The Economist destapa el acuerdo militar secreto entre Gran Bretaña y Milei

La revista más influyente en las elites de poder mundial realizó un artículo de análisis donde ventiló los entretelones de las negociaciones entre la potencia ocupante del territorio nacional y el presidente de la Nación.

ACTUALIDAD08 de julio de 2025
MALVINAS

Para entender lo que acaban de leer, debemos comprender que The Economist es una revista semanal de origen británico, fundada en 1843 de alcance global. Está especializada en economía, política internacional, negocios, tecnología y cultura. Sin embargo, se trata de la publicación editorial más influyente del globo, consultada por cancillerías, embajadas, analistas internacionales y asesores geopolíticos de todo el mundo. También en la ONU, el FMI, el Banco Mundial, la OCDE y otros organismos la utilizan como insumo habitual.

Las élites de poder en EE.UU. Reino Unido, Europa y países aliados consideran sus análisis como referencia para delinear estrategias diplomáticas. Influye incluso en cómo se perciben actores como China, Rusia, Irán o América Latina.

Su público incluye a CEOs, banqueros, diplomáticos, ministros, altos mandos militares y funcionarios clave del G7 y el G20. Su postura es libre mercado, liberal clásica y globalista.

No apunta a la masividad. Su target de lector no maneja panaderías, ni tiene flota de UBER, ni administra un consorcio de vecinos en un edificio de La Plata. Sus artículos son analizados por la elite dirigencial que toma las verdaderas decisiones vinculantes en todos los ámbitos clave y son a quienes les marca la agenda para sus actuaciones.  

Una vez entendido esto, podemos darnos cuenta de la importancia que tiene un artículo que da cuenta de que el presidente Javier Milei mantiene canales con Reino Unido para que avale la compra de equipamiento militar para contrarresta4r la influencia china, lo que es de interés de los EEUU. Entre las joyas del artículo, es considerar al mandatario argentino “un fervoroso militante” que tiene una “perspectiva inusual sobre las Islas Malvinas” que “admira abiertamente a Margaret Thatcher, quien dirigió Gran Bretaña durante la Guerra de las Malvinas. Admite que las islas "están en manos del Reino Unido" y asegura que Argentina no intentará retomarlas por la fuerza. Recientemente, incluso parecía implicar que los isleños tienen derecho a la autodeterminación, la posición favorita de Gran Bretaña”. Una posición que es totalmente contraria al interés nacional.

La Vieja Potencia colonial busca que se reconozco su trascendencia en el Atlántico Sur y su proyección en la región (eufemismo de la Antártida) y en su análisis considera que Argentina necesita armas para ser una “excelente acompañante” y que si continúa la presión china en la región, la idea de Trump de tomar  por la fuerza el Canal de Panamá podría trasladarse al Estrecho de Magallanes, segundo paso estratégico del continente y que para ello contaría con Reino Unido, además de su “fervoroso militante”. Se sienten seguros de su “posición hermética junto a EEUU” pero la preocupación de la Corona se centra en el gobierno Post Milei. Una joyita. Toda esta claudicación es a cambio de reponer material militar antediluviano por material militar simplemente viejo. De esta manera, las negociaciones destraban esta pequeña concesión a cambio del reconocimiento tácito de la influencia de Reino Unido en toda el área del Atlántico Sur. 

Si el presidente de la Nación tiene problemas con la línea editorial del artículo puede hacer el reclamo u odiar lo suficiente a The Economist cuya sede se encuentra 25 St. James's Street en Westminster, Londrés, Inglaterra. 

La siguiente es una traducción del artículo de análisis disponible en inglés en el siguiente link https://www.economist.com/the-americas/2025/07/06/inside-the-secret-military-dialogue-between-britain-and-argentina

Una mirada al interior del diálogo militar secretoentre Gran Bretaña y Argentina

Fuente: The Economist

Estados Unidos tiene grandes preocupaciones en Atlántico Sur. Es un punto de salida para la Antártida, donde Rusia y China cuentan con 15 bases entre ellos, luchando para bloquear los recursos. Está vinculado al Pacífico por el Estrecho de Magallanes, la única ruta marítima segura entre los dos océanos además del Canal de Panamá. El tráfico a través del estrecho está aumentando, al igual que la pesca ilegal china en ambos lados. El gigante oriental está empujando proyectos de infraestructura en toda la región. Los principales generales de Estados Unidos visitaron el sur de Argentina tres veces en los últimos dos años.

