Las trampas de la pobreza

Hace algunas semanas, se publicó un informe del Banco Mundial en el que se detallan las cuatro “trampas de pobreza” que hacen que, aun con el fortalecimiento de políticas para reducirla, la pobreza persista en Argentina.

ECONOMÍA11 de noviembre de 2024 Mg. isabel Turri y Mg. Rosario Porthé
indigencia

La continuidad de la pobreza en Argentina se debe a factores como la inestabilidad económica recurrente, marcada por inflación y crisis fiscales, que afectan el poder adquisitivo y limitan el crecimiento sostenido. La desigualdad estructural y el desempleo también contribuyen a la distribución desigual del ingreso, mientras que las políticas sociales han mitigado parcialmente la pobreza sin resolverla de manera sostenible. Esta combinación de factores perpetúa la pobreza y plantea un desafío continuo para el desarrollo del país.

La primera trampa mencionada es el Desbalance fiscal e inflación, un círculo vicioso que limita la eficiencia distributiva.

Según el informe, la inflación ha sido uno de los determinantes más importantes de la pobreza en Argentina. Esto es así en cuanto el consumo de productos para el hogar representa una mayor proporción de los ingresos entre los pobres que en el caso de más ricos, cuyos ingresos pueden ser distribuidos en otros rubros, incluido el ahorro. Esta desventaja se profundiza, cuando los precios de bienes de la canasta básica aumentan a un ritmo superior al del aumento de los precios en general, como sucede con frecuencia en Argentina. 

Al mismo tiempo, la falta de empleo de calidad y la informalidad que predomina en el mercado laboral argentino han interactuado con la aceleración de la inflación reduciendo los salarios reales, ya que los ingresos de la mayor parte de los trabajadores no están indexados según la inflación. Si a este contexto inflacionario le sumamos los desequilibrios fiscales se encadena un círculo difícil de romper. Los mecanismos de indexación de pensiones y transferencias sociales sumados a las políticas de refuerzos de ingresos y de subsidios, intentan compensar las pérdidas del valor real de los ingresos y mitigar la probabilidad de que la población caiga en la pobreza y pobreza extrema, pero se vuelven difíciles de financiar y pueden terminar retroalimentando la inflación.

Si bien se está trabajando en esto, es necesario sostener en el tiempo niveles de inflación baja y un equilibrio fiscal estable para que el resultado se vea reflejado en mejoras con respecto a los niveles de pobreza. Sin embargo, el déficit y la inflación no son la única trampa que encuentra la persistencia de la pobreza en Argentina.

La segunda trampa a la que se hace mención es la existencia de desequilibrios intergeneracionales y geográficos. 

Según el informe, una mayor incidencia de pobreza entre los niños y adolescentes y un gasto social sesgado hacia la población mayor se traducen en pobreza crónica y falta de movilidad social. En este sentido, la persistencia de la pobreza en el ciclo de vida debilita los mecanismos de inclusión y perpetúa las desventajas. 

Es un hecho que, para salir de la trampa intergeneracional de la pobreza, resulta primordial fortalecer el capital humano, que se encuentra entre las principales limitaciones, sobre todo en términos de rendimiento escolar y nutrición.

De acuerdo con el informe, en Argentina existe un sesgo en el gasto social desde la perspectiva intergeneracional.

Por ejemplo, el gasto en pensiones representaba en 2023 un estimado de 6 veces el gasto por concepto de asignaciones familiares contributivas, y el gasto en pensiones no contributivas un estimado de 3 veces el gasto en programas de asistencia dirigidos a la niñez y la adolescencia (ONP-UNICEF, INSSJP y Ministerio de Economía). Dato que puede llegar a sonar sorprendente si tenemos en cuenta la precariedad en la que viven la mayoría de los jubilados argentinos. En este sentido, resulta interesante volver a la entrevista que dio a este mismo medio Rafael Rofman, donde hace mención sobre la necesidad de buscar la eficiencia distributiva dentro del sistema previsional. 

Por su parte, la dimensión geográfica muestra que la pobreza se superpone con las oportunidades limitadas de empleo productivo y las brechas de acceso a los servicios. En este sentido, los escasos datos disponibles no permiten el análisis de los patrones y las dinámicas de la pobreza a nivel local. Sin duda, una mejor comprensión de las condiciones en las que reside la población en áreas rurales y ciudades pequeñas es fundamental para abordar las desigualdades y diseñar e implementar instrumentos de política eficientes para atacar la pobreza.

La tercera trampa que encuentran para la persistencia de la pobreza en Argentina es la espiral de baja productividad y vulnerabilidad de los ingresos.

Está claro que esta baja productividad se relaciona directamente con el punto señalado más arriba acerca de la dificultad que se da en el fortalecimiento del capital humano debido a la elevada proporción de niños pobres que consigo trae, entre otras cuestiones, malnutrición y precariedad en las condiciones de escolarización. Sin estas condiciones, no solo es imposible salir de la pobreza, sino que se hace extremadamente difícil la movilidad social.

Este espiral de baja productividad, informalidad, empleo de baja calidad, volatilidad en los ingresos, y pobreza, se exacerba, además en un contexto de desequilibrios macroeconómicos

La principal fuente de ingresos de los hogares pobres proviene de fuentes de trabajo informales, frecuentemente precarias. Dos tercios de los trabajadores pobres tienen empleos asalariados informales que, como ya mencionamos, no ven protegidos sus ingresos laborales del efecto corrosivo de la inflación. 

Eliminar esta espiral sin duda no es un trabajo de un día para el otro: es una construcción de largo plazo. En este sentido resulta fundamental brindar herramientas, recursos y condiciones de vida dignas para que los niños de hoy en día lleguen a la edad adulta con un nivel de productividad que les permita acceder a empleos calificados. Pero, por otro lado, esos empleos deben ser generados. Ahí es donde se necesita fortalecer la economía y revisar las condiciones del mercado laboral argentino. 

Por último, en el informe se menciona los riesgos más frecuentes de choques climáticos como la cuarta trampa de la pobreza en Argentina. Según se indica, el cambio climático, los shocks climáticos y otras crisis relacionadas presentan riesgos críticos para la actividad económica en la agricultura y la mejora del bienestar de la población.

Particularmente para la población pobre y vulnerable, los choques climáticos pueden significar pérdidas en sus escasos activos y la erosión de gran parte de los beneficios de asistencia social existentes. Por su parte, las poblaciones que enfrentan bajo nivel de acceso al agua limpia y saneamiento, cuyas viviendas están construidas con materiales precarios, o en zonas de alto riesgo de inundación tienen más riesgo de ser afectadas por crisis climáticas. 

Sin duda, las reformas que se requieren para salir de la pobreza son complejas y exigen un arduo trabajo que debe sostenerse en el largo plazo.  Esta claro que los resultados van a tardar en verse reflejados en la sociedad y es por eso que es necesario empezar cuanto antes a atacar las diferentes limitaciones estructurales que enfrentan la economía y los hogares. 

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