo fundamental. El radicalismo sufrió daños colaterales.
POLÍTICA 13 de diciembre de 2024Si el Senado bonaerense convierte en ley el proyecto aprobado ayer en la Legislatura bonaerense para crear un laboratorio estatal de medicamentos, lo primero que deberá fabricar ese laboratorio son pastillas para el dolor de cabeza, y el primer cliente será el gobernador Axel Kicillof.
Ocurre que la media sanción que los diputados provinciales le dieron a la iniciativa oficial es un avance muy modesto en una agenda de fin de año que incluye cuestiones muy disputadas, entre ellas el presupuesto y la ley fiscal impositiva para 2025 que, como venimos diciendo, están trabadísimas, para desesperación del mandatario bonaerense.
En efecto, las cosas no mejoraron mucho en las últimas semanas. El radicalismo sigue diciendo que así no va a apoyar nada y que la discusión va a tener que pasar para febrero. Las negociaciones no avanzan y se acerca el Día D, que es el jueves 19, fecha en que el oficialismo hará el intento de aprobar ambos proyectos.
La del 19 será (o así lo parece) una megasesión, porque a la “ley de leyes” y a la norma impositiva que siempre la acompaña se suman los otros asuntos en los que aún no se logró llegar a un consenso y que, de hecho, forman parte de la misma negociación. Para que el presupuesto y la ley impositiva pasen, Kicillof tiene que poner sobre la mesa la modificación del régimen jubilatorio del Banco de la Provincia de Buenos Aires (Bapro), los 205 pliegos que falta aprobar para cubrir vacantes en el Poder Judicial y también en la propia Suprema Corte bonaerense.
El proyecto de las jubilaciones del Bapro ya fue aprobado por los senadores, pero los bloques opositores en la Cámara baja afirman que, por una cuestión formal, esa aprobación es nula y hay que tratarlo de nuevo. Mientras tanto, el tiempo corre, se acercan las fiestas y la temporada de playa, y el gobierno sigue con el pescado sin vender o, en este caso, con el presupuesto sin aprobar.
El presupuesto en sí es problemático por dos cuestiones. Primero, porque los presupuestos siempre son problemáticos en la provincia de Buenos Aires, y es normal que su tratamiento se dilate mientras el oficialismo intenta hacer pasar la iniciativa con la menor cantidad de cambios posible y la oposición procura lograr lo contrario. Segunda, porque el gobierno nacional, a cargo de Javier Milei, viene dando señales de que una vez más piensa gobernar sin presupuesto, es decir, prorrogando la (claramente obsoleta) previsión de ingresos y gastos que se aprobó para 2023. Y como el presupuesto nacional sirve de guía para el provincial, al no haber presupuesto nacional todo se complica.
El gobierno pretende avanzar, al menos, con la ley fiscal impositiva, ya que si bien hay tiempo para modificar las partidas para gastos según el resultado del tire y afloje con la oposición, cada día que pasa sin aumentar los impuestos significa menos dinero para dedicar a esas mismas partidas. Kicillof no puede darse el lujo de dejar pasar un mes sin tener esa ley (aunque quizás deba hacerlo).
La oposición no la está pasando exactamente bien, tampoco. La aprobación del proyecto para la creación del laboratorio estatal fue posible gracias a que el radicalismo manifestó su grieta interna con dos diputados votando a favor y a contracorriente de su bloque. (Se trata del bloque que responde a Facundo Manes; hay otro que se referencia en Maximiliano Abad. Estamos hablando de una grieta dentro de otra grieta. El propio Manes, de quien se decía que apoyaba la iniciativa de Kicillof, salió a criticarla con dureza, considerándola “un despropósito”. No todos sus diputados lo ven de esa manera.)
La megasesión del jueves se dará con nuevas autoridades en los bloques de diputados, ya que el massista Alexis Guerrera tomará el control de la bancada oficialista en reemplazo del montehermoseño Alejandro Dichiara, en tanto que Matías Ranzini se hará cargo de la del PRO, suplantando a Agustín Forchieri. En la Izquierda, en tanto, el diputado Guillermo Kane se despidió para dejarle su lugar al gremialista Guillermo Pacagnini, en una práctica común en ese espacio, que se asegura de variar sus representantes en el recinto año a año.
Ahora los ojos están puestos en el Senado, porque allí deberán ratificar o rechazar el proyecto del laboratorio y además tratar los otros temas que se vienen arrastrando sin consensos a la vista.
Quizás haga falta, más que un antiséptico, una pomada para los calambres que parecen aquejar al Poder Legislativo bonaerense. De cada lado perciben en la ribera opuesta una rigidez poco saludable para la negociación. Lo cierto es que el panorama está complicado y todo podría terminar debatiéndose en febrero o, como aventuró un legislador, incluso en marzo. Y hay materias que Kicillof prefiere aprobar en diciembre.
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