A primera vista, Estados Unidos está bien posicionado para gestionar cualquier amenaza. El presidente Javier Milei de Argentina es un fervoroso aliado. Gran Bretaña tiene aviones de combate Typhoon y el buque de patrulla de HMS Forth estacionado en las Islas Malvinas. Pero las fuerzas armadas de Argentina están en mal estado. Gran Bretaña se centra en defender las Malvinas de Argentina, manteniendo una soberanía efectiva sobre ellas mientras que el país peninsular las reclama como propiamente legítima para sí. Como legado de la Guerra de las Malvinas, Gran Bretaña tiene restricciones estrictas en las ventas de armas a Argentina. Estos han obstaculizado los esfuerzos de este último para mejorar sus fuerzas armadas y lo han empujado a comprar aviones y armamento chinos, alarmando a los Estados Unidos.

Ahora, una combinación de factores, incluida la perspectiva inusual del Sr. Milei sobre las islas y el entusiasmo estadounidense por la modernización militar de Argentina, han creado una apertura para un nuevo arreglo estratégico en el Atlántico Sur. En silencio, después de una larga pausa, se ha reiniciado el diálogo entre los Ministerios de Defensa Argentina y Gran Bretaña. Argentina quiere que Reino Unido afloje sus restricciones en las compras de armas, mientras que la Vieja Potencia marítima quiere una aceptación discreta de su papel en el resto del Atlántico Sur, incluso mientras Argentina mantiene su reclamo constitucional sobre las Malvinas. Gran Bretaña también quiere que Argentina trabaje en conjunto para mejorar la vida de los isleños.

La reanudación del vínculo comenzó en febrero de 2024, unos meses después de que el Sr. Milei asumiera el cargo. Los agregados de defensa británica visitaron el Ministerio de Defensa en Argentina por primera vez en tres años. En septiembre de ese año, los ministros extranjeros británicos y argentinos se reunieron y organizaron una visita de argentinos a las tumbas de los miembros de la familia en las Malvinas. También acordaron compartir datos pesqueros y reiniciar vuelos directos mensuales a las Malvinas desde Argentina. El diálogo de defensa siguió escalando. Una delegación argentina visitó Londres en enero. A continuación, se espera que una británica visite Buenos Aires.

Milei quiere modernizar las fuerzas armadas de su país con el mejor equipo compatible con la OTAN. Está reduciendo el gasto del gobierno salvajemente, pero aumentando el presupuesto de defensa del 0.5% del PIB al 2% en los próximos siete años. El año pasado, Argentina solicitó convertirse en un socio Extra OTAN.

Gran Bretaña también está interesada en un acuerdo, pero cautelosamente. Comparte las preocupaciones estadounidenses sobre el Atlántico Sur. La aceptación de facto de Argentina de la relevancia de Gran Bretaña en la región facilitaría una cooperación más cercana en todo, desde la ciencia hasta la seguridad, no solo con Argentina sino también con sus vecinos, Chile y Uruguay. Pero mientras las familias argentinas visitaron en diciembre, Argentina aún no ha compartido datos de pesca o vuelos de reinicio, algo básico para progresar en la política de armas. Los isleños mantienen una expectativa distante. "Nos sentimos muy seguros", dice Leona Roberts, del Consejo Ejecutivo de las Malvinas, "pero probablemente no nos sentiríamos muy cómodos con el Reino Unido suministrando equipos militares a Argentina".

Gran Bretaña ha bloqueado durante mucho tiempo las ventas de equipos militares con componentes británicos a Argentina, incluso por terceros países. Dada la fuerza de la industria de armas de Gran Bretaña, esta ha sido una severa restricción. En 2020 bloqueó la venta de aviones de combate coreanos con algunas partes británicas. La política declarada es bloquear las ventas que podrían "mejorar la capacidad militar argentina". Sin embargo, hay margen para flexibilidades. Gran Bretaña puede permitir ventas que "no se consideren perjudiciales para los intereses de defensa y seguridad del Reino Unido". Un primer paso podría ser interpretar esa cláusula de manera más “amigable”.

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Así vienen las cosas

Hay varias razones para creer que es posible un nuevo acuerdo. Pocos consideran a Argentina una verdadera amenaza para las Malvinas. "Es militarmente impensable ... [Gran Bretaña] nos eliminaría del planeta", dice Alejandro Corbacho, un historiador militar de la Universidad de Cema en Buenos Aires. Gran Bretaña parece más dispuesta a reconsiderar sus restricciones si Argentina planeara realizar grandes compras, ya que eso impulsaría la industria de defensa de Gran Bretaña. Si es así, eso sugeriría que el embargo se trata más de política que proteger las Malvinas. Gran Bretaña sabe que sus restricciones están perdiendo fuerza como atadura a medida que más países se rearman militarmente.

