Mejor no hablar de ciertas cosas: Agendas sensibles del siglo XXI

¿Es posible hablar de derechos animales, medioambiente, migración o aborto sin caer en la polarización? En un mundo donde las redes sociales amplifican las tensiones y las emociones superan a los hechos, las agendas sensibles se han convertido en el epicentro del debate público. En este artículo Facundo Ramos, Licenciado en Ciencias Políticas y experto en comunicación estratégica, analiza cómo la desinformación, la construcción de narrativas y las tensiones éticas moldean nuestra percepción de los temas más controvertidos, invitándonos a reflexionar: ¿podemos construir consensos en un mundo tan dividido?

ANALISIS 18 de diciembre de 2024 Facundo Ramos
MEJOR NO HABLAR
Mejor no hablar¿Podemos construir consensos en un mundo tan dividido?

No, no es la canción de Sumo, es tratar de pensar cómo hablar de ciertos temas sin pelearnos. ¿Alguna vez se ha preguntado si su perro o su gato deberían gozar de los mismos derechos que usted? ¿O si es justificable sacrificar empleos en pos de salvaguardar el medioambiente? ¿Qué piensa sobre el aborto, el lenguaje inclusivo, la clonación humana o el estatus legal de las personas migrantes en su país? En el convulsionado esquema actual del debate público, estos temas no solo enfrentan ideas, ideologías y creencias, sino también las emociones más profundas y las convicciones más arraigadas. La sociedad actual atraviesa su vida inmersa en un gran flujo de información contínua, donde las agendas sensibles, esos temas que tocan fibras éticas, sociales y culturales, generan intensos debates en todos los grupos sociales. Las redes sociales, los medios de comunicación tradicionales y las plataformas digitales amplifican y viralizan estas discusiones, creando un entorno polarizado que no solo enfrenta posturas, sino que también redefine los límites de lo que es aceptable debatir. 

Este artículo busca profundizar en estas agendas, abordando sus implicaciones éticas, sociales y culturales, con un énfasis particular en los retos que presentan para el discurso público en un mundo cada vez más fragmentado. Desde el cuidado del medioambiente hasta los derechos de los animales, pasando por las tensiones en torno a derechos humanos fundamentales, examinaremos cómo estos temas nos invitan a reflexionar sobre quiénes somos, qué valores defendemos y, en última instancia, qué futuro deseamos construir. 

En la teoría política las agendas públicas son un tema de amplio análisis, el concepto de agenda setting de McCombs y Shaw establece que los medios no solo informan, sino que también determinan qué temas son relevantes para la opinión pública, idea que es ampliada por Lakoff que subraya que los marcos mentales a través de los que se presentan las agendas son igualmente importantes “Los hechos importan, pero su interpretación depende del marco en el que se presentan” (Lakoff, 2004). 

“Las agendas sensibles son aquellas que se configuran a partir de tendencias sociales latentes o incipientes cuyo desarrollo redundará en importantes reconfiguraciones de las relaciones, estructuras e instituciones, habitualmente consolidando un proceso de cambio social que activa un nuevo sistemas de consensos y disensos y, por lo tanto, nuevos paradigmas de juicios morales y distribución de crédito público.” 

En la evolución de las agendas sensibles, históricamente temas como el sufragio femenino, los derechos civiles o el matrimonio igualitario han generado intensos debates públicos, polarizando audiencias y sociedades enteras. Estas luchas han demostrado que las agendas sensibles avanzan cuando se logran conectar con valores universales, como la justicia o la libertad, pero el camino nunca es lineal ya que a menudo está marcado por conflictos sociales, políticos y resistencia a los cambios propuestos. 

El impacto de la polarización en el discurso público y en la política exacerba las divisiones en torno a las agendas sensibles. En Estados Unidos, por ejemplo, el cambio climático ha sido enmarcado como un debate ideológico, más que científico, lo que dificulta la implementación de políticas efectivas. Según Lakoff, este fenómeno se debe a que “las narrativas conservadoras y progresistas apelan a valores radicalmente distintos, como la responsabilidad individual frente al bien común” (Lakoff, 2004). Actores políticos y mediáticos a menudo utilizan estas agendas con el fin de crear enemigos simbólicos, consolidando sus bases de apoyo mientras demonizan al adversario. Esto se refleja en el análisis de Girard sobre los escándalos mediáticos, donde el sacrificio de un “chivo expiatorio” refuerza las identidades grupales (Girard, 2015). 

Las plataformas digitales han transformado el debate público, permitiendo que narrativas específicas alcancen audiencias globales en segundos, casi sin darnos cuenta, pero los algoritmos tienden a priorizar contenidos polarizantes, creando cámaras de eco donde los usuarios solo reciben información que refuerza sus creencias previas, generando más polarización, y si esto lo acoplamos a la desinformación, que es particularmente dañina en temas sensibles, explotan las emociones de las audiencias. Si pensamos en las campañas contra el bienestar animal a menudo distorsionan los hechos para generar indignación o miedo (Informe CECAP, 2016). Este fenómeno no solo dificulta el debate informado, sino que además socava la confianza en las instituciones. El debate sobre los derechos de los animales se ha intensificado en los últimos años, impulsado por movimientos u ONGs globales que exigen un trato más justo y ético hacia todas las especies, vemos que ya no solo se trata de evitar el sufrimiento innecesario de las mascotas; sino que además ahora se cuestiona la legitimidad de industrias enteras, como la ganadería intensiva, los laboratorios de experimentación y los espectáculos que explotan animales como los zoológicos o los circos. En los informes de bienestar animal del CECAP se evidencia que un cambio en la percepción pública hacia un enfoque más ético está ocurriendo, pero estas demandas también enfrentan resistencia, especialmente en comunidades donde el uso de animales está profundamente arraigado en las tradiciones culturales y económicas, donde por ejemplo la tracción animal sigue siendo utilizada para la labranza de las tierras y el transporte. 

Entonces lo mejor es pensar en una comunicación inclusiva y basada en valores compartidos para así poder superar la polarización y promover un debate más constructivo, es esencial enmarcar las agendas sensibles en valores universales, como la justicia, la equidad y el bienestar común.

Según Luntz, “las palabras importan, pero los valores detrás de ellas importan aún más” (Luntz, 2007).

Para Marshall Ganz las historias pueden ser una herramienta poderosa para construir puentes entre posturas opuestas, “Las narrativas no sólo movilizan; también humanizan a quienes piensan diferente” (Ganz, 2014). Incorporar testimonios personales y ejemplos concretos puede ayudar a reducir las tensiones en torno a temas sensibles. 

Las agendas sensibles representan un desafío grande y complejo para el discurso público en el siglo XXI. La polarización política, la desinformación y las tensiones éticas en torno a la regulación de contenidos complican su tratamiento, pero también ofrecen una oportunidad para repensar cómo abordamos estos temas desde una comunicación más inclusiva y estratégica. El camino hacia un discurso público más saludable pasa por encontrar puntos de conexión en valores compartidos, construir narrativas que incluyan todas las voces y desarrollar estrategias que prioricen el bien común. La pregunta clave es: ¿estamos dispuestos a escuchar y considerar perspectivas distintas a las nuestras, incluso cuando estas desafían nuestras creencias más profundas? 

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