
Con un panorama cada vez más claro respecto al cronograma electoral, las fuerzas políticas hacen malabares para definir su estrategia. Premura, chicanas, desunión y poca certeza. Todos los partidos padecen la crisis general y construyen una propia.
"El fanatismo es a la razón lo que el delirio a la inteligencia." - Denis Diderot
ANALISIS 02 de abril de 2025 Gastón LandiEn el crisol de la política argentina, y en muchos otros escenarios globales, el fenómeno del fanatismo se erige como un desafío significativo para la democracia. La pasión, que en su justa medida puede ser un motor de cambio, se transforma en una venda que nubla el juicio y petrifica el diálogo.
El fanatismo político, en su esencia, es una renuncia a la duda y una adhesión incondicional a un líder o ideología. En Argentina, esta dinámica se manifiesta en la polarización extrema, donde la figura del adversario se demoniza y la crítica se percibe como una traición. Este escenario, lejos de enriquecer el debate público, lo empobrece, reduciendo la complejidad de la realidad a una simplista dicotomía de "nosotros contra ellos".
La transformación política genuina, aquella que busca soluciones a los problemas estructurales de una nación, se ve obstaculizada por esta pasión ciega. Cuando la lealtad se impone sobre la razón, se cierran las puertas a la innovación y al consenso. Las ideas divergentes, en lugar de ser valoradas como insumos para la construcción de
un futuro mejor, se descartan como herejías.
Algunos medios de comunicación, influidos por intereses particulares, contribuyen a la polarización política, difundiendo información sesgada y exacerbando las emociones del público. Esta manipulación informativa, lejos de informar, desinforma, creando una realidad paralela donde el fanatismo se retroalimenta.
El resultado final es un blindaje del statu quo. Las estructuras de poder existentes, lejos de ser cuestionadas, se refuerzan. La crítica se silencia, la disidencia se criminaliza y la posibilidad de un cambio real se desvanece.
¿Cómo romper este círculo vicioso? La respuesta no es sencilla, pero pasa por la educación, el pensamiento crítico y la construcción de una cultura política que valore el diálogo y el respeto por la diversidad. Es imperativo que la sociedad civil, mediante la organización y el empoderamiento, ejerza presión para que los representantes rindan cuentas, fomentando así una participación ciudadana activa y vigilante. Los medios de comunicación, por su parte, deben asumir su responsabilidad social, garantizando la pluralidad de voces y la objetividad informativa.
Solo así podremos construir una democracia donde la pasión no ciegue la razón, sino que la impulse hacia la construcción de un futuro más justo y equitativo.
"La ignorancia y el fanatismo son los grandes enemigos de la democracia."
- Thomas Jefferson
Con un panorama cada vez más claro respecto al cronograma electoral, las fuerzas políticas hacen malabares para definir su estrategia. Premura, chicanas, desunión y poca certeza. Todos los partidos padecen la crisis general y construyen una propia.
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