La educación y la tecnología: La IA hoy nos vuelve primitivos y aislados

Es necesario capacitar activamente a los ciudadanos y docentes, y las nuevas generaciones de personas, para agregar una mirada ética a las nuevas tecnologías y la IA en particular.

ACTUALIDAD29 de abril de 2025 Daniel Salerno
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Por Daniel Salerno *

En primer lugar, cabe destacar que en algún momento puedan estar al servicio de aquello que nos hace humanos, pero hoy por hoy es una herramienta que nos subsume en la frustración y la soledad. El impacto en lo cotidiano, personal, “en nuestros vínculos y emociones”, es decir, en la raíz de lo humano es muy importante.

Los vínculos se destruyen porque para la IA no son importantes, es decir, se va aislando socialmente cada vez más a las personas. Si uno puede hablar directamente con un generador de texto predictivo conectado a una base de datos de la red, nada impide que terminemos viviendo aislados, interactuando con dispositivos y creyendo que son personas.

De hecho, esto, ha impactado de lleno en una de las sociedades más tecnificadas del mundo como es Japón, donde se creó el “Ministerio de la Soledad”, con la misión de abocarse a las problemáticas de personas aisladas, generalmente ancianas que se encuentran hoy sin ninguna clase de vínculos, totalmente solos.

Sin dudas, lo principal, lo central es que afecta la subjetividad, que es lo contrario a lo objetivo: la subjetividad es cómo vivo, cómo me apropio de la realidad, y en ese caso la IA interfiere en ese proceso de aprehensión, de comprender, de apropiarme del mundo que me rodea.

En el modo laboral, por medio del celular que es la plataforma de llegada más fuerte que tiene hoy por hoy, estamos conectados en actividades múltiples, sobrecargados y eso nos genera mucho enojo, mucho malestar psíquico, eso nos atraviesa a todos: la intolerancia a la frustración es cada vez más alta con estos estímulos interminables.

La gran pregunta es quién maneja la inteligencia artificial, o si la IA cobrará independencia: cuestión que está en discusión en este momento. Los sistemas algorítmicos, desde un lugar intelectual puro, racionalista, pueden corregir sus errores de una forma mucho más eficiente que los cerebros humanos, aprendiendo de sus equivocaciones, pueden auto pensarse, autocorregirse y autorreplicarse por la vía de controlar insumos, fabricación o simples impresoras 3D. Estamos en una singularidad, en medio de un cambio, donde no podemos entrever adónde vamos.

Son cambios además que llegan para quedarse. Solo podemos percibir hoy, el aislamiento, la perdida de lo lúdico, las emociones. Una de las grandes preguntas e interrogantes es creer que el problema mental es la poca inteligencia, pero la psicosis, la locura, no tiene nada que ver con la inteligencia.

Definamos, la inteligencia de la forma más ortodoxa: saber cosas, saber relacionarlas. Para Piaget, inteligente es el que mejor se adapta. Hoy por hoy, la “Teoría de inteligencias múltiples”, habla de que cada humano transita diferentes capacidades de inteligencias.

Pero a la IA, no la medimos en estos términos humanos, son programas que aprenden de sus errores y no los repiten, sobre todo referido al cálculo, lo aritmético, el gran procesamiento y velocidad de datos, que en teoría se celebra porque puede ayudarnos en nuestras limitaciones. Pero eso es la definición más clásica y ortodoxa de inteligencia. ¿Pero dónde están las emociones? Lo básico es entender, que la emoción en los humanos tiene una base biológica también, una inteligencia artificial no la tiene. En ese terreno, están muy lejos, pero si o si hay cambios en nosotros sobre como comunicarnos, como entendernos, como dice (Byung Chul) Han, nos vuelven primitivos porque hoy al estar saturados de estímulos, no tenemos tiempo en hacer pausas, evaluar, ni pensar que es lo importante en nuestras vidas, con lo cual nuestra forma de vida es mucho peor. No hay tiempo, no hay pausas.

