Abásolo: “El Presidente no está bien y su salud mental debe ser evaluada”

Forense de trayectoria y docente universitario, José Abásolo repasa su carrera —del Borda a su pericia clave en el caso Cabezas— y explica por qué, desde la psiquiatría forense, pidió una evaluación clínica del presidente Javier Milei. En una entrevista coproducida por Politicar Magazine y Los Dos Lados Psicosis, plantea un debate público sobre salud mental, lenguaje y responsabilidad institucional.

ENTREVISTAS 02 de octubre de 2025
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Por Lic. Karina Agüero  (Los Dos Lados Psicosis)

José Abásolo se recibió de médico hace 49 años y ejerce como psiquiatra desde 1980. Se desempeñó en el Poder Judicial durante 32 años (  1986), fue jefe de guardia durante 7 años en el Hospital Borda y es docente auxiliar en la UBA y en la UCA.  Su participación fue clave en el Juicio por el asesinato de José Luis Cabezas: determinó que el “testigo estrella”, Carlos Redruello, era mitómano. Diagnosticó Síndrome de Duprés (mentiroso patológico), y su pericia fue decisiva: desacreditó un testimonio central y reorientó la investigación hacia el magnate Alfredo Yabrán. Redruello, se supo luego, era informante de la Policía Bonaerense y que había acusado por el crimen a una banda delictiva marplatense. Se trató de un testigo “implantado” en la causa que luego determinó la responsabilidad del empresario en el asesinato del recordado reportero gráfico. 

Abásolo, no suele dar entrevistas, ni participar en debates públicos, pero en julio de este año su nombre volvió al protagonismo mediático, cuando fue entrevistado en el programa Contracara, que conduce el periodista y analista político Juan Manuel Soaje Pinto por el Canal TLV1. Allí, el experimentado psiquiatra dio su opinión sobre la situación psíquica del presidente Javier Milei, donde como perito forense -un profesional al servicio de la administración de Justicia "arriesgo como diagnóstico presuntivo una psicosis crónica con delirio polimorfo que debe ser corroborado por profesionales especialistas”. Con lo cual se trata de un trastorno mental grave que requiere tratamiento inmediato. Esto generó una gran repercusión mediática con un sinfín de opiniones y polémicas, con acusaciones y también con felicitaciones por su valentía, todo en un clima de grieta impermeable a cualquier discusión en términos racionales e institucionales.

Por esta razón, Politicar Magazine a través de su director, Lic. Luciano Ronzoni Guzmán convocó a la Lic. en Psicopedagogía y Especializada en Psicoanálisis Karina Agüero, que dirige el canal multiplataforma Los dos lados psicosis, desde el cual realiza un importante trabajo psicoeducativo, para realizar esta entrevista en coproducción.

“Por la sensibilidad del tema, ya que se trata de la persona que ejerce la Primera Magistratura del país,  buscamos que fuera realizada por una profesional de la salud mental, comprometida con la psicoeducación comunitaria, y que la misma se centre en la opinión del Dr. Abásolo sobre la situación mental del presidente Javier Milei, ya que es un debate necesario y público”, aseguró Ronzoni Guzmán quién agregó “pensamos que esta entrevista requería una comunicadora con un perfil que no fuera político, especializada en salud mental, para lograr la máxima objetividad sin caer en el partidismo, ni en la grieta política. Esta tarea busca además poner en debate la situación de la salud mental en la Argentina, por ello la Lic. Agüero, tiene un destacado trabajo en el área y es una profesional de probidad intachable”. 

Entrevista 

KA: Nos parece muy importante comenzar la entrevista con su trabajo, su desempeño profesional, que es muy extenso y que se desempeñó como perito en psiquiatría forense.

