Van a ver radicalismo hasta que se muera (incluso a pesar de los errores de los radicales)
Este parece sin duda no ser un buen año para el radicalismo. Y sobre todo no parece ser un buen año para el radicalismo bonaerense y porteño.
08 de octubre de 2025 Juan Ignacio Net
El radicalismo bonaerense llegó a este ciclo electoral de la peor manera, con su interna del 2024 judicializada, sin un liderazgo claro, con los principales líderes de la última década (Cambiemos/JxC) de capa caída y por tanto, pese a los esfuerzos de salvar las apariencias a último momento, profundamente dividido. Como resultado lógico, en las elecciones provinciales del 7 de septiembre los resultados fueron magros y solamente se renovaron 2 bancas.
El radicalismo porteño por su parte llegó a este ciclo electoral 2025 con otro aire, apoyado en las masivas movilizaciones universitarias del 2024 en gran parte cristalizadas en la representación estudiantil que el radicalismo lidera desde 1970. Con ese telón de fondo, la apuesta para la elección del 18 de mayo fue por la ex presidenta de la FUBA Lula Levy que pese al enorme esfuerzo de las bases no alcanzó el piso para entrar en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
Estas dos derrotas se dieron a su vez en el escenario terriblemente fragmentado del radicalismo a nivel nacional causado por la ola, que a principios de este año parecía mucho más imparable que ahora, de Milei y sus Fuerzas del Cielo que amenazaban con copar completamente el espacio no peronista. La resistencia parecía no tener sentido mientras el PRO se apuraba a aportar cuadros y votos al gobierno durante 2024 y puso al radicalismo en una encrucijada estratégica donde la postura “intransigente” o “pricipista”, que consideraba a los libertarios una amenaza existencial para la UCR, era sin duda minoritaria dentro del partido.
SI durante 2024 Martin Lousteau incluso como presidente del Comité Nacional de la UCR, llegó a votar en soledad en el Senado en disidencia con el resto del bloque radical y principio de año Alfredo Cornejo, Gustavo Valdez, Rodrigo De Loredo y en la provincia de Buenos Aires Maxi Abad parecían forzar un acuerdo nacional con La Libertad Avanza, desde agosto LLA parece ser un lastre para cualquiera que se les acerque.
Desde febrero con el escándalo Libra que se fue produciendo una erosión de apoyos que se profundizó a lo largo del año a medida que se sucedieron los cierres provinciales en las diferentes provincias, en los que los libertarios demostraron una voracidad que se comprueba ahora completamente amateur porque alejó definitivamente a muchos que hubieran consentido apoyar al gobierno a cambio de que los dejaran mantener lo suyo a nivel local. En el caso de las provincias gobernadas por el radicalismo, logrando acuerdos únicamente en las provincias gobernadas por Cornejo y Zdero, con el candidato liberario siendo derrotado en la elección correntina que ganaron los hermanos Valdés y en las provinciales jujeñas, y con Pullaro consolidando un frente político de centro con otros gobernadores no alineados ni con el kirchnerismo ni con LLA/PRO.
Es en ese escenario que la apuesta porteña en mayo resultó electoralmente desastrosa, pero a la vez fue el antecedente a una rebelión de las bases bonaerenses que se produjo durante junio cuando las autoridades de los Comités de Contingencia y de la Convención (organismos creados ad hoc para gestionar la interna no resulta de 2024) realizaron una consulta a los presidentes de los comités de los 135 municipios de la provincia, que alejó definitivamente al radicalismo bonaerense del frente amplio con LLA y el PRO que impulsaba el senador Maxi Abad.
Esta consulta derivó en que cada Comité de Distrito convocó a sus plenarios para determinar que postura tomar de cara a agosto y octubre y no dejó ninguna duda de para donde pretendían ir los radicales bonaerenses de a pie. Sin embargo no resolvió el problema de la alianza electoral, sólo determinó la negativa a ir detrás de LLA.
Y el resultado de cara a octubre es la fragmentación, con un radical porteño como Sixto Cristiani encabezando la lista de Nuevos Aires, Danya Tavella ocupando el cuarto lugar como representante del sector UCR Evolución en la lista de Randazzo y Elsa Llenderrozas, allegada a Daniel Salvador, acompañando a Juan Manuel Lopez en la lista de la Coalición Cívica. Como si esto no fuera poco, el candidato bonaerense que se está llevando parte de la marca radical es Ricardo Alfonsin, que hace años que los radicales bonaerenses le niegan el saludo desde de después de perder su base de apoyo, terminó de embajador de Alberto fernandez en España.
En cambio, el radicalismo porteño está cosechando los frutos de su apuesta en soledad. Lousteau está firmemente en los dos dígitos de cara a octubre. Un resultado que en mayo hubiera parecido un delirio considerando que Larreta festejó sus 8 puntos como una victoria en el escenario hiperpolarizado y con LLA triunfante en las legislativas porteñas.