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La mirada optimista, es pensar que esa IA puede ayudarnos a hacernos más fáciles algunos aspectos de nuestras vidas, aspectos de funcionamiento social, con el precio de alimentar una base de datos permanente que aprende cosas de nosotros y nos parametriza todo el tiempo. Y acá rompemos otro mito: el cerebro no es una computadora reducida a conexiones neuronales. Nada más lejos de eso. La vida es la emoción, la vida es el sentimiento, los vínculos, se intenta instalar desde muchos ámbitos, desde las ciencias duras a los medios, con grandes operaciones intelectuales, que las emociones en los humanos son algo defectuoso y problemático".

Pero, la esencia de la vida es lo defectuoso en lo humano. El psicoanálisis aportó algo trascendental, nos descubrió el inconsciente, que son todas las vivencias hablando de nuestras emociones y haciendo que nuestras vidas no sean lo que pretendemos desde la consciencia y la voluntad. Un algoritmo no tiene la esencia de la vida, apreciar los momentos malos, los aspectos positivos, es lo que nos define como humano. De alguna manera, tenemos la esperanza de que los sistemas finalmente logren encontrar un equilibrio y no conviertan la vida humana en un infierno de lo igual.

 La ética tiene mucho para hablar. Tiene que ver con redefinir, que es un ser humano, cuya definición siempre está en transformación, quizá se pueda convivir con estos organismos tecnológicos sin emociones, con esa IA sin subjetividad. Podríamos entenderla en ese caso como una nueva especie con gran capacidad de cálculo, que nos puede ayudar, pero siempre va a estar mezclada con intereses corporativos, y ese el debate: ¿Quedará en manos de un neoliberalismo global corporativo o se hará de una forma que se adapte al humano? El humano es el que se hace las grandes preguntas, cuyas respuestas a los interrogantes existenciales no pueden resolverlas con la IA, ¿Por qué vivimos?, ¿Por qué amamos? ¿Por qué morimos?

 Lo humano por esencia es la afectividad y la emoción. Hasta que eso no se consiga, la IA solo será un ser aritmético. Pero, cuidado, para funcionar también necesitarán ingentes recursos que los humanos generan entonces la relación será de constante imbricación.

En la vida común, en los últimos 10 años todo cambió de forma logarítmica, en un crecimiento exponencial, ¿Se pusieron a pensar lo que vivimos en los últimos 50 años? ¿La incidencia de lo tecnológico en lo subjetivo? Es cierto, hoy puedo comunicarme con otras personas en cualquier lugar del mundo, pero en líneas generales, el vínculo humano se destruye porque para los algoritmos no son importantes. ¿Cómo es la subjetividad de los niños que hoy están creciendo bajo esta influencia?, ¿Qué rol tendrá la educación?

Lo importante es entender que la IA nos está cambiando ahora, en este momento, las formas de sentir, pensar y hacer. Hoy nos empuja a no pensar en el otro, no crear, ni apoyar comunidades, como es el neoliberalismo el que se impone, eso es hoy por hoy la inteligencia artificial. La gente vive enojada, crispada, por la conectividad extrema que nos exprime en el rendimiento laboral, no existe cultivar el tiempo, las relaciones de calidad, nos alejamos de todas las emociones. Hoy, la IA nos hace menos humanos, ojalá en algún momento haya compatibilización. Prefiero otro mundo. Prefiero no tener coches automáticos, seguros y que no choquen, pero con gente que vive encerrada sin vincularse con nadie, presa del vacío y la desesperanza. Prefiero, la construcción de vínculos, emociones, tiempos lúdicos y comunidad. Lo que nos hace humanos.

Por último, creo necesario capacitar en forma rigurosa a quienes enseñan, los docentes de diversas áreas, en una disciplina como podría ser la ética de la robótica, para jugar de alguna manera con la bio ética. Es decir, en la provincia de Buenos Aires existe la capacitación  en la alfabetización inicial vinculada a saberes digitales. Es necesario sumar en esta instancia, para empezar a debatir, el pensamiento crítico.

Es decir: dónde nos lleva la IA? ¿Dónde podemos llegar? ¿Qué estaría bien y que estaría mal? Porque si sumamos la aparición de la IA con la posverdad, estamos en un dilema importante. Es necesario acentuar el pensamiento critico y es necesario poder pensar y repensar en todas estas cosas sin ningún tipo de miedo, ni prejuicio, sino intentando que seamos humanos. Como diría Nietzsche, demasiado humanos.

* Psicólogo, profesor y especialista en educación

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