Antonio Sola: “Javier Milei es un líder de transición”

A sus 52 años años, con más de 500 campañas electorales al hombro y un porcentaje de triunfos por encima del 75 por ciento, el consultor y asesor político español conversó con Politicar sobre una nueva civilización que se está desarrollando. A su juicio, el sistema político “detonó por dentro” y estamos transitando el camino hacia nuevos criterios de representatividad, participación e, incluso, comunicación.

ENTREVISTAS 20 de octubre de 2024 Andrés Miquel
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Antonio Sola

“Son presidentes que están en un momento muy específico y conectan lo que se está dejando producto del cambio en la civilización y lo que está llegando y que no termina de llegar”, advierte Antonio Sola sobre mandatario como Javier Milei, Nayib Bukele o Claudia Sheinbaum. Tiene una mirada que roza lo apocalíptico en algunos ejes del futuro, pero sostiene y realza el valor de la responsabilidad ciudadana por encima de aquellos que obtienen la representatividad en una elección.

“A la vieja política no le interesa estimular la nueva y a la nueva le interesa matar la vieja”, es una de las frases que resuena en más de una hora con Sola, reconocido consultor y estratega político. En diálogo con Politicar, sostiene que la polarización es una herramienta que los gobiernos no podrán sostener porque se arriba a una etapa donde los liderazgos deben ser comprensivos, colaborativos y cooperativos.

En su mochila, y tras 18 años de trabajo, cuenta que ganó 19 presidencias, tanto en África, en Europa y en América. Al mismo tiempo, reconoce que el momento más gratificante fue cuando su esposa, Susana González, asumió como prefecta del Guayas, provincia ecuatoriana en la que reside. “Ha sido mi primera experiencia como primer damo, lo que también me dio un nuevo ángulo en mi profesión que me llevó a entender el rol de las parejas”, señala.

Instalado en Ecuador, comienza sus análisis al ser consultado sobre su visión acerca de la situación política que vive Latinoamérica. Pero Sola, fue más allá…

—Déjame elevarme un poco más para verlo mundial. Me parece que estamos en un cambio de civilización. Está muriendo una, o varias, y está naciendo una o varias, como nunca antes en la historia de la humanidad: rápida y sin control. Todos tenemos una enorme responsabilidad por tratar de encauzar, darle gobernabilidad y comprensión, a lo que esta pasando en este cambio que se manifiesta en muchas cosas. Entre ellas, el fin de las religiones como hasta ahora las hemos concebido, el fin de los ciclos políticos como hasta ahora los hemos concebido, y el nacimiento de una la generación de nuevos seres humanos nacidos en los años 2000 que ya están votando, que tienen más de 18 años y que tienen un desarrollo cerebral muy evolucionado, con nuevas características que le permiten ser más holísticos. Estos 3 factores que afectan a la industria del marketing político y la política, me lleva a decir que estamos en una profunda crisis política en el mundo.

—¿Por qué?

—Tenemos 4 mil millones de personas que viven con menos de 5 dólares al día, mil millones con menos de 1 dólar, 750 millones en trata que es la esclavitud moderna, y tenemos el sistema de la política tradicional absolutamente detonado por dentro que no puede abastecer de soluciones a los grandes problemas que hoy tenemos las personas en los hogares. No los grandes problemas que puede tener Haití, Sudán o Estados Unidos, sino lo que afecta a cada persona. Esta todo roto. En esa rotura es que se produce la elección de liderazgos de transición.

—¿Cuáles son esos liderazgos?

—Javier Milei, Nayib Bukele de El Salvador, Claudia Sheinbaum en México o Pedro Sánchez en España, son todos presidentes de transición. Significa que son presidentes que están en un momento muy específico y conectan lo que se está dejando producto del cambio en la civilización y lo que está llegando y que no termina de llegar. Es decir, una nueva civilización con normas nuevas, reglas nuevas, vocabularios nuevos, comportamientos nuevos. Todo lo que viene está siendo, de alguna manera, procesado como nuevo. Lo que hoy tenemos no es la solución definitiva a los problemas que vamos a tener los próximos cien años. Todo está en una olla de presión que hay que administrar para que no explote. Estamos al borde una tercera Guerra Mundial que tiene que ver con lucha de recursos naturales. No es una mirada negativa, es que tenemos gran responsabilidad.

—Teniendo en cuenta el formato de Milei, ¿esta transición va de la mano de que se eliminen palabras como el consenso?

—Los presidentes como Milei requieren la polarización para subsistir, y eso no necesita consenso. La polarización es un estiramiento de los extremos para quedarse con una cuota del mercado electoral que permita tener gobernabilidad. Además, el cansancio de los ciudadanos no pide consensos. Los ciudadanos están hartos, hastiados y asqueados de la política que los trajo hasta aquí. Entonces, la polarización de presidentes nuevos como Milei en Argentina, Xiomara Castro en Honduras, Bukele en el Salvador, o Gustavo Petro en Colombia, es un instrumento que me dice que se capitaliza o toma el cansancio de ciudadanos para ganar una elección. Y, estando en el gobierno, quiero mantener la polarización, por lo tanto, no necesito del consenso con la política que se está yendo y me permite disponer de un discurso que uno cree que es para adelante.

