Macron y el liderazgo internacional francés

Francia refuerza su liderazgo internacional bajo Macron, apostando por una política autónoma y estratégica en Europa.

05 de octubre de 2025Alfredo AtanasofAlfredo Atanasof
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El presidente francés ocupa el vacío dejado por Estados Unidos

La retirada paulatina de Estados Unidos del escenario internacional ha dejado un espacio que Francia, bajo el liderazgo internacional de Macron, no ha tardado en ocupar. Emmanuel Macron se posiciona como figura clave en esta transformación del orden global. En un contexto marcado por la guerra en Ucrania y la crisis en Gaza, el mandatario francés impulsa una política exterior europea más independiente. Promueve un enfoque diplomático activo y refuerza la postura militar del continente. Participa en organismos como la ONU y lidera la respuesta europea ante los conflictos, con el objetivo de convertir a Europa en un actor con peso propio. Su entrevista con France 24 sirve como plataforma para reafirmar la intención de Francia de romper con la dependencia de Washington y asumir una posición más autónoma en el tablero internacional.

Francia impulsa una Europa con autonomía estratégica

Desde la capital francesa se promueve una estrategia que busca romper con la subordinación histórica de Europa frente a Estados Unidos. El denominado ‘Plan Europa’, que contempla una inversión de hasta 800.000 millones de euros en defensa para 2030, apunta a desarrollar una infraestructura militar europea moderna e independiente. Esta iniciativa no implica una ruptura con la OTAN, pero sí refuerza el componente europeo dentro de la alianza. En el ámbito diplomático, Francia ha adoptado posturas decididas, como su reconocimiento del Estado palestino, distanciándose así de la línea dominante en Washington.

Al mismo tiempo, París lidera la ayuda militar a Ucrania, con compromisos superiores a los 3.000 millones de euros, en un momento en que Estados Unidos muestra signos de agotamiento y ambigüedad en su implicación.

Macron: esperanza y escepticismo en su liderazgo europeo

El ascenso de Macron como voz destacada en la política internacional genera tanto entusiasmo como reservas. Por un lado, su apuesta por una Europa más autónoma responde a una necesidad latente: la de asegurar la estabilidad del continente sin depender de decisiones ajenas. Por otro lado, su creciente peso plantea dudas sobre si este nuevo liderazgo podría derivar en una forma distinta de hegemonía. Su estilo directo, su habilidad para marcar la agenda y su visión de una Europa fuerte y respetada evocan ciertas dinámicas del pasado. La pregunta que muchos se hacen es si Macron terminará siendo un nuevo “guía” europeo, justo cuando se pretende dejar atrás los liderazgos unilaterales.


La retirada de EE. UU. como motor del liderazgo europeo

El compromiso menguante de Estados Unidos con Ucrania, sumado a su ambigua postura en el conflicto de Gaza, ha empujado a Europa a asumir responsabilidades que antes delegaba. Hoy, la ayuda europea a Ucrania ya supera a la proporcionada por Washington, mientras que la influencia estadounidense en organismos multilaterales se debilita por sus repetidos vetos y su evidente parcialidad. Esta situación ha provocado una reacción liderada por Francia, que busca dotar a la Unión Europea de capacidades políticas, militares y económicas que le permitan actuar sin tutelas externas.

No obstante, el éxito de este viraje dependerá de la capacidad del continente para superar sus divisiones internas y avanzar con una sola voz.

¿Francia encabeza un nuevo orden o revive viejos esquemas?

En un mundo que avanza hacia la multipolaridad, el papel emergente de Francia como potencia europea plantea una incógnita: ¿estamos ante el surgimiento de un liderazgo verdaderamente compartido dentro de Europa, o simplemente asistimos al ascenso de una nueva hegemonía con acento francés? La experiencia reciente demuestra que la búsqueda de autonomía puede convertirse en centralismo si no se acompaña de mecanismos verdaderamente inclusivos. La visión de Macron de una Europa soberana y proactiva representa una oportunidad valiosa. Pero también invita a reflexionar si el mundo necesita otro poder dominante —aunque con un nuevo rostro— o si ha llegado el momento de construir un sistema internacional más equilibrado, donde el liderazgo se base en la colaboración y no en la imposición. El tiempo se encargará de responder.