Jorge Macri insiste con un monorriel sobre la General Paz mientras la Ciudad enfrenta problemas mucho más urgentes

Mientras el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, intenta instalar en la agenda la idea de un monorriel sobre la General Paz como símbolo de modernidad y planificación futura, la Ciudad de Buenos Aires continúa lidiando con problemas cotidianos que afectan directamente la calidad de vida de millones de vecinos. La iniciativa, presentada como un proyecto disruptivo, aparece desconectada de las prioridades reales del distrito.

05 de diciembre de 2025 COLUMNA DEL EDITOR

En muchos barrios, la recolección de residuos funciona con deficiencias que se repiten semana tras semana. Calles con bolsas acumuladas, contenedores desbordados y zonas donde la limpieza es claramente insuficiente conforman un reclamo constante de los porteños. A eso se suma el deterioro acelerado de las veredas que había renovado la gestión anterior: tramos recién inaugurados ya presentan baldosas flojas, roturas y desniveles que complican la circulación de peatones, especialmente de adultos mayores y personas con movilidad reducida.

Además, la identidad cultural de la Ciudad —que históricamente fue uno de sus sellos más fuertes— parece haber quedado relegada. La reducción de actividades comunitarias, el cierre de espacios culturales y la falta de políticas de preservación del patrimonio generan una sensación de pérdida del valor simbólico que Buenos Aires supo construir durante décadas.

Otro punto conflictivo es la relación del jefe de Gobierno con las comunas. Dirigentes y vecinos coinciden en que el vínculo es tenso, distante y, muchas veces, improductivo. Cada vez que Jorge Macri se acerca a una reunión barrial, la escena suele repetirse: discusiones con vecinos, respuestas ásperas y poca apertura para escuchar inquietudes reales. “No sabe escuchar”, es una frase que se repite entre quienes participan de esos encuentros. Su actitud, para muchos, se asemeja más a la de un funcionario ensimismado que a la de alguien dispuesto a comprender las necesidades cotidianas de los porteños.

En este contexto, la propuesta del monorriel aparece más como un gesto de marketing político que como una solución pensada para responder a las demandas urgentes de la ciudadanía. Mientras se discute una obra monumental y costosa, la Ciudad sigue enfrentando problemas básicos que requieren respuestas inmediatas y una gestión cercana, eficiente y, sobre todo, dispuesta a escuchar.

 
 
 

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