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Mientras la atención global sigue puesta en los frentes abiertos de Ucrania y Oriente Próximo, Rusia fortalece silenciosamente su influencia en dos regiones estratégicas: África y Asia. Esta semana, Moscú celebró la decimotercera edición de su foro internacional de seguridad, un evento que combina diplomacia, exhibición armamentística y alianzas geopolíticas con países donde Occidente ha perdido —o cedido— terreno.
POLÍTICA INTERNACIONAL02 de junio de 2025¿Orden multipolar alternativo al de Occcidente?
Más de un centenar de delegaciones asistieron al evento, incluidos representantes de potencias como China y Corea del Norte, así como líderes de regímenes autoritarios en África Occidental y el sudeste asiático. El foro no solo es un escaparate de drones, rifles Kaláshnikov y sistemas de guerra electrónica; también es una plataforma para la venta de armas, la oferta de entrenamiento militar y la consolidación de una red de alianzas que refuerzan la narrativa de un orden multipolar alternativo al liderado por Occidente.
Del Sahel a Myanmar: el nuevo tablero ruso
El continente africano ha sido uno de los principales focos de la estrategia rusa. Tras la retirada de Francia del Sahel, Rusia ha llenado ese vacío, no solo con promesas de apoyo militar, sino con algo aún más tangible: alimentos, combustible y cooperación en la explotación de recursos naturales.
La busqueda de yacimientos de litio, uranio y tierras raras
En los últimos meses, Moscú ha firmado acuerdos bilaterales con Malí, Burkina Faso y Níger —los mismos regímenes que rompieron con la Cedeao en 2023 para crear su propia Alianza de Estados del Sahel—. A cambio de respaldo político y militar, Rusia obtiene acceso a yacimientos de litio, uranio y tierras raras.
El caso de Níger, rico en uranio, es ilustrativo: donde antes operaban empresas francesas, ahora aterrizan funcionarios rusos, asesores militares y cargamentos de trigo y diésel.
El retorno de los mercenarios: de Wagner al «Cuerpo de África»
Tras el colapso del Grupo Wagner y la misteriosa muerte de su líder Yevgueni Prigozhin en 2023, el Kremlin no dejó vacante ese rol estratégico. En su lugar, ha impulsado el Afrikanski Korpus, una fuerza estatal bajo control directo del Ministerio de Defensa. Esta estructura no solo busca mantener el control sobre operaciones militares en el continente, sino también canalizar los beneficios económicos hacia el Estado ruso, y no hacia actores privados como sucedía con Wagner.
Asia, un eje paralelo de influencia
El foro también sirvió para reforzar los lazos con actores clave en Asia. Myanmar, y la delegación norcoreana tuvieron presencia destacada. Rusia ofrece apoyo a estos regímenes sancionados o aislados, construyendo con ellos una red alternativa de cooperación que escapa a las lógicas tradicionales del orden internacional.
La visita de representantes de la República Srpska, una región separatista de Bosnia, demuestra además que el Kremlin no limita sus alianzas a los confines geográficos, sino que también busca fortalecer alianzas políticas con actores que desafían la legalidad internacional.
Armas, alimentos y recursos: la nueva diplomacia rusa
La estrategia rusa combina asistencia militar con apoyo humanitario y cooperación económica. Según cifras difundidas por medios estatales, Moscú ha enviado este año más de 700 toneladas de guisantes a Burkina Faso y casi 30.000 toneladas de diésel a la República Centroafricana. Este tipo de ayuda, presentada como “solidaridad”, funciona también como un mecanismo de fidelización diplomática.
¿Una estrategia coherente o una expansión oportunista?
Aunque desde algunos think tanks rusos se reconoce la falta de una estrategia africana “unificada”, lo cierto es que el Kremlin está avanzando casilla por casilla en el tablero global, reemplazando a potencias occidentales que perdieron legitimidad o voluntad para sostener su influencia.
Lógica pragmática y comercial
Más allá de la retórica sobre una “seguridad indivisible” proclamada por Serguéi Shoigú, exministro de Defensa y actual jefe del Consejo de Seguridad ruso, lo que se impone es una lógica pragmática y comercial: armas a cambio de lealtad, soldados a cambio de minerales, ayuda humanitaria a cambio de presencia geopolítica.
Una nueva diplomacia
En un mundo en reconfiguración, Rusia apuesta por ampliar su esfera de influencia no con discursos ideológicos, sino con alianzas de conveniencia y músculo militar. Y el foro de seguridad en Moscú, más que una cumbre, ha sido una demostración pública de esa nueva diplomacia.
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