Quiero ganar la... ¿cuál?

Axel Kicillof y Cristina Kirchner mantuvieron su primer encuentro. Dos horas a solas. El principio de una posible unidad tras el autolanzamiento de la ex presidenta como candidata a diputada provincial en la Tercera, una sección donde el peronismo gana ininterrumpidamente desde 1997.

06 de junio de 2025Andrés MiquelAndrés Miquel
PORTADA QUIERO GANAR LA... CUAL

“Sabés que pasa, a veces ganar es perder y perder es ganar”, dice un ex legislador bonaerense con amplia trayectoria de elecciones en la mochila. La mitad de su semana la pasa en el interior y la otra en el conurbano. Conoce de cierre de listas. La frase puede contener cierto aroma derrotista. Como si todo diera lo mismo. Pero no pasa por ahí. Pasa, en profundidad, por el verdadero valor que tienen los números en la política, que es su interpretación.

Algunos ejemplos. Horacio Rodríguez Larreta, tras ocho años de gestión al frente de la Ciudad de Buenos Aires, huyó de un PRO que quedó mareado entre Patria Bullrich, Javier Milei y su palaciego republicanismo. Se presentó en las últimas elecciones de CABA y sacó poco más de 8 puntos, luego de obtener sólo 11 cuando apostó por la presidencia. Carísimos 11 puntos. Baratísimos 8 puntos, y sin romper veredas. Lo seguro es que quebró al PRO porteño y colaboró con el tercer lugar del macrismo en su histórico bastión donde nunca había perdido en las urnas.

Otro caso es el del propio Javier Milei en 2021. Los 17 puntos y un tercer lugar en la Ciudad de Buenos Aires, le permitió a él y a Victoria Villarruel asumir como diputados nacionales. Nació La Libertad Avanza y una fórmula presidencial que nadie imaginaba. Y es que los números son mágicos. Más de 850 mil porteños votaron por María Eugenia Vidal aquel año y sólo 310 mil por el “león”. Hace menos de un mes, 495 mil eligieron a Manuel Adorni y solo 261 mil a Silvia Lospennato.

Hay situaciones en la provincia de Buenos Aires que también exhiben escenarios interpretables. En 2023, en medio de la debacle del Frente de Todos, más de 200 puntos de inflación y aun estrategia electoral tirada de los pelos, Axel Kicillof obtuvo la reelección y ganó en siete de las ocho secciones electorales. Ganó en todo el conurbano, incluida La Plata, y cuatro de las cinco regiones en las que se divide el interior. Solo cayó en la sexta por poco más de 3 mil votos frente a Néstor Grindetti.

Para algunos, los tres recortes son triunfos. Para otros, hay que ser más puntillosos en el contexto, actores y ánimo social. Desde otra vereda, los tres casos pueden ser un fracaso. La interpretación es una lente que se nutre de la perspectiva personal y está atravesada por la luz y posición desde la que se observe el cuadro.

Si uno se adentra en la provincia de Buenos Aires, el territorio está inmerso en una vorágine electoral diversa y nutrida de múltiples factores, producto de su extensión y volumen de población. Mientras en cada elección se ponen en juego bancas en el Congreso, también hay disputa para tener representantes en la Legislatura. Cada una de las ocho secciones va rotando cada dos años entre senadores y diputados provinciales.

Así las cosas, los números son números. Y en la tercera sección electoral, el peronismo gana ininterrumpidamente desde 1997 en la tira de legisladores provinciales, sean diputados o senadores. El último antecedente negativo data de la presidencia de Carlos Menem y la gobernación de Eduardo Duhalde, donde con un padrón de casi 3 millones de personas y un contexto depresivo del neoliberalismo, la Alianza venció al Partido Justicialista por 60 mil votos.

“Es el bastión del peronismo”, suele escucharse. Es donde están emplazados La Matanza, Avellaneda, Lomas de Zamora, Almirante Brown, Lanús, Ezeiza, Quilmes, Florencio Varela y Berazategui, entre otros.

Dos años después de aquella última derrota en la Tercera y en la panacea de un frente radical que desbancó al peronismo, el justicialismo volvió a ganar por 25 mil votos de diferencia en 1999. Ese paraíso se oscureció en un abrir y cerrar de ojos. Llegó el 2001 y una elección legislativa en con 300 mil votos anulados, casi 240 mil en blanco, apenas 223 mil para la Alianza y 805 mil para el PJ. Volvieron los triunfos holgados en uno de los peores momentos para el ecosistema político argentino desde el retorno de la democracia.

