
IA, campañas y poder: los nuevos dilemas de la comunicación política en la Argentina
La inteligencia artificial ya no es solo una herramienta: es un actor que reconfigura la competencia electoral y desafía la autonomía cognitiva de los votantes.


No caben dudas que la Argentina política se está reformateando. Los partidos van de fragmentación en fragmentación. Eso sí, la agenda la sigue manejando el presidente Milei, que también las sufre en su partido (LLA), antes de constituirlo. Tal vez sea el llamado mal de época.
ANALISIS 30 de octubre de 2024
Maria Herminia Grande
Del PRO queda su historia y un poco más: CABA, y desde allí, debe Mauricio Macri jugar sus cartas con algún falso envido para evitar que Milei no se lo fagocite.
El partido Justicialista con su elección judicializada, pasó a ser la trinchera que eligió Cristina Fernández de Kirchner para rearmarse e intentar manejar la lapicera el próximo 2025.
Pareciera que adueñarse de los extremos es la consigna.
Macri a pesar de intentar derechizarse, no puede con un Milei que le gana con su extrema derecha.
El peronista Quintela intentaba -¿aún lo intenta?- ser el bastión que pueda expresar un peronismo no kirchnerista. Ha entendido que con el pasado es casi imposible construir futuro.
En el caso de la UCR, la creación del bloque “Democracia para siempre” es producto sencillamente de un dilema: estar o no con Milei. Entreparéntesis la oquedad de valores identitarios hace muy difícil decir NO cuando el oficialismo llama. Entonces (y esto se vive en todos los espacios), aparecen los oficialismos clandestinos que podemos definirlos así: “porque somos claramente opositores votamos lo que el oficialismo nos pide” . Es verdad que las circunstancias vuelven a los opositores posibles oficialismos, pero es por la empatía, antes eran los proyectos, lo que convierte a un grupo de dirigentes políticos en oficialistas.
El flamante bloque conducido por Pablo Juliano, intenta con esta escisión dar rienda suelta a las convicciones de los integrantes, tal vez buscando el reflejo lejano de Raúl Alfonsín. Allí está Facundo Manes que quiere persuadir con un proyecto que no grite, no insulte, y sí explique, escuche y dialogue. Tal vez demasiado para esta época, pero como dice Raúl Timerman “algún día la gente se va a cansar de los extremos” .
El Presidente insulta y desea manejar a los periodistas y a los medios. Con desagrado esta cronista vio como Martín Menem le pedía explicaciones y retaba a un periodista de TN, porque luego de haber entrevistado al Presidente donde éste insultó y agravió a Marcelo Bonelli (hombre de ese canal), el medio le otorgó derecho a réplica.
Pero todo pasa de largo porque el sector financiero está muy satisfecho con el hacer del gobierno. Sus negocios van bien. Y hay que sostenerlo. No importa la pobreza, ellos no la sufren. No importa la desocupación, no es su problema. No importa la parálisis de fábricas y comercios, ellos no tienen puesto su interés allí. Argentina deberá despertar de este letargo.
Carlos Pellegrini (generación admirada por Milei), afirmaba “Sin industria no hay nación”

La inteligencia artificial ya no es solo una herramienta: es un actor que reconfigura la competencia electoral y desafía la autonomía cognitiva de los votantes.

La negociación por el presupuesto bonaerense se aceleró a más no poder. El gobernador busca tenerlo aprobado (por fin) antes de que cambie la composición de la Legislatura. Es una aspiración cuestionable: los dos proyectos anteriores fracasaron con esta misma integración, y el mandatario no está dispuesto a ceder tampoco esta vez.

El clima interno del peronismo bonaerense volvió a tensarse luego de una serie de movimientos que dejaron expuesta la estrategia —o el intento de estrategia— de Mayra Mendoza para instalarse como figura de una supuesta rebelión interna contra la conducción histórica del espacio. Pero el intento duró apenas un suspiro: la superestructura partidaria le frenó el impulso antes de que su postura pudiera transformarse en algo más que una foto de ocasión.

La llamada “guerra cultural” de la ultraderecha latinoamericana ya no es un fenómeno aislado. Lo que comenzó como un experimento digital en Brasil a mediados de la década pasada se ha convertido en una red transnacional que emplea bots, influencers, medios digitales y campañas coordinadas de desinformación para erosionar gobiernos progresistas e instalar agendas conservadoras.

Hace unos meses —que hoy parecen años— antes de que Elon Musk saliera eyectado de la administración Trump como si fuera uno de sus propios cohetes, nos preguntamos sobre la influencia de las redes sociales en el debate público y la calidad democrática.

Javier Milei no solo tiñó de violeta el mapa argentino: consiguió algo más raro aún, paciencia. En una elección marcada por el miedo y la emocionalidad, el país convirtió las legislativas en un plebiscito sobre su figura. El resultado, más que un aval, fue un salvataje: Milei recuperó aire y deberá traducir su milagro electoral en gobernabilidad. Indudable: salió de estar colgado del travesaño a meter un contraataque letal que terminó en gol a favor.