Que Estados Unidos también quiera un nuevo acuerdo también es importante. En declaraciones públicas, ha ofrecido un apoyo "firme" para la modernización de las fuerzas armadas de Argentina.

En privado, una fuente estadounidense con conocimiento del asunto llama a Argentina "una gran acompañante", pero dice que su ejército está "con mucha necesidad de equipamiento y entrenamiento". Pero ese material debe ser occidental, no chino. El embargo de Gran Bretaña lo hace más difícil. La intransigencia continua podría terminar reforzando a aquellos que piensan en un futuro gobierno post-milei que considere que el futuro de Argentina, en armamento y política, pase por China en lugar de Occidente.

La relación de Argentina con los adversarios estadounidenses es real. Al Sr. Milei, pese a su retórica, le gusta comerciar con el gigante asiático. En 2023, antes de asumir el cargo, una empresa china parecía preparada para construir un gran puerto cerca de la entrada argentina al estrecho. Ese proyecto colapsó en medio de intensas objeciones tanto extranjeras como nacionales, pero China, que opera una estación espacial en la Patagonia, sigue muy interesada en la región. Bajo la última administración, Argentina estaba "cerca de la compra de aviones de combate chinos", advierte al estadounidense. En 2021, semanas antes de la invasión de Ucrania, el gobierno anterior firmó un acuerdo con el Ministerio de Defensa ruso que permitió a los oficiales argentinos viajar a Rusia para su entrenamiento.

Durante la presidencia de Joe Biden, Estados Unidos empujó a Gran Bretaña a dejar que Argentina compre modernos aviones de combate F-16 con un asiento eyector hecho por los ingleses. Gran Bretaña era reacia y se encontró una alternativa. Argentina compró F-16 más antiguos de Dinamarca con USD 40 millones provenientes de los EEUU. Estos aparatos no tienen partes británicas, por lo que no era requerida su aprobación. Sin embargo, Estados Unidos le explicó y justificó su accionar a Gran Bretaña, que lo acepto. Eso fue un progreso. "El gobierno de los Estados Unidos también estaba interesado saber si las restricciones de exportación podrían finalizar ", aseguró un ex funcionario estadounidense. Portavoces del gobierno británico expresaron que "no hay planes actuales para revisar la política de control de exportación del Reino Unido para Argentina".

Pero es fácil imaginar que la posición de Gran Bretaña cambie. La administración Trump es agresiva, ignora la ortodoxia y está cerca de Milei, cuya postura pro occidental probablemente ayuda a Gran Bretaña a ser flexible. Su tono conciliador y su tabú en las Malvinas es crucial. Admira abiertamente a Margaret Thatcher, quien dirigió Gran Bretaña durante la Guerra de las Malvinas. Admite que las islas "están en manos del Reino Unido" y asegura que Argentina no intentará retomarlas por la fuerza. Recientemente, incluso parecía implicar que los isleños tienen derecho a la autodeterminación, la posición favorita de Gran Bretaña.

La política doméstica sigue siendo una barrera formidable en ambos países. Argentina nombró un nuevo ministro de Relaciones Exteriores en octubre. Por su parte, Gran Bretaña se preocupa por quién venga después del Sr. Milei. Vender armas a una Argentina liderada por Javier puede estar bien, pero dejará el cargo en 2027 o 2031. Un intento en 2016 de restablecer las relaciones se desgarró después de que los peronistas de izquierda regresaran al poder. Sería vergonzoso ayudar a Argentina a modernizar sus fuerzas armadas solo para que eso vuelva a suceder.

En ambos países, la oposición que agita la bandera podría pintar un acuerdo como una concesión y usarlo para alimentar la ira. En Gran Bretaña, el Partido Reforma del Reino Unido de Nigel Farage está surgiendo en las encuestas y podría presionar fácilmente al gobierno sobre cualquier acuerdo nuevo, enmarcándolo como una traición a los muertos en la guerra. En Argentina, los peronistas ya han atacado al Sr. Milei por su postura con las Malvinas. Con las elecciones a mitad de período en octubre, él y su equipo pueden preferir evitar el problema por ahora.

Sin embargo, la lógica fundamental de la política exterior del Sr. Milei es la alineación hermética con los Estados Unidos (a pesar del comercio con China). Gran Bretaña tiene una tradición similar, aunque menos absolutista. La administración Trump está tan efervescente sobre la influencia china en América Latina que amenaza con apoderarse del Canal de Panamá. También está clara la amenaza en el Atlántico Sur. Si la presión oriental continúa, EEUU y Reino Unido podrían llegar a una conclusión similar y proponer la misma salida actuando en consecuencia.

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