¿Quién ganó?

La victoria del peronismo envolvió al Gobierno nacional en un trastabillado camino durante la semana post derrota. Se viene el 26 de octubre y asoman nuevos crujidos en el andamiaje de Fuerza Patria. ¿Qué pasa si vuelve a ganar la estrategia de Axel Kicillof? ¿Y si pierde?

13 de septiembre de 2025Andrés MiquelAndrés Miquel
AXEL GANADOR

Cada persona que despierta un domingo temprano, revuelve entre sus emociones, amasa un par de gramos de esperanza y viaja a una escuela a poner una papeleta en un sobre, imagina que vendrá algo mejor. Algo de todo esto pasó el domingo 7 de septiembre, cuando el peronismo ganó por 13 puntos en la provincia de Buenos Aires y, posiblemente, pase el 26 de octubre.

El desafío, ahora, es lo que viene, en el marco de una reacción poco profesional del Gobierno nacional. Lo que se viene es cómo se sostiene lo legitimado, pero también cómo fue legitimado y qué quedó al margen de ese proceso. Ojo que nadie se quiere quedar afuera de lo que viene.

Paradójicamente, sin pensar en el futuro, el debate que emergió hacia dentro de la fuerza vencedora es quién ganó. Un sector levantó la bandera de Axel Kicillof, su decisión de separar las elecciones, de sostener sus candidatos en el primera y la tercera y, sobre todo, el valor de su gestión. Rápidamente, en el cristinismo salieron a marcar la cancha. No quieren que la mayoría de los laureles queden en Calle 6. No quieren perder credibilidad como alternativa. ¿Y el Frente Renovador? Feliz. Sergio Massa, felicitado por el gobernador, fue el principal artífice de un amalgamiento y, en paralelo, acrecentó sus filas en la Legislatura. En este tire y afloje, apostó por un silencio táctico.

Ir todos juntos fue central para ganar, aunque no es el único vector determinante para un triunfo de estas características. Varios puntos pueden explicar la paliza electoral, pero hay tres que marcan una combinación entre las las decisiones tomadas por el ecosistema que confluyó en Fuerza Patria y la descomposición del Gobierno nacional. La mencionada unidad a pesar de extremas diferencias, el peso estratégico del desdoblamiento y el flaco desenvolvimiento de las nóminas libertarias apalancadas por una estrepitosa realidad económica en el metro cuadrado de cada bonaerense, trajeron una victoria sorpresiva para propios y extraños.

Vamos por partes. Hasta último minuto del cierre de listas peligró la famosa unidad. Kicillof no cedía en el conurbano, Máximo Kirchner desapareció por 72 horas por un tratamiento odontológico, Massa viajó a La Plata por la tarde noche de aquel sábado para acercar posiciones de un teléfono semi cortado, Carlos Bianco mandó a presentar listas propias y, por suerte, se cortó la luz. Pasó de todo. Cuando las lapiceras volvieron a iluminarse, había ocho nóminas sobre la mesa, de las cuáles, seis ganaron sus secciones. Y, como si fuera poco, 100 de 135 lo hicieron a nivel municipal. Sí, una paliza.

En segundo término, el tan mentado desdoblamiento volvió al centro de la escena. No pasaron 24 horas para que Facundo Tignanelli y Mayra Mendoza, alfiles de La Cámpora y de MK, salieran públicamente a licuar cualquier jerarquización estratégica de Kicillof. La verdad, sólo pasó el primer tiempo y resta ver qué pasará en octubre. Aunque la propuesta que acercó, según pudo saber este medio, Andrés 'Cuervo' Larroque a las manos de Kicillof, empezó a dar frutos.

Por lo pronto, fue a votar más gente de la esperada, el sistema no se superpuso con la boleta única nacional, no hubo ni un solo problema o denuncia por fraude o demora en el conteo de votos y, dato no menor, los intendentes fortalecieron sus gestiones en una enorme mayoría.

La posibilidad de poner la lupa en las municipalidades brindó al peronismo triunfos en Junín o Pergamino, cunas del agro, luego de doce años. Ganó en Campana después de una década. Ganó en Chivilcoy, con años del clan Britos a la cabeza. Ganó en Tandil después de más de dos décadas. Ganó en Ayacucho, municipio con más cabezas de ganado en la provincia, después de dieciséis. Si entre Fernanda Raverta y Gustavo Pulti había acuerdo, se podría haber ganado en la quinta sección, donde también hubo triunfos en Monte, Rauch y General Belgrano, todas tierras radicales.