JA-Me recibí de médico en 1976, especializado en psiquiatría en 1980, disciplina a la que siempre estuve vinculado. Mi padre fue médico psiquiatra y fue director del Hospital Borda. Con orgullo digo que mis hijos tienen padre, abuelo y bisabuelo psiquiatra. Porque por parte de mi señora, el abuelo de ella era un psiquiatra de Río de Janeiro, Antonio Xavier de Oliveira, que escribió muchos libros y fue diputado en su época. Mi especialidad es lo que más me gustó. Conocí el Borda en el año 1959. Era otro Borda, se llamaba todavía Hospicio de las Mercedes. Tengo casi 74 años y voy a cumplir 50 de psiquiatra. Después me casé, tengo cinco hijos también médicos y abogados, y casi 13 nietos porque hay uno en camino también. Siempre quise formar una familia, era un desafío glorioso. Lo viví siempre de esa manera y gracias a Dios ocurrió.

-Es maravilloso lo que está diciendo porque la familia fue perdiendo lugar en los últimos tiempos.

-La familia no son solo células de la sociedad, es una comunidad de vida, de amor y escuela de virtudes. En realidad, si la educación es conducir a una persona hacia el lado de la virtud, ¿qué mejores docentes que los padres? Docentes afectivos, docentes intelectivos y volitivos también, porque en general el padre y la madre, ambos, en su compromiso con lo familiar, constituyen un modo de convivencia que después los hijos seguramente lo tengan internalizado y puedan con eso iniciar sus propias familias. Y yo lo he podido experimentar. Trabajé 23 años en el Poder Judicial hasta que me jubilé y muchos años en el Hospital Borda como médico interno y jefe de guardia. Ingresé por concurso en el Poder Judicial, donde me tocó todo: esfera laboral, civil y penal. Mi vida se vinculó con homicidios, violaciones, problemas laborales que generan, por ejemplo, trauma físico, evaluar en qué estado se encuentra a los efectos de informarle al Juez o la Cámara sobre qué patología tiene el individuo, qué grado de deterioro, qué grado de incapacidad. Si la gravedad de la enfermedad mental demanda una tramitación de insania y que el Juez nombre un curador. Es el universo en el que más me dediqué, pero empecé por el hospital psiquiátrico.

-Es interesante escucharlo porque siempre se refiere a los pacientes con palabras muy amorosas, de acompañamiento, y es bastante poco común, aunque debería serlo.

-Los que nos formamos en hospitales sabemos que la esencia dice: "no curas, mejoras; no mejoras, acompañas". Siempre me gustó estar cerca del enfermo, si así no fuera no podría hacer nada para sanarlo. Los acompañaba, tocaba la guitarra con ellos, cantábamos, hacíamos terapias de apoyo, porque en un esquizofrénico que lleva 30 años internado, como me pasó a mí encontrar expedientes de 30 años e incluso 40 o 50 años, con médicos que los atendieron que ya habían muerto, pacientes que alcancé a tratar que hacía desde los años 1930 que estaban internados. La compañía es fundamental: los cuidamos, cobijamos, los acompañamos y nos reímos con ellos. Esa es la posición humana del espíritu del médico. La empatía es captar el sentido de una vivencia ajena y hacerla propia. Es poder decir, en manos de un poeta: "ya no hay dolor que al mío no responda, ni corazón que en mí no esté latiendo, ni lágrima de amor que se me esconda". Cuando ocurre eso en el espacio vivencial es que estoy sintiendo capacidad afectiva que no todo el mundo tiene. Por ejemplo, los psicópatas. Los psicópatas carecen de empatía: conocen el precio de todas las cosas, pero el valor de ninguna. Sensualistas sin corazón, razonadores sin espíritu.

-A mí lo que guio toda mi práctica y todo lo que yo pude pensar y hacer con mi esposo fueron a partir de palabras de Lacan, como por ejemplo “no retroceder ante la psicosis”, cada persona es un universo.

-Hay psicosis que pueden tratarse con ese abordaje. Los que son impermeables a la terapia son los psicópatas, que son la pesadilla de la psiquiatría forense. Buscan poder, riqueza, lo poco lírico que son, manipulan al otro, pasan desapercibidos, incluso tienen lo que se llama un atractivo superficial, digamos, son embaucadores. Pero son psicópatas. Antiguamente no los llamaban psicópatas, eran los perversos. Después, en Inglaterra, se los llamó “insanos morales”. No deliran, pero carecen de orden valorativo: el otro es un objeto, no es un prójimo. Luego los americanos comienzan el DSM buscando tipificar, pero somos seres que vivimos en un devenir constante. No es que somos una foto, somos una biografía, estamos siendo, somos ser y tiempo.

