¿Qué pasó con Graham y con la Defensoría de los Niños, Niñas y Adolescentes?

Marisa Graham, cómplice del encierro, la agenda woke y la desidia del poder, la actual defensora de Niños y Adolescentes, auto prorrogó su mandato, el cual debía finalizar el 1 de marzo de 2025. En este contexto, la decisión de confirmar este hecho recae en las manos del Gobierno.

ANALISIS 04 de febrero de 2025 Pablo Villegas*
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Marisa Graham, actual defensora de Niños y Adolescentes

La Defensoría de los Niños, Niñas y Adolescentes no es más que un organismo cooptado por la progresía que, en lugar de velar por los derechos de los más vulnerables, se ha convertido en una guarida de burócratas funcionales a la agenda woke y al silenciamiento de las atrocidades cometidas desde la cúpula del poder. Marisa Graham y sus adláteres no han defendido a la infancia, sino que han sido fieles escuderos de un Estado que encerró a los niños durante la pandemia, los privó de su educación y los sometió a un experimento social sin precedentes, sin que nadie de este organismo levantara la voz para defenderlos.

Mientras los chicos pasaban meses sin clases, soportaban el abuso de la virtualidad y veían sus vidas destruidas por políticas arbitrarias, Graham y compañía permanecieron mudos y se alinearon con el relato oficialista. Jamás condenaron los encierros que provocaron crisis emocionales sin precedentes en la niñez, ni se atrevieron a cuestionar la violencia institucional disfrazada de “cuidado sanitario” que transformó a la infancia en una categoría olvidada.

Pero no se quedan ahí: desde su despacho, la Defensoría no ha hecho más que impulsar la ideología de género y la reingeniería social impuesta por el globalismo, en lugar de defender los derechos básicos de los niños, basta mencionar un solo caso LUCIO DUPUY entre miles que han silenciado. Han sido parte de una estructura que adoctrina en lugar de educar, que impulsa un discurso sectario en vez de brindar soluciones concretas. 

Su única preocupación ha sido garantizar la reproducción de su propia estructura de poder y la permanencia de sus funcionarios en sus puestos.

Y ahora, cuando su mandato se encuentra en peligro por la propia inacción de un Congreso fragmentado, Graham busca auto erigirse como indispensable, intentando forzar una prórroga de su cargo a espaldas del pueblo y sin el debido proceso parlamentario. Su obsesión por mantenerse en el poder demuestra lo que siempre ha sido: una operadora del kirchnerismo, preocupada más por mantener privilegios que por la defensa real de los niños. Por intentar imponer su agenda ideológica, la institución terminó siendo cómplice del abandono infantil: callaron durante el encierro, los abusos y el adoctrinamiento escolar, hicieron “la vista gorda” ante la pobreza infantil, y ahora buscan eternizarse en sus cargos de manera ilegítima. 

La única salida digna para esta defensoría es su inmediata intervención que, lejos de representar a la niñez, se ha transformado en un apéndice del progresismo autoritario. Marisa Graham no es más que una pieza clave en el engranaje de la burocracia que ha traicionado a los más indefensos. Su tiempo se acabó.

La Defensoría del Niño debería ser un bastión de protección, pero se ha convertido en un club de militancia disfrazado de organismo público. ¡BASTA DE ENCUBRIR EL ABANDONO! 

*Politólogo. Experto en políticas de infancia juventud. Ex subsecretario de Promoción y Protección de derechos de niños y adolescentes de la provincia de Buenos Aires.

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