La lima, el reloj y la papa caliente
La interna del peronismo no da tregua. De eso dan testimonio, paradójicamente, las sucesivas treguas obligadas por la relación de fuerzas. Pero los tiempos siguen corriendo y el calendario electoral le imprime a la puja una velocidad que obliga a las definiciones. El martes es el nuevo Día D.
06 de abril de 2025
Cuando un boxeador es muy superior a otro, cabe esperar el knock out en los primeros rounds. La prolongación de la pelea marca que existe cierto nivel de paridad entre ambos contendientes. Por eso las finales de los grandes torneos, como la Copa del Mundo, suelen alargarse: allí donde sólo llegan los mejores es difícil que exista un desequilibrio fuerte.
En política funciona exactamente igual. Los movimientos que no tienen peso específico aparecen y desaparecen, son borrados de un plumazo en cuanto desafían a las constelaciones más establecidas. Existen ritmos naturales que se dan a lo largo del tiempo (marcados por la aparición de líderes fuertes, cambios del humor social a partir de la implementación de modelos económicos divergentes, etcétera) y otros que son más rápidos, cíclicos y definidos por una serie de normas precisas, como el calendario electoral, que determinan quiénes quedan en pie tras procesos de depuración más o menos reñidos.
La interna del peronismo es un ejemplo de cómo estos ritmos de largo aliento se acoplan a las necesidades imperiosas que determina el momento, esto es, las necesidades de definir candidaturas para las próximas elecciones, que serán atípicas por la coexistencia, impuesta desde arriba, de dos sistemas distintos, el de boleta única (para los postulantes al Congreso de la Nación) y el de boleta mútiple tradicional (para los aspirantes a la Legislatura bonaerense y a los Concejos Deliberantes municipales).
El reloj apura procesos que se venían dando desde hacía tiempo. Y en la recta final todo se acelera. Por eso, los adversarios están subidos al ring y mostrando sus cualidades. Como hay paridad, no se puede dar un golpe de gracia que asegure la victoria; se trata de una puja de otro cariz, que tiene que ver con el poroteo, con la medición de fuerzas en diversos frentes. Otra analogía que puede venir al caso, y que ya fue patentada, digamos, por el “Cuervo” Larroque, es la de la lima. En ciertas batallas se requiere la espada; en otras se usa una herramienta más modesta, menos poderosa, que va actuando a lo largo del tiempo en lugar de asestar un golpe certero y definitivo. A Axel Kicillof lo están limando hace tiempo, dice Larroque, para graficar el trabajo de desgaste sobre el gobernador que se viene ejecutando desde el campo que se referencia en Cristina Fernández de Kirchner.
La suspensión (otra vez) del debate por las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) en la provincia de Buenos Aires, que trae aparejado también el tema de la concurrencia o desdoblamiento de los comicios provinciales respecto de la elección nacional, forma parte de esta lógica. Saben los camporistas que no pueden derrotar a Kicillof con un solo golpe, ni siquiera con dos o tres, y por eso buscan ir sumando fuerza en pequeñas cuotas, en este caso, votos en la Legislatura para lograr que prime la postura de Cristina (que las elecciones deben ser concurrentes) por sobre la del gobernador (que hay que desdoblarlas). Los votos todavía no están, y por eso, una vez más, la cosa se postergó, hasta el martes de la semana que viene.
La encerrona no es sólo para Kicillof, cuyo poder reside en buena parte en ser hoy la figura del peronismo más relevante en términos institucionales (es gobernador de la provincia más grande del país). Es también para el cristinismo y el massismo, que no pueden prescindir de él y por lo tanto buscan evitar una ruptura. Una ruptura, apresurémonos a aclarar, que ya se dio en los hechos, pero que no se expresó en términos de representación legislativa ni de la compulsa electoral. Aquí no hay un boxeador mucho más poderoso que el otro; existe al menos cierta paridad.
En este contexto, las definiciones electorales que hay que tomar sí o sí (porque los tiempos apremian) son una papa caliente que ningún sector quiere sostener. No existe la posibilidad de lanzarla hacia adelante por mucho tiempo más. Alguien tendrá que tomar una resolución, y esta resolución va a quemar.
Kicillof, por caso, podría decretar hoy mismo que los comicios se harán en una fecha distinta a las nacionales. De esta manera dejaría sin efecto la ofensiva en la Legislatura, pero también quemaría las naves con los otros sectores del peronismo; son justamente las naves que deben llevarlo a buen puerto.
El panorama es complejo y el reloj no ayuda. Al contrario, obliga a tomar decisiones que quizás no están maduradas. El martes (o quizás antes) se pondrán todas las cartas sobre la mesa. Lo que ocurra desde entonces hasta las elecciones será consecuencia de lo que los contendientes decidan en estos días apresurados y cruciales.