 Somos lo que decimos y cómo lo decimos. El lenguaje es lo que habitamos, es el pensamiento interior. Por eso, degradar el idioma es degradar lo humano. Noto en el lenguaje de los políticos el insulto, la descalificación. Hay patologías mentales que no tienen frenos inhibitorios en su verbo y esa falta hace que digan cualquier cosa, sin medir las consecuencias de sus acciones, Abásolo

-En la psicosis muchas veces ocurre que cuando la persona está muy descompensada también los demás son como objetos. Recuerdo una escena de Javier Milei, donde un niño se cae desmayado en el escenario y el presidente, lejos de sostenerlo, lanza una broma al público. Para mí, un perverso hubiera sobre actuado la ayuda, agarrando al niño, conteniéndolo para quedar valorado ante los demás y ser el centro de atención. Milei ni siquiera registró la caída del chico, donde un perverso hubiera visto una oportunidad de destacarse, para él no representó nada. La lectura que hizo de la situación también es extraña: hay un pibe en el piso y él expresa “dije zurdos y se desmayó, ¿no?”. Una broma, pero además un registro extraño, delirante con respecto a la situación, donde el otro no es otro. Pero no como en el perverso que usa la situación para manipular y llevarse provecho

-Bueno, él seguramente será producto de su biografía también. Él denunció a sus padres con un término: progenitores. A este hombre le faltó ternura para no llamarlos papá y mamá o padre. Eran gente mala, sin dudas, pero progenitores me parece una extravagancia del lenguaje. ¿Por qué insisto en el lenguaje? Porque somos lo que decimos y cómo lo decimos. El lenguaje es lo que habitamos, es el pensamiento interior. Por eso, degradar el idioma es degradar lo humano. Noto en el lenguaje de los políticos el insulto, la descalificación. Hay patologías mentales que no tienen frenos inhibitorios en su verbo y esa falta hace que digan cualquier cosa, sin medir las consecuencias de sus acciones. Por eso siempre me gustaron nuestros escritores. La poesía cura por belleza, mejora por belleza.

-¿Sabe que no pude dejar de pensar? Estuve leyendo el Escrito 1 de Lacan que  empieza con una frase de Buffon que él retoma: “Le style, c'est l'homme même”, “el estilo es el hombre mismo” o sea, “el lenguaje es el hombre mismo. Y me pareció una frase que no se suele escuchar, maravillosa y no me la podía parar de repetir. En las clases más vulnerables hay más violencia física, menos uso del lenguaje y más cuerpo comprometido.

-Exactamente, tal cual usted lo dice. Por eso la importancia de las palabras: inculcarlas no por ilustración, sino para que lo vivan en experiencia.

-Dentro de la psicosis hay síntomas que se llaman negativos, donde hay un aplanamiento del lenguaje y un aplanamiento afectivo, donde el lenguaje deja de tener sonoridad, de tener entonación, de tener ese ritmo que le da justamente la emoción, ¿no? Y esto es lo que usted recupera. Qué interesante recuperar eso por medio de la poesía en la psicosis, por ejemplo.

-La mejor definición de locura no la dijo precisamente un psiquiatra, la dijo Chesterton: "el loco ha perdido todo menos la razón". Lo que pasa es que su razón fue arrancada de la raigambre vital. Es una razón que opera en vacío, es una razón desafectada, en la forma grave de la locura. Porque les vuelvo a decir: no hay una locura, hay muchas, hay gente que está en puntos intermedios. Una persona paranoide, un poco desconfiada, no es una psicosis paranoica. Entonces, no es fácil tampoco, porque una persona que verifica si la puerta está cerrada una vez, ya es un neurótico obsesivo que es complejo. Es lo mismo que cuando una idea se solidifica y es sobrevalorada, se convierte en una idea delirante.

-Usted fue muy valiente realmente al decir algo que nadie se anima, como que todos rodean, todos lo saben, todos lo ven, pero nadie lo quiere decir.

