Que la mística sea para todos
Axel Kicillof habló frente a 30 mil personas en La Plata al cerrar el plenario del Movimiento Derecho al Futuro. Un escenario con 40 intendentes, dirigentes sindicales, sociales y múltiples organizaciones. Convocó a todos “a hacer historia”.
01 de junio de 2025 Andrés Miquel
—¿Qué te pareció?
—Había clima triunfalista, de yo-ya-gané. Me parece que hay que tener cuidado.
La charla se da entre el cronista y un dirigente. Se habla de la multitud, de las diez cuadras de cola de gente que no llegó a entrar al camping de UPCN para escuchar a Axel Kicillof. También del margen de desorganización, propio de cuando la convocatoria supera las expectativas. De todas maneras, nadie se enojó. Todo marchó en el orden que se podía. Ahí, tras dos o tres segundos de silencio, el dirigente pone un reparo. Mira las columnas marcharse a una velocidad más tenue que paso de hombre. Costó salir. Vuelve a mirar al cronista y dice: “No es un clima triunfalista, es mística”.
El gobernador de la provincia de Buenos Aires encabezó el primer plenario del Movimiento Derecho al Futuro. La organización habló de más de 30 mil personas presentes. Por lo bajo, otro número que corría era cercano a los 20 mil. Lo seguro es que filas de autos, camionetas y micros se agolparon en las inmediaciones del predio que el gremio de los trabajadores estatales tiene en La Plata. Es sábado por la mañana y desde las 10 ya no se puede estacionar. “Lo dejé a doce cuadras maso” o “no sé a cuantas cuadras sobre 137” fueron frases comunes al entrar al predio.
Al subir al escenario junto a Verónica Magario, Kicillof habla de la multitud. Pide perdón por tener que comenzar su discurso cuando muchos siguen afuera. Banderas de Avellaneda, Quilmes, Almirante Brown, Lomas de Zamora, Florencio Varela, Berazategui, Morón, Ituzaingó, La Matanza, Ensenada, Berisso, Lanús y el conurbano entero. Hay remeras del interior, tanto bonaerense como del país. Militantes de Santiago del Estero, Tucumán y Córdoba, entre otras provincias.
Suena la canción Te quiero gigante de El plan de la mariposa. No hubo Redondos, Ceratti o Los Caballeros de la Quema. Sí hubo Marcha Peronista al cierre. Pero al principio, la voz de los hermanos Andersen, soltaron un “y escribiría que me muero por verte, pero, en verdad, ando más vivo que nunca”.
La música sorprendió. Algunas definiciones también. Tanto como que Kicillof dio un discurso corto, de poco más de media hora. Muy alejado de las tres en el Teatro Argentino días antes de decretar el desdoblamiento electoral. Es que, en la provincia, se elegirán autoridades provinciales el 7 de septiembre y nacionales el 26 de octubre. Y la tensión alrededor de esta decisión sigue derramando sangre de liderazgo.
Pero Kicillof pasó por arriba de la interna. “En estas elecciones la discusión no es un lugar en la lista, es un lugar en la historia”, dijo y conquistó. Plantó bandera, habló de un punto de partida, de un momento bisagra, y aseguró a La Tecla que es con todos “si es que quieren entrar”. Citó a Juan Domingo Perón, construyó una jornada de debate y exhibió aparato.
Resta por ver si ese ingreso plantea una modalidad distinta a la discrecionalidad que condena. En los últimos días, Carlos Bianco echó por tierra parte de esa ilusión. Al menos, en términos públicos. En una entrevista, el ministro sostuvo que apela a contar con un bloque en la Legislatura que vote los proyectos del Ejecutivo “sin chistar”. Difícil construir amplitud con esa estrategia.
Por un lado, Kicillof convocó desde el estrado a “todos”. “A los que militan, dudan, votaron con bronca, a peronistas y quienes se vieron ofendidos y agredidos por Milei”, detalló. Aunque, el mensaje de apertura, es claro que algunas tuercas se deben ajustar. “Como dijo el general, el movimiento no es sectario”, subrayó. El Movimiento Derecho al Futuro, tal como dijo el gobernador, tuvo un punto de partida este sábado. Tiene que crecer y evolucionar a un espacio que pregone lo que el propio Kicillof lanzó desde el escenario.
Tras bambalinas, post discurso hubo sutiles disconformidades. “Algunos esperaban algo más picante”, dice un intendente. Luego, esboza un gesto de incomprensión con el sol en la cara que nunca abandonó la jornada. “Como si no conocieran a Axel”, dice. La paradoja tiñe las intenciones de quienes se preparan para la guerra y no para la unidad. Es real que el gobernador no usó la palabra unidad en su discurso, pero la convocatoria es a todos por igual. Igualar es una cara del mensaje. Él conduciendo a los iguales, es la otra.
Iguala al Movimiento Mayo de Roberto Baradel con la Martín Fierro y la Eva Perón de Lomas de Zamora con La Patria es el Otro. Emparenta a todo el colectivo de organizaciones con quienes no comulgan dentro del movimiento justicialista. Todos iguales, lo mismo La Cámpora. No hay un espacio por encima del otro. Y si Cristina Kirchner, tal como analizan entre las filas kicillofista, decidió liderar la agrupación que comanda Máximo Kirchner, ingresa al mismo plano de igualdad.
Quizás ahíestá el trozo de papel que llega flotando dentro de la botella. Toca tierra desde las entrañas del kirchnerismo y desafía las decisiones estratégicas de la dirigente viva más determinante del peronismo. No lo dice Daniel Scioli, Sergio Massa, Alberto Fernández o Florencio Randazzo. Lo dice quien no tiene nada que ver con la esencia de ninguno de ellos. No se compone de los mismos, pero es real que no pone un nuevo kirchnerómetro. Menos que menos un kicillómetro. Al menos, por ahora.
Kicillof pidió que “la motosierra no cruce la General Paz”. Continuarán los plenarios y encuentros del MDF en distintos puntos de la provincia. En la sexta sección, espera gestarlo para mediados del mes de junio. Buscan, entre todos, un freno a la ramificación de La Libertad Avanza que teje una alianza productiva con el PRO.
La larga caminata para salir del camping del gremio que conduce Fabiola Mosquera arroja todo tipo de imágenes. Familias, viejos militantes que sonríen, otros que se ofuscan, alguno que no sabe a qué vino, reflexiones sobre los debates que se generaron en diez carpas temáticas, la alegría por una foto con algún ministro, y detalles de color.
Entre la multitud, camina un intendente del interior. Nadie lo reconoce, es de un distrito pequeño. Quizás, si fuera de uno grande, tampoco lo registren. Camina con cuatro o cinco integrantes de su equipo. Sonríe con una mochila al hombro. Sabe que le espera un largo viaje a casa. A metros, un militante que se da cuenta quien es, lo mira y reflexiona.
“Ahí va un intendente, camina tranquilo entre la gente, no saben quién es, y pensá que algunos llamaban desde Capital o el conurbano a tipos así para decirles quien tenía que ser el primer o segundo concejal. El peronismo no desapareció de pedo”, bramó. Con su buena dosis de exageración, pero con una cuota concreta de realismo, sintetiza lo que la nueva mística espera que cambie.