—¿Lo es?

—En los años setenta, cuando yo nací, se creó el primer coche eléctrico. Pero, recién lo estamos usando ahora porque a la industria del petróleo nunca le intereso estimular la energía verde. Así, a la vieja política no le interesa estimular la nueva y a la nueva le interesa matar la vieja. Por eso existe esa polarización, algo que tensa a los ciudadanos. Por eso es un periodo de transición que creo se terminará pronto, y me refiero a los próximos quince años.

—¿Eso es inevitable?

—Alguna vez un docente me dijo, en medio de una discusión, por qué te quieres poner delante del rio para detener el agua con los brazos abiertos. O nos adaptamos al cambio o el cambio nos va a atropellar. Entre la generación que nació previo a los años noventa y la de los años 2000, hay una enorme capacidad para incorporar tecnología dentro del cuerpo. Ya se están desarrollando pruebas en humanos con la incorporación de un chip en el hipotálamo que permite hablar de manera telepática. Esta prueba se hizo hace 3 años y hoy ya se está instalando esa capacidad. Vamos a perder las cuerdas vocales y nos vamos a comunicar de otra forma porque el sistema físico y biológico que tenemos no va a ser útil. El chip de Elon Musk permite a un cuadripléjico levantarse. La especie humana va a dejar de ser esta especie humana. Vamos a ser biónicos, vamos a vivir de otra manera, con otro lenguaje y con otra política. No podemos hacer nada al respecto, esto va a suceder.

—¿Qué características deberán tener los nuevos liderazgos para esta nueva civilización que describe?

—Creo que, una vez más, en el mundo humano, la economía le impone y le exige a la política la forma en que se debe gobernar en los próximos años. Esa es la economía colaborativa y la cooperativa. Cuando tienes a chico de 10 años que se mete en las noches como gammer a una partida con un ruso, un israelí, un palestino, un chino y un mauritano, no hay barreras. Juegan, cooperan y colaboran. En Liberia, país de 7 millones de habitantes y una de las diez economías más pobres del mundo, mensualmente los chicos y chicas se gastan entre 2 y 5 millones de dólares para conectarse a jugar con un argentino, un chileno y un francés. No hablan el mismo idioma, no comparten la cultura, no tienen la misma situación económica, pero cooperan y colaboran. Entonces, los liderazgos políticos necesitan ser colaborativos y cooperativos y, eso, no es hoy Bukele ni Milei porque no creen que tienen cooperar y colaborar.

—¿Deben ser empáticos?

—Necesitamos que sean solidarios, altruistas y compasivos, en términos religiosos, sino en la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Y tiene un componente más: asociarse a los valores de lo femenino. No hablo de feminazis ni nada de eso, sino a los valores de lo femenino que pasan a ser cruciales en el planeta. No sólo necesitamos más mujeres en el gobierno, sino hombres y mujeres asociados a estos valores. A esto les llamo lideres prana, que son partículas del universo que tienen múltiples conexiones. Los próximos líderes serán de múltiple conexión y comprensivos en sociedades totalmente doloridas. Nos levantamos y nos pasamos gran parte del día maltratados por nosotros mismos donde los liderazgos no resuelven lo que nos pasa.

—¿Cómo se percibe en el mundo la agresividad discursiva de Milei? 

—Este tipo de presidentes llegan porque capitaliza el profundo dolor y hartazgo de nuestros pueblos con la clase política. Esa capitalización que te permite ganar la elección está basada en algo venenoso que da poder en minúscula. Después está el poder con mayúscula, que tiene que ver con la divinidad, tal como la quieras concebir. Nosotros estamos en el poder con minúscula. Hay mucho de eso en la política, y está hecho con las miserias más grandes del ser humano. Ahora, respecto a cómo se ve a Milei, a Sheinbaum, a Trump o a Lula, es que son fenómenos incompresibles para quienes no viven en esos países. Uno podría pensar que hay un hilo conductor, pero tiene que ver con lo que está pasando en sociedades. Lo que une a un presidente libertario de Argentina con una presidenta formada en el ala comunista en México, es el “ya basta”. Más allá de lo que sucede en nuestros países, lo que sucede en Argentina se ve con signo de admiración. ¿Será eso lo que Argentina necesita? Creo que estamos en un laboratorio de dimensiones gigantescas. Es un laboratorio de espanto. Eso es lo nuevo. Y créeme que tengo más preguntas que respuestas.

—Macri apostó por el cambio y a los dos años demostró un fracaso porque la sociedad no toleró el ajuste. Milei, a pesar del ajuste, mantiene un apoyo que aún se percibe en las encuestas. ¿Hasta cuándo dura el efecto de este acompañamiento?