-El Quijote, en los diálogos con Sancho, insiste mucho en esos monstruos que hay que combatir, que son el miedo, la injusticia, la mentira. Y nos apartamos de la verdad por esos cuatro caminos: por la mentira, por el error, por la confusión y por la ignorancia. Si no lo dijera sería una omisión. Milei no es mi paciente, pero ejerce la primera magistratura de la República, es el representante de los argentinos. No todos tienen el entrenamiento, el tino, el ojo para reconocer si tiene un problema en su personalidad. En este caso, yo lo hago para advertir. Entonces sugiero que se lo vea, que se haga un diagnóstico, que se lo evalúe para seguridad propia y de terceros, porque él, como enfermo, es vulnerable a los inescrupulosos. Pero yo no le veo otra salida más que se lo examine. Esto no es una falta de respeto: lo digo como médico psiquiatra que conoce de trastornos mentales. Siempre tuve que ver gente y examinar a pedido de juez y sin pedido de juez. En este caso, él tiene una gran responsabilidad.

La relación médico-paciente no es la relación del psiquiatra forense con la cosa pública. El señor Milei no es un paciente mío porque en ese caso existe el secreto profesional, pero como forense no me puedo omitir: tengo la obligación de decir lo que yo veo como irregular, que se evalúe y se corrobore por otros médicos. 

La relación médico-paciente no es la relación del psiquiatra forense con la cosa pública. El señor Milei no es un paciente mío porque en ese caso existe el secreto profesional, pero como forense no me puedo omitir: tengo la obligación de decir lo que yo veo como irregular, que se evalúe y se corrobore por otros médicos. Secreto profesional en el orden jurídico no existe: es información pública. En el consultorio es otro mundo. No obstante, él también ventila su interioridad, cuenta con quién se acuesta, que si hizo un trío, como esos personajes de la escena que orbitan a su lado. Se siente en un escenario, se subió a una actuación y no baja a la realidad

-Yo noté que se fueron sumando síntomas: desde que asumió aumentó el nivel de intolerancia, los insultos, el estado de ánimo siempre alterado. Se publicaron dos biografías donde se habla de delirios, síntomas negativos que le habían visto, como que no se bañaba, cuestiones que están en relación con un cuadro psiquiátrico. Uno de los amigos salió a decir que tomaba medicación, todas cosas que empañan y no aportan claridad. ¿Es posible esto?

-A mí no me extrañaría que esté recibiendo psicofármacos. Yo, como médico, no lo sé. Por eso en la pericia psiquiátrico-forense se estudia psicopatobiografía. Entonces, hay auxiliares, asistentes sociales que van a su casa, se estudian sus antecedentes clínicos y mentales, si estuvo o no estuvo internado. Toda esa información un Juez puede conseguirla. Un psiquiatra privado puede ampararse en el secreto profesional. Entonces, en ese caso no. Pero puede haber testimonios de gente que lo ve con comportamientos anormales. Los mismos padres pueden contar sobre su biografía y así se va armando un psicodiagnóstico. ¿Por qué puedo ver y puedo opinar sobre la personalidad? Porque los psiquiatras tomamos el discurso y el comportamiento, las acciones, los modos afectivos, la forma de relación, la grandilocuencia: “Yo vengo a liberar al pueblo judío desde acá”, “el Papa es un imbécil, es el representante del maligno”. Carece de moderación. Hay síntomas visibles como la megalomanía, una sobrevaloración de sí mismo, autorreferencialidad, desconfianza, narcisismo, histrionismo, falta de empatía.

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Karina Agüero es psicopedagoga, especializada en psicoanalisis y psicoeducadora

-Si lo diagnosticaran, tuviera un trastorno psiquiátrico y lo compensaran, ¿podría seguir siendo presidente?

-No lo creo, pero no soy el médico actuante. Otro rasgo es el misticismo exacerbado, por eso dije que mi diagnostico presuntivo es que padece una psicosis crónica con delirio polimorfo y que aclaro debe ser corroborado. Milei tiene un convencimiento casi impermeable a la crítica. La gente lo tomará como un chiste porque está acostumbrada a la televisión, al Gran Hermano donde aparece cualquier cosa, donde hay lenguaje, pero no hay contenido. La sociedad se acostumbra al espectáculo de circo, en todos lados se grita, se insulta, hasta en los programas periodísticos. ¿Cómo disimula un elefante en la calle Florida? Soltando 1000 elefantes, y entonces no se sabe cuál es el que buscamos. Cuando aparece un personaje así, disruptivo, no es extraño que sea aceptado, porque hay una naturalización del estado de cosas.

