
Argentina y EE.UU. ante la falta de presupuesto
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La guerra comercial desatada por Donald Trump contra Brasil ha provocado una ofensiva diplomática relámpago de Luiz Inácio Lula da Silva. Apenas entró en vigor el arancel del 50% impuesto por Estados Unidos —un castigo que en el caso brasileño tiene un trasfondo político ligado a la protección de Jair Bolsonaro—, el presidente brasileño activó su agenda internacional con tres potencias clave: China, Rusia e India.
POLÍTICA INTERNACIONAL21 de agosto de 2025Xi se comprometió a trabajar con Brasil como “ejemplo de unidad y autosuficiencia del Sur Global”
En menos de cinco días, Lula mantuvo conversaciones con Xi Jinping, Vladímir Putin y Narendra Modi, sus socios en los BRICS, con el objetivo de abrir nuevos mercados para las exportaciones brasileñas y tejer alianzas que contrarresten el peso de Washington. La respuesta china fue particularmente simbólica: Xi se comprometió a trabajar con Brasil como “ejemplo de unidad y autosuficiencia del Sur Global”.
Un tarifazo con mensaje político
La medida de Trump no se limita a un ajuste económico: busca presionar a la justicia brasileña para evitar que Bolsonaro enfrente consecuencias por el intento de golpe de Estado de 2023. Lula, respaldado por el juez Alexandre de Moraes y el Supremo Tribunal Federal, resiste lo que en Brasil se percibe como una injerencia sin precedentes.
Más allá de los BRICS
Aunque la primera reacción fue reforzar los lazos con sus socios del bloque, Brasil ya planifica una estrategia más amplia. El asesor presidencial Celso Amorim adelantó que se busca ampliar el comercio con la Unión Europea, países asiáticos, México y Colombia, en una apuesta por diversificar relaciones y reducir la dependencia de Estados Unidos.
Diplomacia multifacética
Las llamadas no se limitaron a cuestiones comerciales. Con Putin, Lula abordó la guerra en Ucrania, reiterando la oferta brasileña de mediar en un proceso de paz, aunque hasta ahora sin resultados tangibles. Además, la COP 30, que Brasil organizará en noviembre en Belém, fue otro punto central de las conversaciones. Ante la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París, Lula intenta asegurar compromisos firmes de otros actores para que la cumbre climática no se convierta en un fracaso.
El tablero geopolítico
La guerra arancelaria de Trump ha generado una fractura evidente: mientras con otros países afectados ha aceptado negociar, con Brasil mantiene una línea dura. Para Lula, la respuesta no pasa solo por resistir, sino por reposicionar a Brasil como líder en un Sur Global que busca mayor autonomía frente a las potencias tradicionales.
La diplomacia brasileña ha decidido que no habrá tregua
La batalla no será fácil. El proteccionismo estadounidense y la tensión política interna en Brasil añaden incertidumbre a un escenario ya marcado por la rivalidad geoestratégica entre Washington, Pekín y Moscú. Pero, como demuestra la agenda de Lula, la diplomacia brasileña ha decidido que no habrá tregua en la búsqueda de aliados y espacios de negociación.
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