
IA, campañas y poder: los nuevos dilemas de la comunicación política en la Argentina
La inteligencia artificial ya no es solo una herramienta: es un actor que reconfigura la competencia electoral y desafía la autonomía cognitiva de los votantes.


Mientras la política aún discute por qué Milei, este outsider, es Presidente de la Argentina, sin haber recorrido y por lo tanto conocido el país que gobierna; el primer mandatario avanza con sus políticas y la gente tolera sus trágicos ajustes.
ANALISIS 13 de diciembre de 2024
Maria Herminia Grande
La sociedad argentina, mayoritariamente, abrazó su motosierra con la conciencia de que le serían amputados gran parte de sus beneficios. Parecería una locura (prima facie), sucede que la nueva democracia con sus cuarenta años (cuando fue electo), no le posibilitó una economía estable, previsible. Aquí cuenta aquello de “es la economía estúpido”. No es casual que por esta deuda, Argentina amontonó personas en la pobreza. En la indigencia. En el descarte. Y fue hablando de ellos –los pobres- como un número. Su cuantificación pasó a ser un elemento de discusión, pero no de resolución. Y sigue siéndolo.

Milei sigue con su medicina electoral y promete aumentar la dosis de la motosierra y su clásico: “¡afuera!”. Hasta aquí le dio resultado. Un sector de la población apoya con un pequeño disfrute pensando “que sufran como yo”; otros piensan que sobran quienes trabajan en el Estado, porque ven realizado su sueño.
Por una u otra razón, caminamos –si nadie contradice este andar con una propuesta distinta y creíble-, hacia una Argentina que no volverá a tener clase media.
El Presidente sigue sin decir una sola palabra sobre la industria. Fomenta una histórica y superada antinomia campo vs. industria. Al campo le sigue prometiendo, como ocurrió esta semana, baja de retenciones. Y a la industria: nada. En el medio las pymes generadoras y sostenedoras de empleo enfrentan un panorama atroz. Según Daniel Rosato , presidente de Pymes Industriales Argentinos: “En un informe de hace unos días alertamos; si se levanta el cepo, si no se baja el costo energético, si no se baja la presión impositiva, sumada a la apertura indiscriminada de las importaciones, en el 2025 van a cerrar 25 mil pymes argentinas y se van a perder 300 mil puestos de trabajo. Esas 25 mil pymes representan el 5% del sector productivo nacional”. La apertura indiscriminada es un problema especialmente para el sector textil que desaparecerá aplastado por el gigante asiático.

Bajar la inflación, obsesión del Presidente; junto al déficit cero, son –debieran ser-, punto de partida para encarar los otros temas que Argentina necesita resolver. Entre paréntesis, la inflación dejó de ser un problema en el mundo. Argentina debería ir a un dígito anual.
Nuestro país necesita un plan económico para crecer, desandar la desocupación, mejorar salarios, para incentivar el consumo. El RIGI, como único plan a hoy, no alcanza. Porque si bien son capitales intensivos, no generan mano de obra intensiva.
FOPEA advierte –a un año del gobierno libertario-, sobre los ataques al periodismo. Su observatorio, registra un ataque del Presidente y su gobierno cada dos días. (173 ataques) . Tal vez, aquí lo novedoso, sean las agresiones paraestatales, protagonizadas por quienes ocupan cargos públicos o vinculados al Estado. Cabe recordar que en la concepción presidencial, los trolls, aupados monetariamente por el Estado, no figuran en la lista del deber.
La polarización está más viva que nunca. Los protagonistas del centro político, desertan lamentablemente sin siquiera intentarlo. Argentina y su futuro es un gran interrogante.

La inteligencia artificial ya no es solo una herramienta: es un actor que reconfigura la competencia electoral y desafía la autonomía cognitiva de los votantes.

La negociación por el presupuesto bonaerense se aceleró a más no poder. El gobernador busca tenerlo aprobado (por fin) antes de que cambie la composición de la Legislatura. Es una aspiración cuestionable: los dos proyectos anteriores fracasaron con esta misma integración, y el mandatario no está dispuesto a ceder tampoco esta vez.

El clima interno del peronismo bonaerense volvió a tensarse luego de una serie de movimientos que dejaron expuesta la estrategia —o el intento de estrategia— de Mayra Mendoza para instalarse como figura de una supuesta rebelión interna contra la conducción histórica del espacio. Pero el intento duró apenas un suspiro: la superestructura partidaria le frenó el impulso antes de que su postura pudiera transformarse en algo más que una foto de ocasión.

La llamada “guerra cultural” de la ultraderecha latinoamericana ya no es un fenómeno aislado. Lo que comenzó como un experimento digital en Brasil a mediados de la década pasada se ha convertido en una red transnacional que emplea bots, influencers, medios digitales y campañas coordinadas de desinformación para erosionar gobiernos progresistas e instalar agendas conservadoras.

Hace unos meses —que hoy parecen años— antes de que Elon Musk saliera eyectado de la administración Trump como si fuera uno de sus propios cohetes, nos preguntamos sobre la influencia de las redes sociales en el debate público y la calidad democrática.

Javier Milei no solo tiñó de violeta el mapa argentino: consiguió algo más raro aún, paciencia. En una elección marcada por el miedo y la emocionalidad, el país convirtió las legislativas en un plebiscito sobre su figura. El resultado, más que un aval, fue un salvataje: Milei recuperó aire y deberá traducir su milagro electoral en gobernabilidad. Indudable: salió de estar colgado del travesaño a meter un contraataque letal que terminó en gol a favor.