 Mi diagnostico presuntivo es que padece una psicosis crónica con delirio polimorfo y que aclaro debe ser corroborado. Milei tiene un convencimiento casi impermeable a la crítica. 

-Desde aquí decidimos psicoeducar reconociendo síntomas, y que eso no es diagnosticar, pero es una forma: reconociendo síntomas pueden llevar, por ejemplo, a un familiar a que sea evaluado, porque si no llegan cuando la persona ya está muy descompensada y la tienen que internar involuntariamente. Por eso, la importancia de reconocer las alarmas de forma temprana.

-Esas son las experiencias psicóticas primarias, por ejemplo, la alucinación: un hombre que escucha voces internas, o empieza a decir que lo persiguen, o se lo ve retraído, que no quiere hablar con nadie, que no se muestra afectivo, que no come. Todo lo que es cambio de conducta que llama la atención, que empieza a intuir cosas que no existen, pérdida de concentración. Es decir, a mí me tocó aparecer por fuerza mayor por el Caso Cabezas y ahora con usted. Después no estoy en los medios. Me gustó lo de psicoeducación porque, en el fondo, mucha gente ignora las cosas y si no se la informa, no se la educa, a algunos no les gustará. Muchos amigos míos me dicen: "Pero ¿por qué hablas así del presidente? Sos Kuka". Yo también veía en la señora que está presa rasgos en su personalidad que no condecían con lo que uno entiende como estabilidad.

-Exacto, me parece muy bien, porque muchas veces cuando subí los videos me decían: “Sos Kuka, ¿por qué no hablaste cuando estaba?". Eso es lo más leve que recibí.

-Por eso cambié: Kirchner es una realidad carcelaria y Milei es una realidad psiquiátrica para estudiar. Punto. El que se enoja y dice: "No, pero usted lo que pasa es que parece un discurso político más que un psiquiatra", yo me remito a la realidad. La realidad es esa: que ella está en la cárcel y que él necesita asistencia. Comienza el ataque, la falacia ad hominem para refutar argumentos. Contrarguméntenme si no hay en Milei narcisismo, si no hay megalomanía, si no hay ideas autorreferenciales y demás síntomas que expresé y si lo pueden refutar. El Presidente de la Nación no está bien. Tampoco me gusta el que lo insulta por televisión, lo usa para pegarle golpes. No es así. Los políticos cambiaron también.

Kirchner es una realidad carcelaria y Milei es una realidad psiquiátrica para estudiar. Punto. El que se enoja y dice: "No, pero usted lo que pasa es que parece un discurso político más que un psiquiatra", yo me remito a la realidad. La realidad es esa: que ella está en la cárcel y que él necesita asistencia.

-¿Cómo es el mecanismo para solicitar una pericia?

-Hay un proceso que ya se solicitó, que es un juicio político por insania, pero no prospera todavía en la Comisión y es muy difícil que avance. Miren todo lo que tardó la expresidenta en ser condenada desde las primeras imputaciones que empezaron en 2014. Imaginen esto. Ya está advertida la sociedad: en un juicio político por insanía se le va a pedir un examen, creo que tienen que intervenir cinco psiquiatras reconocidos, dan el informe sobre si está en condiciones de ejercer cargos de alta responsabilidad institucional. Punto final. Pero todo se va a ir diluyendo con el tiempo en función de los resultados de la política. Ahora fue un golpe de agua fría con el sacudimiento de votos, quizá haya una rectificación. Lo dudo por experiencia: él va a seguir así. A veces pienso —opinión— que lo menos doloroso para él tal vez sea un diagnóstico, porque la otra que le puede tocar es un juicio penal y cárcel. A mí me acusan de que lo digo para que sea declarado inimputable. No es así. Solo advierto lo que observo como psiquiatra forense. Para mí es una obligación moral solicitar que sea evaluado.

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