
En el Congreso Nacional y en la Legislatura bonaerense se pelean hoy batallas clave. En ambos casos, la puja es por los recursos, pero en ambos casos, también, el telón de fondo son las elecciones que están cada vez más cerca.
El pampeano Sergio Ziliotto fue el portavoz de la reducida comitiva de gobernadores que se reunió con el jefe de gabinete, Guillermo Francos, para llevar el reclamo y la propuesta de todos sus pares, por la situación fiscal que se agrava mes a mes.
POLÍTICA 16 de junio de 2025Ziliotto se encargó de subrayar, tanto en la reunión como en declaraciones posteriores, que la propuesta no afecta las finanzas nacionales ya que se trata de "recursos con afectación específica que, en el caso del Impuesto a los Combustibles Líquidos, financian funciones que han quedado en responsabilidad exclusiva de las provincias, como por ejemplo obras de infraestructura y viviendas, y los Aportes del Tesoro Nacional, que pertenecen directamente a las provincias".
La reunión fue originalmente solicitada tras un encuentro de gobernadores de todas las fuerzas políticas en el Consejo Federal de Inversiones (CFI), para realizar un planteo conjunto a la administración nacional.
Tras una postergación por ausencia del secretario de Hacienda, Carlos Guberman, la reunión se concretó el viernes. Allí estuvieron junto a Ziliotto, encargado de explicar la propuesta, el catamarqueño Jalil, el chubutense Torres, el santacruceño Vidal y la vice de Córdoba, Miryam Prunotto.
Ziliotto, por su parte, es reconocido en su provincia, tanto por oficialistas como opositores, por su capacidad de administración y gestión. El pampeano es uno de los mandatarios que no participó de la firma del denominado “pacto de mayo”, un año atrás. Sus legisladores tampoco suelen acompañar las iniciativas del gobierno de la motosierra.
Más obligaciones, menos recursos
La política económica del gobierno nacional afecta doblemente a las provincias. Por un lado, les quita recursos, tanto por la retención indebida de partidas coparticipables como por la caída de la recaudación fruto de la recesión generalizada. Por otro, los obliga a cubrir la retirada de la administración federal en una serie de frentes, que van de la obra pública a la contención de la emergencia social y alimentaria.
Así lo explicó el gobernador pampeano: “En el encuentro, expusimos la situación de las finanzas provinciales, ante un escenario complejo producto de la caída de la coparticipación federal y de recursos propios, agravado por la mayor responsabilidad asumida en cuanto a salud, educación, seguridad, justicia, contención social y obra pública”, expresó en las redes sociales.
En el Congreso Nacional y en la Legislatura bonaerense se pelean hoy batallas clave. En ambos casos, la puja es por los recursos, pero en ambos casos, también, el telón de fondo son las elecciones que están cada vez más cerca.
La Argentina vive en estado de excepción y en la provincia de Buenos Aires empieza la temporada de los dolores de cabeza. La incógnita de qué ocurrirá con el presupuesto nacional se reproduce en territorio bonaerense con ingredientes propios. Una oposición que presiona y un oficialismo dividido cuyos antecedentes en la materia no auguran un panorama tranquilo.
Que el Tesoro de Estados Unidos haya bautizado a la Argentina como “aliado clave” en América Latina no constituye un elogio, sino una advertencia.
Mientras en el Instituto Cultural y el Teatro Argentino crecen las quejas de los trabajadores por el recorte de horas extras, la falta de materiales, cancelaciones y cambios inexplicables en las programaciones, Florencia Santout estaría destinando cuantiosos fondos estatales para intervenir en la política universitaria de la UNLP, a través de su organización, La Cámpora.
En la Legislatura bonaerense tuvo lugar ayer algo que hacía tiempo no ocurría y que a estas alturas ya es novedad: una sesión normal. Claro que se trata de una paz de circunstancias, porque los proyectos clave están en la otra cámara. Será el Senado, entonces, el escenario de las batallas complicadas.
En campaña, la política argentina convierte en gestos extraordinarios lo que son deberes básicos: presentar un presupuesto, no radicalizar discursos o aumentar partidas para educación y salud. Pero la reciente derrota legislativa del oficialismo, al no poder blindar los vetos presidenciales a las leyes de emergencia pediátrica y financiamiento universitario, mostró que el problema ya no es solo comunicacional: la “institución invisible” de la confianza, clave para sostener liderazgos y economías, comenzó a resquebrajarse. La democracia exige más que propaganda de lo obvio; exige resultados que fortalezcan credibilidad.