El todo por encima de las partes
El cierre de listas quedó atrás y el peronismo bonaerense encontró un rumbo. Para algunos incierto, pero camino unificado al fin. Ya hubo foto de abrazos. La maquinaria para vencer a Javier Milei comenzó a traccionar. ¿Alcanzará?
25 de julio de 2025

El cierre de listas ya pasó. Los protagonistas, a poco menos de una semana de puro tira y afloje, ya no pretenden socavar en heridas cubiertas. Todos acusan algún recibo, pero apuestan a firmar un balance con saldo positivo.
Dentro del peronismo, la creación de una obra barroca como Fuerza Patria trajo pinceladas de bronca y dolor, así como de felicidad y algarabía. La tarea titánica de amalgamar tribus distanciadas y enfrentadas con cruces de alto voltaje, exprimió cada herramienta de combate y tolerancia hasta minutos antes de presentar las listas.
Lo acordado cayó. Revivió. Se desarmó y volvió a armar. Se fue y reapareció. Se hizo y se deshizo. La maratón de Axel Kicillof, Máximo Kirchner y Sergio Massa gestó un final esperado por muchos a doce horas de la meta, pero que fue incierto a seis. Era imposible a cinco horas del final y obvio a una hora. Entre los tumbos y gambetas, un Frankestein de partes vivas y no muertas, al revés de cómo lo relata en su novela Mary Shelly, salió a la cancha.
Aquella historia escrita en 1889, cuenta cómo un científico ambicioso da vida a un nuevo ser a partir de cadáveres. Dicho así, la situación se asemeja más a la fusión entre La Libertad Avanza y el PRO, donde priman nombres y apellidos rescatados de cuevas milenarias. Pero, en el peronismo bonaerense, también se unió lo que parecía imposible.
¿Qué primó para alcanzar un nuevo punto de flotación entre actores que hoy no comulgan un mismo horizonte filosófico? Vencer a Javier Milei. Ante todo, afloró la necesidad de una foto victoriosa en las tapas del 8 de septiembre. Se privilegió el freno, el tope, el principio de un fin. El peronismo quiere llevar a los mercados un mensaje desalentador sobre el futuro libertario.
A una semana de que el acuerdo posibilite que Movimiento Derecho al Futuro encabece la primera, segunda y tercera sección electoral y La Cámpora lo haga desde la cuarta a la octava, algo se abroqueló. La foto de este viernes en Quilmes con el gobernador, Mayra Mendoza, Facundo Tignanelli, Carlos Bianco, Javier Rodriguez, Mariano Cascallares y Julián Alvarez, entre otros, exhibió esta bandera.
Allí, en medio de la mesa, estuvo Verónica Magario, quien encabeza la boleta de la Tercera. El lugar de Cristina Kirchner previo a la ratificación de la condena espuria por parte de la Corte Suprema quedó en manos de Kicillof. También impuso a Gabriel Katopodis en la Primera. Ambos sortearon la voluntad del cristinismo de colocar a Mendoza por Magario y a Federico Achával de Pilar en la Primera.
En las huestes kicillofistas, este movimiento fue un triunfo. Poner dos candidatos “de peso”, por sobre otros dos que no aglutinaban, bajo ningún argumento, una adhesión mayoritaria de sus pares. Fue un tejido que costó punto por punto. Cada pieza del Frankestein ameritó sangre, sudor y lágrimas.
La tensión que se respiró en Gobernación estuvo a la altura de cualquier pelota parada contra Boca. Todo podía terminar mal. Cada uno echa sus culpas. Por la vereda de Kicillof, cuentan que el jueves previo al sábado19 de julio, el trío que encabezó las negociaciones llegó a un acuerdo mayoritario sobre la distribución de lugares. Pero, luego de aquel día, Máximo optó por un tratamiento odontológico que lo privó de asistir a la discusión del viernes y el sábado.
Por eso Tignanelli, Mendoza y Emmanuel Santalla ocuparon el rol de jinetes emisarios. ¿Qué pasó? La bocha cambió. Lo acordado no siguió y alrededor de las siete de la tarde del sábado Cascallares, uno de los apoderados de Fuerza Patria en representación del MDF, recibe un mensaje de su par Patricia García Blanco, representante de La Cámpora, donde le informaba que había que reunirse porque tenía la instrucción de disolver la alianza.
El castillo de naipes caía. Bianco manda a presentar listas kicillofistas en todos los distritos con el sello de Parte, el partido de Alberto Fernández. Lluvia de mensajes con la frase “vení a firmar” sobrevolaron el WhatsApp de cientos de dirigentes y militantes. Que se caía, que no había manera, que esto y que aquello.
Había que cruzar el rubicón. Salir por la tangente. Máximo volvió a tomar las riendas. Massa se alineó, cedió y potenció su postura de unidad, aunque sostenida en su tándem con el cristinismo. En ese marco, Kicillof apela, desde su lectura, a ser “el adulto responsable”. A su juicio, entregó el interior de la provincia de Buenos Aires, donde su construcción era más noble y estratégicamente más sólida. Aunque sin candidatos netamente atractivos. Apeló a que todos sigan juntos.
El cristinismo aceptó a Magario, por más de que CFK dio la instrucción de no bancar candidaturas testimoniales. El massismo bajó a Valeria Arata de cabeza de la cuarta sección. Y así, minuto a minuto, la bola de nieve empezó a derretirse. El humo blanco brotó de las chimeneas peronistas platenses.
Ahora resta el desafío de poner a caminar al Frankestein. Uno que está más vivo que nunca, que dejó atrás la disputa hasta, al menos, que pasen las elecciones. “Quien habla en clave de interna le hace el juego Milei”, dicen desde todas las bandas. Hay convicción de un triunfo posible contra un conglomerado de listas violetas mixeadas de amarillo que recauchutaron dirigentes del peronismo excluido y ex kukas, tal como el ejército de trolls de Las Fuerzas del Cielo le achacan a Sebastián Pareja, máximo responsable de LLA en la provincia.
No falta el que dice que hubo amateurismo y falta de profesionalismo. Que el gobernador podía más. Cerca de Kicillof, aseguran que están todos alineados porque las decisiones se tomaron minuto a minuto de forma horizontal. Hay clima de legitimidad. Advierten que muchos opinan desde afuera porque es simple cuando no hay que gobernar y quedan dos años más de Milei en Casa Rosada.
Restan dos años más de desfinanciamiento, de persecución, de hostigamiento, de desplome en la calidad de vida de la gran mayoría de los más de 17 millones de bonaerenses. Esa alarma se encendió el sábado 19 por la noche. Pelear por algún legislador provincial más traía un costo muy alto en la espalda. “Ya se verá cómo queda la Legislatura”, dicen. Resta la elección nacional de octubre.
El camino es largo, pero hoy los equipos de comunicación de cada sector trabajan en sintonía. La campaña se puso en marcha con una primera foto de cordialidad, respeto y unidad. Mendoza se encargó de aclararlo en su red X. Nadie pregona batallas por fuera de vencer a Milei. Queda por ver si la sociedad cuenta con la suficiente empatía tanto para ir a votar, como para después pensar en elegir al peronismo y ser aquel rayo eléctrico que le da una nueva vida a lo que, bajo ninguna manera, puede ser considerado un monstruo.