En 2003 ganó Néstor Kirchner en un partido que no se jugó. O que se ganó en el vestuario. Apenas 35 mil votos anulados, aunque se mantuvo un elevado número de votos blancos con más de 363 mil y un segundo lugar para el Frente Popular Bonaerense que lideró Aldo Rico que alcanzó poco más de 221 mil adhesiones en la tercera sección. La victoria quedó en manos del Partido Justicialista con más de 907 mil votos.

Llegó el 2005. Primera elección legislativa bajo la presidencia de Kirchner. Compitieron Hilda “Chiche” Duhalde frente a Cristina Kirchner a la cabeza de dos listas por la senaduría nacional de la provincia de Buenos Aires. Fue el último triunfo del peronismo en el plano nacional dentro de la provincia en una elección legislativa y, consecuentemente, el triunfo se dio en la Tercera.

Para 2007, CFK llegó a la presidencia y la Tercera aportó los nueve senadores provinciales en juego porque el Frente para la Victoria sacó 51 puntos contra menos de 16 de la Coalición Cívica. Y dos años después, con la 125 a cuestas que detonó los números a nivel nacional, el peronismo venció 40 a 32 al PRO. ¿Hubo mejora? Claro. En 2011 reeligió Cristina con la brutal diferencia de casi 50 puntos con el segundo. La boleta, en este caso de senadores, la encabezó el matancero Daniel Barrera.  

Desde entonces, sin importar el escenario nacional, la Tercera solo dio triunfos al peronismo. Uno tras otro. Sacó 41 puntos en el 2013, en el 2015 llegó a 42, en 2017 trepó a 44, en 2019 pisó los 60 puntos, en medio de la pandemia de 2021 mantuvo más del 45 por ciento y, ya en 2023, y con el camporista Emmanuel Gonzalez Santalla al frente de la nómina, superó los 51 puntos.

De aquí parte la crítica de los intendentes del Movimiento Derecho al Futuro. Parte, más específicamente, de su distancia con La Cámpora, con Máximo Kirchner, y una férrea decisión de no abrir lugares cómodos para la organización en las boletas de sus distritos. Tal es el caso de Jorge Ferraresi en Avellaneda o Mario Secco en Ensenada. Y hubo apreciaciones, como la de Fabián Cagliardi de Berisso, que fue el hueso respecto a la posible candidatura de CFK: “Que nos de una mano en alguna sección donde no nos vaya bien”.

Los números, entonces, son los números. Cuánto puede aportar la figura de Cristina Kirchner ante el avanza libertario que iría en sociedad con el PRO, tendrá que verse en la arena. Si es que todo sigue sobre estas ruedas algo endebles.

Luego de que Kicillof habló frente a 40 mil personas y propuso una alternativa a Milei y que, a los dos días, CFK lanzó su candidatura, la tensión descendió entre ambos y se llamaron por teléfono. Cristina llamó y Axel atendió. A los dos días, se encontraron. No a la mañana, como se vio en algunos medios que intentaron clonar al gobernador mientras estaba en un acto en Plaza Italia de La Plata. Fue cerca de la noche.

Dos horas. Solos. Mano a mano. En Capital Federal. “Lo importante del encuentro es que se logró consensuar la necesidad de una mesa de diálogo para que intentemos construir una estrategia conjunta para enfrentar a Milei”, contaron desde Gobernación a este medio.

Hay salvedades. Aclaraciones. Peros. O como se los quiera llamar. “Enfrenta a Milei y también defender la provincia”, es la frase. Quedó establecido, aseguraron, que el MDF va a seguir su propio rumbo “y buscará su trayectoria más allá de lo que pueda compartir para las elecciones” de este año el 7 de septiembre y el 26 de octubre.

Respecto a la mesa de diálogo, Politicar confirmó que Kicillof tendrá una reunión con su colectivo de intendentes el próximo lunes y de allí saldrán quienes representarán a su espacio. Todo camina. Suave, pero camina. Resta por ver si alguno de los emisarios pregunta cuál es el motivo genuino por el que la ex presidenta decide competir en una elección donde el peronismo no tiene antecedentes problemáticos.