También sirvió para revalidar lo propio. Maximiliano Wesner volvió a ganar en Olavarría contra toda la maquinaria PRO-LLA, Ariel Succurro repitió en Salliqueló tras recuperar el distrito en 2023, lo mismo que Juanci Martinez en Rivadavia. En paralelo, el conurbano demostró su plena identidad peronista. Verónica Magario y Grabriel Katopodis, ambos elegidos por Kicillof para encabezar las listas seccionales de la Tercera y la Primera, respectivamente, sacaron una diferencia arrolladora. Más de 20 puntos para la matancera y alrededor de 10 para el ministro de Infraestructura bonaerense.

Sin embargo, no debe quedar exento el tercer eje. Se trata de la realidad libertaria, tanto la política como la económica. Sebastián Pareja, avalado por Karina tres-por-ciento Milei, optó por un criterio de amplitud. Dejó de lado los purismos y se inclinó por esa supuesta casta que supuestamente combaten. Rejuntó, recicló y revivió dirigentes, al igual que en 2023. No sea cosa de que en la Legislatura se le fuguen, tal como pasó, lógicamente, en 2023.

Los candidatos no fueron los mejores. Sin ir más lejos, frente a Magario estuvo el ex comisario Bonderenko que llegó al 7 de septiembre con casi 80 puntos de desconocimiento entre los bonaerenses. La apuesta por el color no rindió. Lo violeta no garpó. La idea de un miembro de la fuerza como representante de la seguridad donde LLA habla de baño de sangre, no funcionó.

Los votos que estuvieron condensados dos años atrás migraron a distintos espacios. El colectivo Somos, un estruendoso fracaso del radicalismo, permitió que, en partidos como Junín, la dispersión fuera muy alta con los frentes libertarios. Lo mismo con Hechos, la creación de los Passaglia, en la segunda sección. Quebraron el colectivo antiperonista natural, acérrimo, el que vota para que no gane tal, los que llegaron juntos al último balotaje.

Y ahora llega octubre. El 26 se eligen diputados nacionales con Jorge Taiana al frente de la boleta de FP. ¿Un nuevo triunfo del peronismo abrevará en bendiciones a Kicillof y la estrategia del desdoblamiento? ¿Abrirá las puertas a un rediseño en la conducción y un relanzamiento del gobierno provincial en diciembre? ¿El gobernador fortalecerá lo propio, dando lugar en el gabinete a jugadores que no pudieron poner su sello en las listas provinciales en post de la unidad? Se verá.

¿Y si pierde? Posiblemente, no haya retorno. Si pierde la lista que diseñó Cristina Kirchner con apoyo de Sergio Massa, Juan Grabois y Guillermo Moreno y con el acompañamiento de Kicillof que no metió cuchara, los dardos hacia la Gobernación recrudecerán. Sólo que, al ver las maniobras de Milei, su familia, los Menem y compañía, cuesta que asome una derrota para los recientes ganadores.

En sólo una semana tras la paliza bonaerense, Milei vetó la emergencia para el Garraham, el financiamiento a las universidades, el reparto de los ATN para las provincias y, la misma noche del 7 de septiembre, avisó que el rumbo económico no cambiará. Días después, Luis Caputo validó la premisa. Pero, ¿quién le cree al mismo discurso de hace dos años cuando se vive peor?

Cuando la gestión atraviesa la filosofía como tamiz por la arena, aparece una sola cosa: la realidad. La realidad efectiva, diría la marcha peronista. Sale a luz el rostro tras las palabras. Si el superávit no es sinónimo de felicidad, si el ajuste no equivale a crecimiento, si sufrir no trae alegría, ¿para qué seguir igual? Si el parate de la obra pública no trae inversiones, si los proyectos mineros tardarán años en dar trabajo, si quitar subsidios triplica la factura de electricidad en una casa de Moreno, ¿de qué sirve?

Si Milei sigue por ese camino, con una mesa política flaca de victorias, donde la cara nueva es Bondarenko que perdió por más de 20 puntos, LLA tiene un pobre porvenir. Encima, su tropa interna no deja de pasarse facturas. Las Fuerzas del Cielo consolidaron una campaña contra Pareja tras volver a ser excluidos de las decisiones. ¿Será un baiteo? ¿Será una refrescada de presencia en las redes para juntar votos? Puede ser. Es un juego en el que son hábiles. Pero las diferencias están.

A la tormenta de la derrota, Milei eligió para atravesarla mantener la composición del gabinete, con las mismas caras que perdieron en octubre y el mismo plan económico. Como el mismo dijo, “nada nuevo puede hacerse con los mismos de siempre”. Milei perdió credibilidad, el peronismo la capturó. En ese escenario, el que más crédito capturó fue Kicillof. La elección fue en su provincia y con su estrategia. En poco más de un mes los bonaerenses tienen la chance de ir a fondo o menguar el “hasta acá”. Lo seguro es que hoy se cree más en Kicillof que en Milei, y no es poca cosa.