—Eso no lo sé, pero, lo que sí sé, es que los ciclos son mucho más cortos. El kirchnerismo representado en Alberto Fernández pensó que después de Macri iba a aguantar veinte años más. El panismo, después de Fox y Calderón en México, pensó que se iba a mantener como el PRI y se fue. Tenemos el caso de España, donde tuvimos presidentes longevos como Felipe González por 13 años, Aznar por 8, Rodríguez Zapatero por 8, ya Rajoy por 6 años y medio, y hoy Sánchez no sabemos cuánto podrá aguantar. Pero, lo peor, es que en el camino los que fueron opositores, como Pablo iglesias, ya no existen. La trituradora de la política se come todo. ¿Cuánto puede aguantar Milei? Vamos a ver. Yo creo que su aprobación se va a mantener una temporada. Con un capítulo, no sé si le va a dar para el segundo. Es probable que le dé el pellejo para la reelección, pero no para una segunda temporada. Si llega a reelección, tendrá que cambiar muchas cosas. Esa dinámica que tiene no creo que pueda permanecer en Argentina.  

—¿Considera que las alternativas pueden provenir de figuras que ya estuvieron, como Cristina Kirchner, o tiene que ser una figura nueva?

—No nueva. Lo nuevo no califica para lo que viene porque es un término del pasado. Pero mientras llega eso, que no se qué será, habrá politicteinment, o política del entretenimiento. Los políticos compiten contra el entretenimiento. Además, en sí misma, la política se ha convertido en entretenimiento. Y Cristina entretiene muy bien, ¿por qué no va a volver? Es una desgracia esto que digo, pero es así. Claro que el pasado puede volver, porque el pasado no se ha terminado de ir y está gritando desesperadamente para ser escuchado. Si hay hartazgo, el pasado puede ser una oportunidad mientras termina de nacer bien lo que viene.

—¿Cree Cristina Kirchner se aggiornó y ensaya un perfil más agresivo en sus redes?

—No sé si se aggiornó. Es el pasado hecho redes. Pero no nos vayamos con quien mas grita, porque esto es más profundo. El mundo que vivimos nos angustia porque no vemos la luz al final del túnel. No nos preguntamos que es lo que puedo hacer para vivir en un estado de máxima felicidad posible conmigo y los demás. Tenemos que poner todos de nuestra parte. No es responsabilidad de Cristina o Milei. La revolución que se viene es de abajo hacia arriba y no es con misil. No es solo elegir y exigir cuentas.

—En una entrevista menciona el valor de la ley del abrazo y la cercanía de los candidatos con la gente. ¿Es necesario revalidarlo?

—Estamos necesitando liderazgos que no son los que fueron después de la Segunda Guerra Mundial, como Winston Churchill o François Mitterrand, por ejemplo. La política se ha vuelto un mate, es para ahora porque cuando se enfría hay que cambiar la yerba. Lo que trasciende eso es que nos podamos mirar a los ojos y pensar en una solución. No se puede pensar que la solución va llegar de una sola persona. Todos está entre mezclado. Y ojo con algo, que, antes, para hablar con Dios necesitabas al cura pero hoy puedes hacerlo con una aplicación. Hoy no necesitas ir al banco. Es decir, la intermediación religiosa murió, la intermediación financiera murió, la intermediación política está muriendo. Las intermediaciones se acabaron, aunque parecen que no. ¿Es Milei el líder necesario? No, porque cree que es el intermediario de Dios.

—¿La salida de la intermediación puede llevar a que la sociedad delegue la representatividad en, por ejemplo, la inteligencia artificial?

—A finales de esta transición vamos a cogobernar con la inteligencia artificial. En Japón ya salió tercero un candidato robot, así que tu pregunta ya es vieja. Pero, lo que salva a esta especia es que la IA no puede sentir. Mientras sintamos y ellos no, podemos lograrlo. Vamos a tener presidente de IA o primer ministro, sí, pero la diferencia es que nosotros sentimos que somos, no pensamos que somos. Eso nos puede salvar. Creo que la IA nos puede resolver graves problemas cuánticos y nos puede permitir incluso expansión a otros planetas e iniciar otras civilizaciones. Por eso creo que hay que aprovechar la IA. A su vez, propongo que tenemos que enterrar las democracias que nos trajeron hasta acá y crear una nueva. Y nueva democracia es digital, directa y participativa. Tenemos que lograr incorporar a las personas en la toma de decisiones.

—¿Cree que se le puede dar una batalla a la IA?

—Vamos a estar cogobernados por IA. ¿Podemos salvarnos?, Sí, pero mientras tengamos la capacidad de sentir. De ser así, necesitamos establecer candados y blindajes para tener espacios de cooperación y colaboración entre la espacie humana. Eso no se está haciendo. La democracia digital que se está imponiendo en nuestros países está hecha con el algoritmo comercial de las grandes plataformas a las que todos nos entregamos. El algoritmo es comercial. Si nosotros como ciudadanos no empezamos a estimular el algoritmo democrático, que no es el publicitario, para que podamos gobernarnos los próximos veinte años, vamos a terminar donde no queremos.

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