¿Qué cambió entre mayo y octubre para que el radicalismo porteño se recupere? ¿Porque parece que Ricardo Alfonsin va a ser el radical bonaerense que más votos va a conseguir electoralmente?
Y la respuesta es fácil y compleja a la vez, y se debe a dos factores: uno externo y otro interno, de la dinámica partidaria de la UCR.
Por un lado, el factor exógeno es que desde agosto ya nadie proyecta que LLA logre hegemonizar el espectro no peronista, un espacio tan infranqueable como el espacio peronista y que define la identidad del voto en nuestro país desde hace 70 años. El mileismo parece haber alcanzado su techo en el medio de errores autoinfligidos, falta de pragmatismo y mala praxis electoral y gubernamental. Lo cual deriva en que automáticamente, cada voto que pierde el gobierno de la histórica base de votos no peronistas, quede vacante y esté más disponible para otra opción no peronista, antes que volcarse masivamente al peronismo. Hecho que pareciera que tanto Lousteau como Lopez Murphy y Facundo Manes están capitalizando en la Ciudad de Buenos Aires.
Por otro lado, el factor interno que suele subestimarse, es la propia dinámica de la cultura interna del radicalismo y el arraigo de la marca radical en la cultura popular argentina. El Partido Radical no es un partido únicamente de personalidades así como tampoco es un partido únicamente programático, y sus bases tienen desarrolladas estrategias que le permitieron sortear situaciones críticas para su organización, sean los golpes de estado del siglo XX o las fracasos gubernamentales de este siglo. Frases como “en política se hace lo que se debe o no se hace nada” de Alem o “que se pierdan mil presidencias pero que se salven los principios” de Yrigoyen forman parte de la mentalidad de las bases del radicalismo y se expresan en una capacidad de resiliencia ante las crisis que debe ser reconocida.
Es esa “intransigencia” que forma parte de la dinámica interna de la UCR la que hizo que mientras algunos especulaban con subirse a la aplanadora libertaria, otros mostrarán sus dudas y se preparaban para un escenario en el que Milei no tenga todas las de ganar como Lousteau y el radicalismo porteño. En un partido que a su vez hace un culto a su democracia interna, esa disposición a mandar a todos los demás al carajo e ir al frente es lo que deja a la organización con alguna chance de superar esta etapa tan difícil para la UCR.
Es esa intransigencia con la que conecta Ricardo Alfosin también, sin quitarle mérito a su propio instinto y al equipo que está sabiendo aprovechar la oportunidad externa que se abre para fuerzas no peronistas en esta acelerada debacle de Milei. Ricardo le habla al corazón emotivo de esa cultura democrática de base donde nadie es más que nadie como señaló Juan Carlos Torre alguna vez, qué es tan característica de la mentalidad argentina y de la que el radicalismo forma parte. Aun a pesar de que las bases del radicalismo bonaerense en general le dieron la espalda hace casi un década ya. Nadie le puede sacar a un Alfonsin su relación con la marca radical porque su mismo apellido es ya una marca de una corriente interna de radicalismo progresista y reticente a los pactos con las derechas más extremas de nuestro país.
Lamentablemente para la UCR bonaerense octubre se presenta aún más abyecto que septiembre y es en este caso, la comparación con la UCR porteña se presenta como un contraste casi perfecto de las posibilidades en un juego de incertidumbres crítico para su organización. Mientras que la UCR porteña logró sostenerse unida bajo un liderazgo claro, aun cuando parecía que las circunstancias le eran completamente contrarias y su postura dentro del escenario nacional del partido era claramente minoritaria durante casi dos años, la UCR bonaerense se fragmentó en una lucha interna intempestiva que estuvo fogoneada por la incapacidad de la dirigencia de visualizarse en un objetivo común.
Porque esta bien, los que buscaban ir atrás de los libertarios fracasaron, pero la opción intransigente no logró juntar los apoyos necesarios para alcanzar una propuesta electoral competitiva a nivel provincial.
Hoy la apuesta que paga es la de Lousteau y el sector de Evolución del radicalismo porteño y, al menos teóricamente, de su contraparte bonaerense más débil, apoyada por esa revuelta orgánica de las bases partidarias del interior de la provincia de junio.
Pero al final, en la medida en que la incertidumbre se despeje y Milei entre definitivamente en su inevitable ocaso político, la UCR en su totalidad habrá sorteado una vez más, una coyuntura crítica ante el desafío hegemónico de otra fuerza de derecha que se propuso a destruirla definitivamente. Y ese mérito corresponde a la cultura de resiliencia del radicalismo en su conjunto que tiene, en sus militantes, pero sobre todo en sus estatutos y en sus tradiciones, las herramientas para seguir siempre adelante, aun cuando a veces haya que sacar 2% en una elección o no meter diputados.
Es eso, y únicamente eso, lo que esta vez salvó al radicalismo de las dos Buenos Aires de quedar pegada a un narcocandidato como Espert y que, con algo de suerte, puede posibilitar a una candidata joven como Piera Fernandez de Piccoli representar al radicalismo y sus bases universitarias en el Congreso.